El miedo es la base del adoctrinamiento

Publicado el 09 julio 2019 por Carlosgu82

No quiero culpar a nadie, pero lo cierto es que desde la infancia se nos adoctrina para que nos convirtamos en ciudadanos sumisos y consumidores voraces, perpetuando el funcionamiento insostenible del sistema. De esa manera cuando entramos en la edad adulta, seguimos la ancha avenida por la que transita el resto, olvidando por completo que somos nosotros mismos. Nos desconectamos de nuestra verdadera esencia, de nuestros valores y principios, y construimos una personalidad adaptada a lo que nuestro entorno más cercano espera de nosotros.

La sociedad y la tradición ejercen una poderosa influencia, sin embargo en última instancia somos libres para tomar decisiones. Simplemente hay que asumir nuestra parte de responsabilidad. Pero, tomar las riendas de nuestra existencia nos confronta con nuestro propio miedo a la libertad. Aún así, la mayoría de nosotros nos resistimos a cambiar.

Cuando obedecemos las directrices, hacemos todo lo posible para no salirnos del camino trillado, y rechazamos ideas nuevas. No nos gusta cambiar. Nos crea frustración y hasta vergüenza, nos hace sentir que nos hemos equivocado. Que hemos fracasado.

Y por eso existe el miedo. El elemento más utilizado por el poder como elemento de control social. Cuanto más temor e inseguridad experimentamos, más deseamos que nos protejan el Estado y las instituciones. Nos bombardean con noticias y mensajes con una profunda carga negativa. Está demostrado que estos mensajes se instalan en algún oscuro rincón de nuestro cerebro, alimentando nuestro instinto de supervivencia. Si vivimos con miedo nos sentimos mucho más vulnerables y amenazados.

Con el tiempo aparece la resignación. Y decidimos conformarnos, sentenciando en nuestro fuero interno que la vida que llevamos es la única posible. Es entonces cuando asumimos definitivamente el papel de víctimas frente a nuestras circunstancias.

La arrogancia muta entonces hasta convertirse en cinismo. Como la máscara con la que ocultamos nuestras desilusiones, y bajo la que nos protegemos de la insatisfacción. Tal es la falsedad de los cínicos, que suelen afirmar que no creen en nada, poniendo de manifiesto que en realidad no creen en sí mismos. Cada vez más la sociedad está mutando hacia este modelo. Y lo peor es que no se hace nada para evitarlo.