Cuando los precios no se pueden usar para ajustar oferta y demanda, ¿qué se puede hacer? Como se mencionó en la primera parte, las motivaciones altruistas parecen suficientemente fuertes como para satisfacer la mayoría de las necesidades, pero esto por sí solo no ayuda a entender cómo cambia la oferta. Una observación más atenta revela que las donaciones de sangre per cápita aumentan con (i) el porcentaje de donaciones voluntarias y (ii) la renta per cápita. Para los países en los que hay información pública sobre las infecciones transmitidas por transfusiones, hay una fuerte correlación negativa entre el porcentaje de sangre en que se ha detectado una infección transmisible por transfusión y la renta per cápita, pero no hay relación con el porcentaje de sangre obtenida de voluntarios.
Todo lo anterior puede ser de ayuda para que un país diseñe una política en esta materia, pero sigue sin ayudar a resolver posibles diferencias entre oferta y demanda. Por ejemplo, la oferta llega a su máximo tras un desastre, debido a las respuestas motivadas por altruismo. Sin embargo, los donantes voluntarios pueden no estar respondiendo de manera adecuada si la oferta es desproporcionadamente mayor que la demanda. Esto ocurrió tras los ataques terroristas del 9/11, cuando entre la tercera parte y la mitad de las 570.000 unidades adicionales de sangre adicional que se recogió tuvo que ser destruida (la sangre entera no puede almacenarse más allá de seis semanas, y las restricciones técnicas impidieron extraer más plasma y derivados del plasma, que pueden almacenarse durante mucho más tiempo). Una situación similar se ocurre tras otros desastres nacionales. Otras veces es la oferta la que se queda corta respecto a la demanda, especialmente durante el invierno, cuando los posibles donantes padecen resfriados o gripe, y durante los periodos de vacaciones, cuando están viajando. En estos casos, una campaña de publicidad puede no ser suficiente y los hospitales deben priorizar los usos de la sangre y posponer o cancelar transfusiones y operaciones quirúrgicas. Toner et al. (2011) [6] informan cómo más de la mitad de los hospitales tienen que tomar este tipo de medidas.
Una manera de igualar oferta y demanda sería permitir un mecanismo de precios o, por lo menos, uno que ofrezca pequeños regalos a los donantes. Si por cualquier razón esto no es posible políticamente, la Economía todavía puede ayudar. Slonim et al. (2014) [1] presentan los resultados de un experimento de campo en el espíritu de la Economía del Comportamiento que pueden ayudar a resolver este problema. El estudio se realizó en Australia, donde el Servicio de Sangre Australiano de la Cruz Roja es responsable de toda la recogida y distribución de sangre y recopila información sobre los donantes. El estudio se centra en donantes "no activos", definidos como donantes que lo han sido en el pasado, pero que no han donado en los últimos dos años. Estas son personas que podrían donar otra vez si sin contactados, pero que por sí solos no lo van a hacer con alta probabilidad. La información sobre donantes incluía a 44.222 donantes "no activos", de los cuales se seleccionó una muestra aleatoria de 13.200. Esta muestra se dividió, también aleatoriamente, entre un grupo de control de 4.200 individuos y otro grupo objetivo de 9.000. El Servicio llamó a los 9.000 donantes potenciales y les invitó a inscribir su nombre en un registro para donación de sangre, diciéndoles que solo serían contactados "cuando la comunidad tuviera una necesidad crítica de sangre, por ejemplo cuando haya necesidad en su área o cuando hiciera falta sangre de su tipo". No todas las llamadas tuvieron respuesta y, además, algunos individuos ya no podían ser donantes, con lo que el total de individuos a los que se llegó efectivamente a invitar fueron 2.588, de los cuales 1.913 (un 74%) aceptaron.
Unos pocos meses más tarde todos los sujetos registrados más los 4.200 del grupo de control fueron invitados a donar durante el invierno porque "muchos de los donantes habituales no pueden hacerlo por estar padeciendo de resfriados o de gripe". Un 9,0% de los miembros registrados y solo un 5,5% del grupo de control se presentaron para donar sangre dentro de las cuatro semanas siguientes. Cuando se les llamó de nuevo un año más tarde los resultados fueron similares. El efecto del registro fue todavía mayor cuando, en un tratamiento aparte, la llamada incluía una petición más acuciante para donar, al explicar que "los niveles de sangre están muy bajos y que su tipo de sangre se necesita urgentemente". Todas las diferencias son estadísticamente significativas tras aplicar los controles apropiados.
Como concluyen los autores: "más innovaciones en esta dirección, usando las herramientas del diseño de mercados en Economía, tienen el potencial de mejorar el bienestar significativamente".
Referencias
1. Slonim R. & Ellen Garbarino (2014). The Market for Blood, Journal of Economic Perspectives 28, 177-196.
6. Toner, R.W., Pizzi, L., Leas, B., Ballas, S.K., Quigley, A., and Goldfarb, N.I. 2011. Costs to Hospitals of Acquiring and Processing Blood in the US. Applied Health Economics and Health Policy 9, 29-37.
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