El mérito de ser detective y no fumar

Publicado el 23 marzo 2021 por Aurisecular

Creo que esta es la característica fundamental de El mérito de ser detective y no fumar. El autor ha creado un personaje redondo que aparece ante nosotros sin pudor, tal como es, despojado de vestiduras y lleno de saber. Leemos cómo se comporta en la trama y tenemos la impresión, o la ilusión, de que hay algo de nosotros en sus ademanes, en su pensamiento, en sus sentimientos, hasta que somos conscientes de que Paco Santos ha dejado algo de Narcís en cada uno de nosotros. Aquí reside la grandeza de este antihéroe: forma parte del ser humano. Es parte de la Historia, la parte buena de la Historia. Desde su pequeño espacio, Fahrenheit 451, viaja por todo el mundo y a cualquier época. Su librería es donde se dan cita personajes reales del siglo XV para enlazarse a los del XVIII y a los del XXI. Y todos conviven con los reales del argumento y los ficticios. Imposible juntar tantos fragmentos de tiempo y espacio. Por eso, cuando la situación llega al caos absoluto, Narcís deberá purificarse en su Fahrenheit 451, el cronotopo cero que le permite resurgir de las cenizas...

Paco Santos no permite que la vida de su personaje cambie en absoluto, de ahí el caos en donde todo queda destruido, Pero los fragmentos de Partagás, de Sherlock Holmes, de Miss Marple, de Vázquez Montalbán, del investigador innominado de Eduardo Mendoza, de Goya... que habían quedado diseminados se reconstruyen purificados

En este primer encuentro con la novela no dejamos de sonreír, pues el humor es constante en las igualaciones de términos dispares, en las respuestas de doble sentido, en la rendición de nuestros hábitos en favor de la salud "cuando me llegue la hora me iré para el otro barrio con un caramelo de eucalipto", en las imágenes religiosas hiperbólicas, en las citas modificadas de escritores relevantes y, por supuesto, en la triste situación familiar de León, adoptado por la familia Hormiga "Y León nunca había sabido [...] si la elección de semejante nombre [...] respondía a una burla cruel".

Una vez conocemos a León, aparecen su hermano Rodrigo, al frente de la agencia de detectives Hormiga, un homófobo, machista, intolerante, cuyo único fin es conseguir dinero y poder "Maricones eran León y Narcís, y los fumadores y los que perdían el tiempo leyendo", y su amigo Narcís quien "en adánica desnudez [...] su negocio en una de las zonas más céntricas de la ciudad [...] exhibiendo ante León su cuerpo desclasado y desgrasado como las lonchas de pavo que enrollaba tan esmeradamente y que tal vez eran las culpables de que su busto recordase a un ave de corral".

El asesinado es Ángel María Poyet, cuya familia estaba fusionada, por negocios en Cuba, con los McNeill. En el siglo XIX un McNeill se unió a Pedro Mató, otro empresario que mandó asesinar a Jaime Partagás, potentado dueño de una fábrica de tabacos que acusó a McNeil de robarle una valiosa caja.

El narrador nos deleita con una composición rigurosa, dinámica y expresiva, con imprecaciones que delatan la ira del protagonista "-A tomar por culo -sentenció", con sinónimos contextuales que desprestigian determinadas profesiones "hombre de las patillas, jayán barriobajero, el bigardo de la puerta, maromo, el portero", con adjetivos equivalentes poco usuales pero totalmente gráficos "blancura marfilina", "la uniformidad ártica", con interjecciones humorísticas y detalladas enumeraciones concatenadas que aportan una espectacular fuerza a Narcís, teniendo en cuenta que su físico y su mente son antagónicos; el librero erudito, amante del tabaco, es rebelde, intrépido a pesar de su escasa acción "-¡Por Partagás, amigo mío! ¡Por Partagás!". Pero como los grandes personajes de la novela decimonónica está abocado al fracaso, es un antihéroe que deja traslucir su pesimismo en la disección que hace de la realidad social a través del tabaco y la lectura, "-No soporto su manera de fumar".

En realidad la novela es un homenaje al acto de leer y escribir, en las anotaciones a pie de página circulan todos los grandes literatos, artistas en general que tienen que ver con la novela negra o la industria del tabaco. En cuanto a las imágenes, aportan calidad a la cuidada edición tanto las fotos de grandes fumadores que abren cada capítulo, como las que aluden a la fabricación del tabaco. Muy acertado presentarlas en blanco y negro pues terminan de envolver la historia en el aire decadente, mágico-real que predomina.

Por supuesto, las alusiones al título refuerzan la magia, "como si el hecho de no fumar resultase incongruente con la labor detectivesca", y el guiño a la anterior novela del autor confirma una de sus preocupaciones, "el olor a tabaco que desprendía León [...] y que provocaba que, apenas ponía un pie en la sala, todos los pacientes torcieran el gesto...".

Leí Confidencias de un apestado, y al analizar El mérito de ser detective y no fumar encuentro que ambas novelas exponen la capacidad de Paco Santos para reflejar en sus personajes el conocimiento profundo que tiene del ser humano. Narcís es un amante de la justicia que a través de los libros recorre el mundo y puede descubrir lo que había detrás del asesinato de Ángel Mª Poyet y detrás del asesinato de Partagás en 1868. Sabe también el comportamiento que han desarrollado determinadas instituciones, por lo que se nos escapa una sonrisa (y un improperio y una lágrima de impotencia) ante la ironía que lanza a la actualidad, similar a la de Goya en sus pinturas "la escena muestra un alto en el camino de varios guardas de rentas de tabaco [...] Goya retrata sin ningún género de dudas a un grupo de contrabandistas".

Novela redonda de un escritor completo, intrigas, amor, amistad, cultura, asesinatos, filosofía, humor... Determinados libros deberían ser lectura obligatoria en los institutos para que los adolescentes se formen imágenes ajustadas a la realidad.