Este principio de economía del lenguaje funciona no solo a nivel filológico, sino que rige, o debe regir, la comunicación. Es decir; concisión, precisión, exactitud, propiedad, rigor… básicamente, decir más con menos.
Ya lo dijo Baltasar Gracián, que nació un día como hoy de 1601, hace 400 años: "lo bueno, si breve, dos veces bueno". Frase que, seguramente desconocen, tiene una edificante segunda parte: "Y aun lo malo, si poco, no tan malo".
Pues bien; estos días de celebraciones navideñas y de grandes fastos gastronómicos hemos encontrado un ejemplo perfecto de este principio de economía del lenguaje, aplicado magistralmente a la restauración.
Este es el menú del día que era posible degustar en un restaurante de una pequeña villa del pirineo aragonés.
Dos veces bueno por breve; y no tan malo por poco.
No sé si acaso se trate de una demostración del caracter montañés o simplemente de un ejercicio de gestión de materias primas, digno de alguna escuela de negocios.
Decidan ustedes.
No tengo más datos porque solo entramos a tomar un café a media mañana. Y la camarera que nos atendió no parecía muy enterada de los entresijos del local que en ese momento regentaba.