El ex presidente andaluz José Griñán, quizás avergonzado porque bajo su mandato se malversarios muchos millones de euros, desde su propio gobierno y el partido socialista que él presidía, ha decidido marcharse del Senado. Lo ha hecho por miedo, presionado por los ciudadanos. Algo está cambiando en España y el miedo, cuando afecta al poder, es una bendición.
Los políticos saben que los ciudadanos indignados son un peligro y que la venganza de los damnificados por sus abusos e injusticias les espera a pie de urna con ganas de castigo, encumbrando a partidos y políticos nuevos y con deseos irrefrenables de arrojar del poder a los que lo han usado con egoísmo y desvergüenza.
Susana Díaz, por primera vez en su vida, está saboreando el miedo a no conseguir los apoyos necesarios para ser investida presidenta de los andaluces. Los líderes de los demás partidos derrotados no se atreven a hacer lo que hicieron decenas de veces antes, cambiar votos por poder y privilegios, negándose a apoyar la investidura de la socialista andaluza.
Algo está cambiando en España, donde empieza a demostrarse la inmensa sabiduría y la justicia de aquel viejo principio, según el cual "cuando el pueblo teme al gobierno es porque hay tiranía y cuando el gobierno es el que teme al pueblo es porque hay democracia".
El arrogante Pujol se ha tenido que doblegar ante la Justicia, lo mismo que Griñán y la sangre real. El pueblo español, al que robaron y engañaron de manera impune durante décadas, tras la muerte de Franco, porque los ciudadanos creían estúpidamente que vivían en una democracia decente, está despertando del letargo y arroja el miedo por la borda para exigir justicia, decencia y acierto a su clase dirigente, una de las mas inmorales, peor preparadas y menos demócrata del mundo occidental.
Hasta los nuevos políticos de "Podemos" están saboreando el miedo porque sus bases se oponen a las componendas y pactos opacos de Pablo Iglesias y los suyos, que están purgando a los amantes de la horizontalidad en sus filas porque quieren tener todo el poder y porque tienen demasiada prisa por gobernar, aunque sean sólo ayuntamientos y taifas.
El miedo, cuando afecta al pueblo, es indecente y antidemocrático, pero cuando afecta a los políticos es saludable y profundamente democrático. Nada hay mas saludable para España que conseguir que gente como Felipe VI, Zapatero, Pedro Sánchez, Susana Díaz, Rajoy, Aznar, Jordi Pujol, Artur Mas y otros muchos políticos que posean rasgos de sátrapas aprendan a rendir cuantas ante el ciudadano y sientan en su boca al acre y metálico sabor del miedo al pueblo, el cual, aunque ellos quieran ignorarlo, es el único "soberano" en democracia.