Tras hablar del sistema del millon de euros en este artículo, voy a comentar ahora el libro de N. Darvas. A diferencia del libro del millón, ésta no es una técnica teórica, sino que es el sistema que utilizó el propio Darvas para ganar 2.000.000 en los años 50.
Esta es su historia:
La etapa inicial
Nicolas Darvas era un bailarín profesional que en el año 1954 viajaba por el mundo actuando en una compañía. Estando en Canadá recibió un pago por sus servicios que no esperaba: le dieron 6000 acciones de compañía Brilund, compradas a 50 centavos.
Nicolas no sabía absolutamente nada de bolsa, y no pensó demasiado en su inversión. Pero al cabo de 2 meses, echó un vistazo al precio de la acción: había subido a 1,9$: vendió inmediatamente, con un beneficio de 8.000$.
Este fue su inicio como inversor en bolsa. Encantado por el descubrimiento de la bolsa, inmediatamente comenzó a buscar valores para invertir sus flamantes 11.000$.
Nicolas dió muchos palos de ciego, aprendiendo a golpes como funciona la bolsa. Los hitos en su carrera como inversor fueron:
1- Los consejos de amigos
Como no sabía nada de acciones, al principio se dedicó a buscar consejos de personas de dinero que conocía por su trabajo en clubes y espectáculos.
Le sorprendió que muchas personas sabían del tema y le daban consejos gratis.
Con estos consejos estuvo entrando y saliendo en acciones alegremente, ganando a veces, perdiendo otras. Al cabo de 7 meses recapituló sus resultados totales: había perdido más de 3.000$.
2- Los servicios de inversión
Decidió que no podía basarse en consejos de amateurs. Existían servicios financieros que por 1 sólo dólar enviaban recomendaciones de acciones periódicamente. Se suscribió a una docena de ellos.
Estas recomendaciones sí que parecían sólidas. Con todo tipo de explicaciones, identificaban los valores “calientes” en los que había que entrar.
Entusiasmado con sus maravillosos asesores profesionales, se lanzó a la caza y captura de acciones ganadoras.
Tras pasar algunos meses, comprobó que su capital de 11.000$ se había vuelto a reducir, hasta los 5.800$
Hasta entonces Nicolas había operado en el mercado local Canadiense. Pero enseguida descubrió el brillo de Wall Street: miles de compañías en un mercado con múltiples oportunidades.
Puesto que 5800$ no eran suficiente, desplazó parte de sus ahorros a la cartera de inversiones, hasta los 10.000$.
3- Los agentes de Wall Street
Contrató un agente de bolsa de Wall Street. Un profesional que conocía bien el mercado. De nuevo, pidió consejo sobre las mejores acciones, y este agente le recomendó tres buenas compras.
Las explicaciones que le dieron eran muy aparentes, aunque aunque Nicolas no entendió gran cosa; aún así compró.
Un mes más tarde pudo venderlas con 3.000$ de beneficio.
Estaba exultante. Comenzó a comprar y vender acciones según los consejos de agentes bursátiles. Como no entendía nada de las explicaciones, empezó a devorar libros de bolsa.
Los había a cientos: “El mercado de valores”, “Tus inversiones”, “Tú puedes ganar en bolsa”. Así poco a poco fue adquiriendo un nuevo vocabulario.
Muchas de sus inversiones le daban pérdidas, pero Nicolas disfrutaba entrando y saliendo de acciones.
4- Los refranes y rumores
Fue también adquiriendo la sabiduría popular de los dichos y adagios de bolsa. Uno que le encantaba era “No puedes quebrar sacando beneficios”.
Así que durante un tiempo, vendía enseguida sus acciones, en cuanto tenía algunos beneficios.
También le gusto mucho aquel que decía “Para ganr en bolsa, sólo hay que comprar barato y vender caro”
Eso parecía absolutamente lógico. El problema era ¿qué valores son baratos?.
La clave era tener información, estar atento a lo que sucedía: rumores de fusiones, de adquisiciones, de beneficios, podrían ser la clave para saber que una acción estaba barata.
