El mes del orgullo en una mujer Trans.
Lo que oculta el patriarcado homosexual
IG: psicologocano
Mayo, mes del orgullo lgtb, momento que se inicia con una revuelta social de la comunidad y liderada por mujeres trans, esto comienza específicamente en 1966, durante agosto, según señala la historiadora y documentalista, Susan Stryker.
“la comunidad queer de la cafetería Compton se plantó y protagonizó la primera revuelta trans de la historia, tres largos años antes de los hechos de Stone Wall que suelen considerarse el principio del movimiento gay”
Desde esa primera revuelta en 1966, aparece el nuevo estallido en 1969, en el Bar Stone Wall, concurrido espacio Homosexual de Nueva York.
No es casual que en la actualidad el patriarcado y machismo de nuestra propia comunidad deje de lado esa instancia, ya que al parecer la lucha no puede o no debe tener un rostro de mujer.
La rebelión se organizó logrando convocar a todos los marginados de un modelo político enfermo y asfixiante. Negros, latinos y trans que no encajaban en el estereotipo patriarcal de la época se transformaba en la población más vulnerable, en una sociedad que se jactaba del sueño americano y de las libertades individuales.
Desde esa revuelta, la lucha se fue transformando y agregando a su agenda las nuevas necesidades que la comunidad levantaba, la transformación a un día de fiesta y de reivindicación social, recogiendo la memoria para continuar el futuro y sus desafíos.
Si bien, se fue transformando en una fiesta de memoria y reivindicación social, jamás llego a ser un festival de marcas, con franquicias pagadas y a actores promoviendo productos de mercado como el vergonzoso espectáculo que Iguales y MOVILH presentaron el año 2019, recibiendo las críticas de gran parte de la población, dejando en evidencias que la defensa de su interés corporativos no son representantes de la comunidad LGTB sino más bien dueños de los intereses de su propia agenda.
No fue casual ver a sus representantes sentados en la mesa de gobierno durante el estallido social, mientras la comunidad LGTB era masacrada, torturada y mutiladas en las calles de Santiago. Hoy como los activistas se han trasformado en música lenta, esa que ya no se toca ni se baila en fiestas. Hoy más bien vemos activistas corporativos, que por defender sus intereses institucionales, se olvidaron el camino que los llevo ahí, es decir el derecho a la vida y dignidad.
Cuando en un espacio político, una organización pide retirar una foto de un encuentro con el gobierno de turno, deja en evidencia que la “mala práctica” política ha calado las organizaciones, iniciando el trabajo a espaldas de la comunidad.
Molestarse por la forma y no el fondo pareciera entretener a la comunidad LGTB desde la trinchera de alguna “comisión” y el tibio resguardo hogareño.
Hacer desaparecer a la loca gay de plumas que espera en la puerta hospitalaria ser atendida, es un gesto cómodo, sin embargo, esto incomoda a muchos, pues estos mismos que vuelcan su mirada, son los en un proyecto venden nuestras muertes por un par de millones.
Hoy la pandemia nos tiene en confinamiento y cuarentena. La creación y articulación de un escuadrón bolivariano de colas emplumada desde el anonimato y como red de araña se articulan para ir en ayuda de los y las más vulnerables, pues así lo ameritaba la necesidad de las vidas.
Este mes de orgullo, este solo está depositado en la lucha de activistas que seguimos pregonando derechos sin cansarnos.
En tiempos de pandemia ha quedado en evidencia como la pandemia “homosexualizada del VIH” ha pasado al patio trasero de la política pública.
Conocemos la situación que enfrento Sebastián con sus medicamentos parcelados, a través del programa siempre viva en vivo, conducido por el activista y periodista Víctor Hugo Robles, donde cuenta el reiterado regreso por sus medicamentos, exponiéndolo a la posibilidad de contagio del coronavirus.
Farmacias cerradas por cuarentena, horas médicas suspendidas, cambio de distribución en la entrega de medicamentos hacen de un largo etc., una lista de vulneraciones, humillaciones y discriminaciones que te recuerdan que el orgullo es mantenerse erguido, desafiando el silencio de una sociedad que pretende invisilizar y a veces con complicidad de nuestra comunidad.
Las necesidades de hoy no son situaciones aisladas, de ser así, son tan frecuentes que llegarían a transformarse en un país de aislado.
San Antonio, hermoso puerto reivindicado por el teatro, no cuenta con centro de distribución de retrovirales, esto en conocimiento de las autoridades municipales, evidenciando la total ignorancia del encargado de la oficina de diversidad y por el vulnerando el derecho y la calidad de vida de la población viviendo con VIH de la zona.
En un mes de orgullo homosexual, de izamiento de banderas de la Diversidad Sexual, la marcha debe continuar en nuestras cabezas y ser parte de la reflexión.
Las banderas identitarias han colocado límites al dialogo, al cuerpo y también debilitado el bloque de nuestras principales demandas.
En esta ocasión, me parece importante, que las banderas se replieguen por una que represente la vida, que las comisiones salgan a la calle.
Al igual que las mujeres trans que rompieron las filas de la marcha homosexual higienizada y erotizada, hoy a través de un breve relato de una mujer viviendo con VIH comparto los miedos que agudiza esta pandemia y la importancia de regresar a la lucha en su fondo, dejado la decorada foto gubernamental colgada.
