Seré sincera: Vengo de un lugar perdido lleno de pueblos pequeñitos y gente… pues bueno, de pueblo. Desde hace unos años por la fiesta mayor se organiza un festival de rock con buenos grupos, como Los Coronas o los Arizona Baby, que ya son habituales.
Tengo que decir que es el único día del año que se puede ver gente molona por la calle. Este año coincidió una de mis visitas al pueblo con ese día, así que a pesar de la lluvia y el frío siberiano propio de Burgos en el mes de septiembre, quedé con mis amigos y un paraguas gigante ¡y nos fuimos de concierto!
Después de ver a un par de grupos, subieron al escenario los Ray Collins’ Hot Club, un grupo de alemanes con trajes y tupés impecables y banderitas de terciopelo rojo con letras doradas. Y se hizo la magia. Como una máquina del tiempo, nos transportaron a los años 50. Pura música y energía. Increíbles.