Compró unas cuantas acciones en base a comentarios y rumores.
Pero casi siempre era el último en llegar a la fiesta: compraba la acción justo cuando estaba más alta, y a punto de desplomarse.
Tras bastantes meses, volvió a recapitular: tenía decenas de compra ventas, muchas con pequeños beneficios, y la mayoría con pérdidas. Y las comisiones le suponían un coste muy importante.
Sus ahorros se estaban, otra vez, evaporando.
Tenía sin embargo una compañía comprada a la que no había hecho caso, porque apenas generaba noticias: Virgina Railways. En los meses en que no la había mirado había subido casi al doble, con lo que hizo un beneficio de 1300$ sin hacer nada de trabajo y sin ansiedad.
¿Qué había sucedido?
Analizó aquella compañía con cuidado: era una empresa sólida, con buenos beneficios y una salud financiera excelente.
Entonces pudo hacer un resumen de normas que a partir de entonces iba a seguir:
- No comprar acciones aconsejadas por servicios profesionales. No son en absoluto infalibles.
- No escuchar los rumores, aunque parezcan bien fundamentados.
- No hacer caso de los dichos y refranes del mundillo bursátil.
- El método fundamental parece tener éxito. Debía estudiarlo.
- Conservar largo tiempo un valor alcista es mejor que tener una docena de valores durante poco tiempo.
El método basado en fundamentales
Así que ahora Nicolas tenía la solución: comprar buenas acciones desde un punto de vista fundamental.
Durante semanas se sumergió en páginas de balances y resultados de empresas, buscando las mejores según ese aspecto. Pero era desconcertante. Cada vez que seleccionaba una empresa por sus fundamentales, comprobaba que otras empresas de su sector subían más.
¿Qué hacer?
Descubrió entonces los servicios que clasificaban las empresas según sus fundamentales: Tipo “AAA”, “BBB”, “CCC”, etc, en función de su dividendo, de la estructura financiera, los beneficios por acción, etc.
Fue un gran descubrimiento. Porque con aquella información, podía elaborar él mismo tablas comparando datos de empresas, para poder tomar decisiones seguras.
Comenzó a investigar: buscó los sectores de la economía que mas rentabilidad estuvieran teniendo. Dentro de ellos, localizó las empresas con mejores calificaciones fundamentales; En seguida comprobó que las empresas calificadas como “A” eran las más fuertes y conocidas, y sus acciones eran estables, apenas subían en bolsa.
Asi que se dedicó a investigar las de tipo “BBB”.
Aquí sí descubrió más movimiento. Hizo una tabla con las más solventes de entre las BBB, y pronto descubrió la compañía que tenía los mejores ratios: Jones&Laughlin.
No albergaba dudas, ya que su estudio personal era riguroso y exhaustivo, y además basado también informes profesionales.
Rehipotecó una propiedad que tenía en Las Vegas, pidió un préstamo contra su poliza de seguros y pidió un adelanto a su compañía de baile.
En septiembre del 55, depositó 36.000$ de efectivo y con ello pudo comprar 55.000$ de Jones&Laughlin, a un precio de 52,25. Para hacer la inversión, había dejado todas sus posesiones como aval.
A finales de Septiembre, le fulminó un rayo: la acción comenzaba a caer.
¿cómo era posible? Sus cálculos decían que debía subir un 50% al menos.
La mantuvo. A pesar de que cada punto bajado le costaba 1000 $, decidió aguantar.
En Octubre, la acción había bajado a 44$. Estaba de los nervios. Acumulaba unas pérdidas de más de 9.000$.
Decidió vender. No podía arriesgarlo todo.
Tras la venta, estaba destrozado. Tras tantos estudios y esfuerzos, había perdido 9.000$ y podía perder su propiedad en Las Vegas.
Intentando encontrar otro valor con el que recuperarse, buscó febrilmente en el mercado. Alguna acción que subiera, que le permitiera recuperarse.