En el mes del orgullo, seguimos y sentimos orgullo de ser la diferencia, de oponernos a una igualdad que pretende borrarnos del mapa social. En el mes del orgullo, comparto la lucha de cada mujer que ha sido invisibilidad por el patriarcado homosexual y que al igual que aquella mujer que se levanta como bandera de lucha por su color de piel, trans y VIH+, retomo este testimonio para recordarles que en esta lucha no están solas.
“Mis temores, mis dolores, mis deseos y mi realidad. Tomo un papel y lápiz y me dispongo a escribir… toda una preparación previa para darme ánimo y valentía de hacerlo. Qué difícil es y de solo pensarlo mis ojos se llenan de lágrimas como una tristeza ahogada y oculta. Desde que me pidieron que hablara de ti, he evadido hacerlo, me cuesta mucho enfrentar una realidad y darle “un rostro” a lo que me aterra. Llegaste a mi vida sin siquiera imaginarlo, entraste en mi cuerpo, en mi mente, en mí como un huésped que llega a casa sin ser invitado… mi casa (mi cuerpo) que cuidé, pero no fue suficiente. Cuando llegaste no podía creerlo. ¿Por qué me sucede esto a mí? ¿Por qué tenía que pasarme esto a mi? ¿Qué hice tan mal para tener que cargar con este dolor? Es una situación que me amenaza y que no puedo hablar libremente, por temor a ser juzgada, por temor a ser estigmatizada, al rechazo de la gente o a su lástima. Cuando supe que eras real y que te metiste en mí, no supe qué hacer, gracias a Dios mi familia estaba a mi lado y me entregó su amor, su apoyo, su comprensión y hasta hoy está conmigo. Sé que soy muy afortunada de tenerlos a mi lado y que pase lo que pase, ellos estarán siempre conmigo. Muchas veces me pregunté ¿Por qué yo? Y a veces al pensarlo, lo vuelvo a preguntar. Pero estás aquí y ahora solo debo reforzar mi mente, liberar mi alma de toda culpa y aprender a vivir contigo, porque ya estás aquí, no hay nada que pueda hacer para volver el tiempo hacia atrás y pensar en evitar lo que ya fue. ¿Quién eres? ¿Eres un castigo por algo malo que hice en mi vida? ¿Eres un karma que debo cargar para siempre? Y aunque quisiera gritarte, para decirte fuera de aquí, sé que no sirve de nada y debo seguir adelante y aprender a conocerte, aceptarte conmigo y llevar esta convivencia lo mejor posible. Es tan doloroso. ¿Sabes? aún recuerdo cuando lo supe, mis padres me acompañaron y mi madre se quedaba conmigo y en medio de la noche me despertaba y ella me abrazaba. Llorábamos juntas y como una niña pequeña me consolaba, ahí sentí el verdadero amor de una madre, su amor, su entrega su protección, como cuando era pequeña, algo me sucedía y ella me reconfortaba. ¿Por qué estás aquí? Y no sabes que tu presencia me causa dolor ¿Cómo puedo aprender a vivir contigo? ¡Por favor, dime! Tu rostro me da miedo y lo que puedas hacer conmigo me aterra, cómo te llevo y te explico que no quiero que me hagas daño, cómo lo hago para que entiendas que debo aprender a vivir contigo y que seamos amigos. Solo quiero entenderte y llevarte conmigo de la mejor manera posible. Sueño con el día en que todas estas sensaciones ocultas solo sean parte del pasado y que mi corazón, mi mente y mi alma sanen para seguir adelante y vivir una vida sin miedo, sin fantasmas, sin temor a ti aunque estés aquí. Ahora eres parte de mí y quiero que sepas que tengo mucho por vivir, que tengo mucho amor por entregar, que soy una mujer fuerte y que lucharé hasta el final por seguir adelante, que Dios me acompaña y que tengo una familia maravillosa a mi lado y que me entregarán su apoyo incondicional. No me dejaré vencer y estoy aprendiendo a vivir contigo a mi lado, no serás mi enemigo, serás mi compañero en todo el camino que me queda por recorrer. Todo lo que tengo y lo valioso es mi alma, mi espíritu, mi corazón, nada de lo que suceda podrá comprometer mi verdadero yo. Aunque flaquee a veces y me debilite otras, sé en mi interior que saldré adelante. Es una promesa”. Se debe pensar en políticas públicas que apunten a una educación sexual que cruce género, identidad y conducta sexual, con el fin de disminuir el riesgo de transmisión y que llegue a toda la población, niños, jóvenes, adultos y ancianos, respetando en ellos su ciclo vitales, pero no excluirlos de algo que es tan propio del ser humano como la sexualidad. Comprender que la pandemia no puede ser exclusivamente atendida desde el modelo biomédico y que se deben considerar los factores psicosociales en su prevención y atención. Aquello resulta hoy más importante que nunca, pues el modelo médico logró dar una respuesta adecuada y bajar la tasa de muerte a través de los medicamentos.
A la memoria de las mujeres trans que hoy no están a causa del VIH/SIDA.
Mayo 2020