Por todos es conocida la terrorífica figura de Josef Mengele, sus macabros experimentos con seres humanos vivos a las órdenes del Führer hicieron estremecerse a un mundo ya conmocionado por los brutales crímenes del Tercer Reich. Con la caída del Régimen Nazi, resultaba innegable que muchos de ellos debían someterse a juicio por crímenes de guerra, pero algunos lograron escapar a la justicia, entre los que se contaba el Ángel de la Muerte. Huyó a América del Sur donde siguió viviendo incluso utilizando su propio nombre, y aunque fue perseguido por audaces cazadores de nazis, jamás lo capturaron y murió alrededor de los sesenta y siete años en Brasil.
En los años 60, una familia argentina emprende un viaje por una desolada Patagonia en el que les acompañará un misterioso médico alemán, que terminará hospedándose con ellos una vez hayan llegado a su destino. Desconociendo la verdadera identidad del alemán, la pequeña Lilith y su madre embarazada empezarán a confiar en él, tomando los productos que este les recomienda, un estimulante del crecimiento y vitaminas para que los fetos crezcan más sanos en el vientre materno.
La historia que nos relata Lucía Puenzo en su film es escalofriante, el médico que juega a ser Dios, que se considera por encima de la moralidad y que es capaz de destrozar por completo la vida de personas con tal de seguir indagando en sus experimentos. El símil con las muñecas la hace aún más grotesca, piezas de porcelana que esconden en su pecho un motor que bombea un pequeño corazoncito, como si de la propia Lilith se tratase, la débil sietemesina expuesta totalmente a la monstruosidad del alemán, que la manipula con sus buenas maneras y su carácter afable y la va destruyendo por dentro, de una forma paulatina e imparable.
La directora hace gala de un maravilloso pulso narrativo, que atrapa con fuerza al espectador desde el inicio, sembrando la semilla de la desconfianza y la intranquilidad para que, poco a poco, vaya germinando con contundencia imparable. La imposición de la sobriedad en todo momento, y una inteligente dosificación de la información, sustentan este hipnótico relato, con una sobresaliente interpretación de Àlex Brendemühl en el papel del médico nazi.
Poco se ha hablado de este excelente film en su paso por la cartelera española; ahora Cameo la edita con buena calidad de imagen y sonido pero con pocos extras, tan solo ocho minutos de making of que no son más que unas cuantas escenas sueltas del rodaje. No obstante, se trata de una impagable oportunidad para todos aquellos que no hayan tenido aún la oportunidad de verlo.