Sin despreciar ninguno de los muchos regalos inmateriales, verdaderos torrentes de afecto y cariño que me prodigaron amigas y amigos de todas partes, fue el que me obsequiara pocos días atrás la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Cuba, cuando me invitó a ofrecer la conferencia inaugural de su IIª Convención Científica Internacional. Jamás imaginé que iba a impartirla en el mismo auditorio en el que el Che pronunciara su célebre discurso al ser investido, el 28 de Diciembre de 1959, como Doctor Honoris Causa de esa universidad. Fue esa la única casa de estudios que le confirió tal distinción al Guerrillero Heroico, y al estar pronunciando mi conferencia en ese mismo recinto sentí que una fuerza desconocida me transportaba, me inundaba por dentro y, a la vez, me infundía una fuerza interior que poquísimas veces en mi vida había experimentado.
Caí en la cuenta de que aquello de la “entrañable presencia” del Che no era tan solo la sentida frase de una bella canción sino el reconocimiento de que su espíritu estaba con nosotros y recorría el teatro de punta a punta; y que en sus paredes resonaba todavía su voz exhortando a la universidad a “que se pinte de negro, de mulato, de obrero, de campesino”. Exhortación que es más válida hoy que ayer en las universidades de Nuestra América.
Palabras premonitorias, como casi todas las del Che, llenas de verdades y de llamados a la acción, invitando a que la universidad se convierta en foco de creación e irradiación del pensamiento crítico que esta agobiada humanidad requiere sin más dilaciones. Un pensamiento que se convierta en indispensable “guía para la acción” para poner fin al holocausto social y ecológico que día a día, sin pausa, perpetra el capitalismo en medio de la ignorancia y la suicida indiferencia de vastas mayorías y ante el premeditado ocultamiento de sus crímenes por quienes tienen la obligación de denunciarlos. Por eso, pronunciar mi discurso allí y pararme exactamente en el mismo lugar en donde casi sesenta años atrás el Che lo hizo para decir el suyo fue una de las experiencias más conmovedoras y emocionantes de mi vida. Por eso mi eterno agradecimiento a las autoridades de la UCLV que me concedieron esa incomparable oportunidad, ese anticipado regalo de cumpleaños que jamás olvidaré.