El mendigo que confesó a Juan Pablo II

Publicado el 03 noviembre 2012 por Amendiz @alfonso_mendiz
Hace un tiempo, en el programa de televisión de la Madre Angélica en Estados Unidos (EWTN), relataron este episodio de la vida Juan Pablo II. Un sucedido realmente estremecedor.
Un sacerdote de la diócesis de Nueva York se disponía a rezar en una de las parroquias de Roma cuando, al entrar, se encontró con un mendigo. Después de observarlo durante un momento, el sacerdote se dio cuenta de que conocía a aquel hombre. Era un compañero del seminario, ordenado sacerdote el mismo día que él. Ahora mendigaba por las calles.
El cura, tras identificarse y saludarle, escuchó de labios del mendigo cómo había perdido su fe y su vocación. Quedó profundamente estremecido.
Al día siguiente el sacerdote asistió a la Misa privada del Papa y pudo saludarle al final de la celebración. Al llegar su turno le pidió que rezara por su antiguo compañero de seminario, y describió brevemente la situación al Papa.
Un día después recibió la invitación del Vaticano para cenar con el Papa, en la que solicitaba llevara consigo al mendigo de la parroquia. El sacerdote volvió a la parroquia, buscó al mendigo, le convenció para que le acompañara, le compró una sotana y le llevó a su hotel para que pudiera asearse.
El Pontífice, después de la cena, indicó al sacerdote que los dejara solos, y pidió al mendigo que escuchara su confesión. El hombre, impresionado, les respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: “una vez sacerdote, sacerdote para siempre”. “Pero estoy fuera de mis facultades de presbítero”, insistió el mendigo. “Yo soy el obispo de Roma, y le otorgo las licencias para esta diócesis”, dijo el
El hombre escuchó la confesión del Santo Padre. A continuación, le pidió que escuchara su propia confesión, que se prolongó durante más de una hora, entre sollozos. Al final Juan Pablo II le preguntó en qué parroquia había estado mendigando, y le designó asistente del párroco de la misma, y encargado de la atención a los mendigos.