Tras varias semanas, encontró una acción que subía continuamente: Texas Gulf.
No sabía nada de ella, salvo que subía. Asi que compró, 37000$ a 37$ la acción.
Tras comprarla, la vigilaba cada día, nervioso, chequeando su única esperanza de recuperación.
En unos días, la acción subió hasta 40$. Pero no vendió. Por primera vez en su vida renunció a un beneficio rápido. Debía recuperar 9.000$, no podía ganar sólo un poco.
Asi que siguió esperando.
Tras 5 semanas, la acción estaba a 43$. Decidió vender. No podía arriesgar más.
Recuperó 5.000$ de los 9.000$ de pérdidas.
En aquel momento estaba extenuado, pero al menos había vislumbrado lo que, esta vez sí, tal vez funcionara
El método técnico. La teoría de las cajas.
Ahora Nicolas Darvas tenía claro que el sistema fundamental no funcionaba. Debía intentar localizar acciones al alza, como con Texas Gulf.
Asi que de nuevo se dedicó a analizar el mercado.
Al cabo de un tiempo localizó un valor, M&M Wood, que le recordaba a Texas Gulf. En el mes de Diciembre del 55 subió de 15$ a 23$. Su agente de bolsa no sabía nada del valor, ni tampoco aparecía en ningún servicio de análisis.
Pero compró la acción, porque subía.
Siguió subiendo, mientras lo vigilaba. Tras varias semanas, alcanzó los 33 $. Nicolas lo vendió, ganando 2800$.
Estaba de nuevo en la brecha. Descubrió después que M&M estaba en conversaciones con otra empresa para fusionarse; Nicolas no había tenido esa información privilegiada, pero pudo detectar que algo sucedía simplemente viendo el movimiento inusual de la acción.
Comenzó a usar este sistema de nuevo, comprando otras acciones.
Sin embargo, de nuevo fracasó en varias compras.
A veces el sistema funcionaba bien, pero otras, fatal.
Repasó sus operaciones. Estaba claro que los movimientos alcistas del precio de la acción a veces llevaban a grandes subidas, pero no siempre. ¿Cómo distinguir los movimientos buenos de los malos?
Tras mucha observación, se dio cuenta de que el precio de una acción no fluctúa al azar, sino que parecía seguir a un imán, que lo arrastraba hacia arriba o hacia abajo.
Pero las fluctuaciones ocurrían dentro de un marco, o como él los llamó, unas cajas.
Es decir, un valor fluctúa entre la parte superior de la caja y la inferior, hasta que supera el limite superior y entra en una nueva caja.
Asi, si el valor está alcista, va acumulando cajas una encima de otra como una pirámide.
Por ejemplo si un valor oscila durante días entre los precios:
45- 47 – 49 - 50 - 45 – 47
El valor estaría en la caja 45-50
Todo lo que oscilara dentro de esa caja era irrelevante. Si el valor caía por debajo de 45, lo eliminaba. Si el valor subía a la siguiente caja, por encima de 50, lo compraría.
Es evidente que la clave era encontrar el tamaño y los límites de la caja.
Esto variaba de un valor a otro.
Algunas acciones oscilaban en cajas del 10%. Otros podían llegar al 15 o al 20%.
Su tarea por tanto era vigilar un número de acciones, estudiar el movimiento de su precio para determinar el tamaño de sus cajas.
Y cuando se acumularan cajas ascendentes, comprar el valor.
¿Cuando?
Obviamente, en cuanto un valor entra en la siguiente caja.
Esta teoría fue el comienzo de su fortuna. Asi empezó a ganar y ganar en bolsa hasta llegar a 2 millones de dólares.
Sin embargo, aún tuvo que depurar su método y pasar alguna crisis antes de depurar el sistema.
¿Quieres saber cómo? En el próximo artículo lo cuento.
Slow-inver
By slowinverSistemas de inversiónLeave a comment FacebookshareTwittertweetGoogle+share PrevUn truco para invertir mejor: elige los días buenos