El mejor trato a los libros

Publicado el 24 febrero 2016 por Jamedina @medinaloera

Conviene cuidar lo mejor posible los libros, pero esto no quiere decir guardarlos en un estante y echarlos al olvido.

Hubo entre los años 50 y 60 del siglo pasado un gobernador de Jalisco, Juan Gil Preciado, preocupado por promover la lectura, pues él mismo había sido maestro rural y conocía la importancia que tiene la lectura para todos aquéllos que aspiran a una vida mejor.

Gil Preciado pensó, como es natural, que la mejor manera de lograr que los jaliscienses se acostumbraran a leer era trabajar con los niños de la escuela, pero para esto había que preparar primero a los maestros.

De esta manera, el gobernador decidió promover la lectura entre los jóvenes alumnos de la Escuela Normal de Jalisco, es decir, entre los maestros en formación, pues consideró que los viejos mentores no cambiarían ya sus hábitos de enseñanza.

Así las cosas, habló con la entonces directora de la Normal, profesora Epigmenia Arriaga Salgado, para que organizara un concurso sobre el mejor trato a los libros. Luego la directora, durante una apertura de cursos que presidió el propio Ejecutivo, entregó paquetes de libros a todos los alumnos, ofreciendo un premio especial a quien mejor los cuidara.

Pasó el tiempo, llegó el fin de cursos, y un tal Atilano se presentó a reclamar el premio, pidiendo que examinaran sus libros. Era el mismo paquete con la misma envoltura y amarrado con el mismo hilo que le habían entregado el año anterior; ni siquiera lo había abierto. Ciertamente eran los libros mejor cuidados. Tuvieron que darle el premio.

javiermedinaloera.com

Artículo publicado por la revista México Rural en su edición de febrero de 2016.