El “mercado” no existe.

Publicado el 22 noviembre 2010 por Reven

Dictadores

Lo hemos cosificado, personalizado y le hemos dado forma. “El mercado” ahora es un ente que se impone a la voluntad de los gobiernos, ¿ahora?, siempre lo ha hecho. “El mercado” es la nueva religión, es la palabra del dios “Ibex 35″ sobre la tierra de la economía productiva real y necesaria en nuestro país.  Pero…. “el mercado” no existe.

Pausa para risas, insultos y pataleos.

“El mercado” no existe. Existen, a lo sumo, los mercados y muy en plural. Lo que realmente existen son los mercaderes, desde el más alto y despreciable de los especuladores financieros, pasando por los grandes empresarios, hasta el tendero de mi barrio; ese pequeño comerciante cuyo hijo se va de cervezas conmigo. Eso es lo que existe y ni de lejos tienen los mismos intereses. Cada vez que se abre una gran superficie de comercio cierran decenas de tiendas en los pueblos o barrios periféricos (o cientos de ellas si el comercio está débil en ese momento). Por poner un ejemplo está el caso de la influencia del Carrefour de Úbeda y otras grandes superficies sobre el resto de municipios de la comarca de La Loma y las Villas en Jaén -y no solo en esa zona-. Se han pasado la vida diciendo que no nos vayamos “por los cerros de Úbeda” y resulta que no nos queda otra ya que casi no se puede comprar calzado en algunos pueblos como Las navas de San Juan, y en Torreperogil o Sabiote cuesta la vida vender cualquier cosa más allá de comida, por no hablar de ordenadores, coches, o algo más sofisticado, cosa que lleva años sin verse funcionar con normalidad. Tendría que estudiarse para conocer datos concretos, pero ya os adelanto que con un centro comercial de esas características se han perdido en esta zona más tiendas que con tres crisis como esta juntas. Es decir se pasa de digamos unas 200 tiendas con sus respectivos 200 propietarios, los cuales pueden tener un buen nivel y una buena calidad de vida, a 100 trabajadores jóvenes y sin formación explotados con salarios y horarios de precariedad. El resultado es obvio, se rebaja la calidad de vida de la zona a favor de una multinacional que en este caso tiene un único dueño. No entraremos en contar los daños indirectos de estas prácticas -daño a proveedores y al usuario al dar un paso más hacia el monopolio-.

Espero que el ejemplo sirva para para visualizar una realidad probada: dentro del comercio y la producción los intereses no son los mismos. Por eso cuando nos hablan de “los mercados” y se atreven a hablar por ellos como si tuviesen una única voz y unos únicos intereses alguien nos está intentando engañar. Les hemos seguido el bulo a los estafadores que nos venden las políticas “que necesitan los mercados” incluso para criticar sus prácticas diciendo que hay una “dictadura de los mercados“. Se equivocan: hay una dictadura de algunos mercaderes. ¿De qué mercaderes? De los grandes empresarios que no crean trabajo sino grandes negocios que copan toda la oferta y la demanda en una o varias zonas obligando a gente que vivía de su trabajo a trabajar para -casi- sobrevivir; una dictadura de los grandes financieros que se dedican a jugar a la ruleta con la economía de países enteros. ¡Esos son los interesados de las políticas publicas que se están haciendo y se van a hacer! Mientras que la “otra cara de los mercados”, los de la pequeña empresa y las economías populares, que son los que crean más puestos de trabajo y un mejor reparto de la riqueza se pudren en la miseria.

Esta es la dictadura de los capitalistas.