No faltan los puestos de embutidos, con sus salamis, chorizos, morcillas y mortadelas colgando y dándole ese olor tan particular al mercado, las coloridas fruterías y puestos de vegetales, las todavía más coloridas floristerías y las dulces y azucaradas pastelerías. Ni falta su típico kocsma con sus clientes levantando cervezas de medio litro y pálinkas desde bien pronto por la mañana, ni las ancianas con su bolsa de la compra y su dulce lenguaje, ni el supermercado de barrio dentro del mercado.
Como decía, si ya habéis visto el mercado central (que evidentemente hay que visitar), y queréis algo más auténtico, no debe faltar vuestra visita al mercado de Fehérvári út. Os dejo algunas imágenes de mi última visita a Hungría, en dicho mercado llené mis maletas de productos como salami, té (en Hungría hay una gran variedad de sabores y aromas de té en comparación con España) o pimentón.