El milagro energético de Dinamarca

Por Eficienciame @eficienciame


Recientemente publicábamos en esta misma web un ránking de los países con un mayor consumo de energías renovables, entre los que destacaba Dinamarca, un país que llamaba la atención por su apuesta por el consumo de energías limpias.
Lento pero firme ha sido la evolución del país escandinavo, que en poco más de cuatro décadas, ha pasado de tener una total dependencia del petróleo exterior, a aspirar a cubrir en el 2050 el 100% de su demanda energética con fuentes renovables.
Dinamarca, cuya capital ya ha sido nombrada como mejor ciudad del mundo en calidad de vida, sobresale por su consumo de energías renovables (cerca del 20%). Además, su tecnología energética supone una parte clave en las exportaciones del país. A todos se nos viene a la cabeza el nombre de Vestas, uno de los mayores fabricantes de turbinas eólicas del mundo.
En las siguientes líneas, vamos a detallar paso a paso cuál ha sido su evolución hasta nuestros días, cuales los motivos y qué políticas se han llevado a cabo para que tanto población como gobierno (sobre todo éste último) estén plenamente implicados en la consecución de un objetivo inviable para la mayoría de los países.
El punto de partida, la crisis del petróleo de 1973 Todo comenzó con la crisis del petróleo del 73, en la que varios países de la OPEP, junto con Egipto, Túnez y Siria tomaron la decisión de restringir el suministro de petróleo a E.E.U.U. y Europa Occidental, con motivo de la Guerra de Yom Kipur.
Al igual que en el resto de los países afectados, la crisis afectó negativamente a Dinamarca, golpeando directamente a la economía y el empleo. Inmediatamente, el gobierno liberal, y posteriormente el nuevo gobierno socialdemócrata, llevaron a cabo fuertes ajustes a través de modificaciones en la política fiscal.
Debido a la dependencia energética exterior del país (el 90% de la energía utilizada en Dinamarca procedía del petróleo, y la mayor parte se importaba) las primeras medidas llevaron hacer suyo el dicho de que la energía más barata es aquella que no se consume. La drástica política de ahorro energético, llegó al punto de pedir a las empresas que apagaran las luces fuera del horario laboral o de establecer la prohibición de utilizar los coches los domingos.
La recuperación
Pero afortunadamente la situación no se alargó demasiado. En los años siguientes, a la estabilización del suministro del petróleo le siguió la explotación por parte del país de los yacimientos petrolíferos del Mar del Norte, en la costa occidental danesa, pasando de 40.000 barriles diarios en 1981 a 400.000 en el 2005. Respecto al Gas Natural, el crecimiento fue similar, llegando a los 900 metros cúbicos diarios en 2007.


Poco a poco Dinamarca fue consiguiendo su independencia energética, pero en la primera década del 2000, las reservas comenzaron a disminuir. Lo que para otros países sería un problema, para Dinamarca supuso un espaldarazo a la política energética llevada a cabo en los años anteriores, ya que, a pesar de haber recuperado la estabilidad al poco tiempo de la crisis surgida en el 73, el país no abandonó la idea de apostar por el ahorro energético y la inversión en fuentes de energías renovables.
La premisa fundamental de contención del ahorro continuó hasta la actualidad. Prueba de ello, es que, a pesar del desarrollo económico del país, con un crecimiento del 78% del PIB en las últimas tres décadas, el consumo energético se ha mantenido en el mismo nivel, todo ello además con recursos energéticos propios.
Además de la restricción inicial en el consumo, el país acometió una profunda reforma estructural en cuanto a la generación y distribución energética, acompañada por una fuerte inversión en el desarrollo de energías limpias.
La calefacción central urbana
Con el fin de reducir en lo posible la dependencia del petróleo, en 1979 se estableció mediante legislación, una planificación para el desarrollo de una política de calefacción a nivel nacional, que constaba de varias fases.
Inicialmente se encargó a los Ayuntamientos la realización de una serie de estudios en los que establecieran las necesidades en cuanto a calefacción, los métodos de producción y el consumo de la población. A su vez, los gobiernos regionales, con los datos aportados, prepararon diversos informes más generales, que finalmente confluyeron en un plan energético general para el suministro de calefacción.
Desde un primer momento se contó con la total colaboración e implicación de todos los organismos públicos. El resultado se tradujo en un primer catálogo tecnológico que agrupaba no sólo las distintas posibilidades a la hora de abordar la generación eficiente de calor, sino también la demanda estimada de necesidades, la evolución de los precios de los combustibles o el análisis de las redes de distribución.
Gracias a la explotación de los yacimientos de Gas Natural, se potenció el uso de este combustible para la generación de calor, pasando en poco menos de 20 años del 0% al 10% en la proporción del uso de dicho combustible para generación de calor, y del 20% al 40% para calefacción urbana.
Junto con el uso del Gas Natural, una de las medidas más destacadas fue la de desarrollar centrales térmicas combinadas, productoras de electricidad y a la vez, fuentes de calefacción. El sistema se hizo efectivo gracias su expansión descentralizada, hecho que podemos comprobar en la siguiente comparativa.

Se priorizó la ejecución de la centrales cerca de las ciudades, a la vez que se prohibió progresivamente el uso de la calefacción eléctrica, obligando a conectar todas las viviendas al sistema de calefacción central.
En las décadas de los 80 y 90, muchas plantas urbanas de generación de calor se adaptaron a la producción combinada de electricidad y calor, utilizando el Gas Natural como combustible.
Gracias a esto, se consiguió una reducción del uso del petróleo en un 30%. Hoy en día, más del 60% de la generación de electricidad en las centrales térmicas se realiza en combinación con la producción de calor. Así, el 55% de la demanda nacional de calefacción se satisface con sistemas centrales de calefacción urbana.
Por último, se potenció la contribución de las energías renovables a los sistemas centrales de calefacción. Hoy en día, el 65% de la generación de energías limpias se destinan a este uso. La biomasa, con un 68%, y la eólica, con un 30%, son las principales fuentes renovables destinadas a la calefacción central.
Dinamarca es un país dónde el uso de la biomasa como combustible está ampliamente extendido, principalmente gracias a las subvenciones concedidas para plantas de pequeña escala, y por la obligación del estado a las grandes centrales para su conversión al uso de la biomasa. Actualmente, después de la liberación del mercado, las grandes plantas se apoyan en la existencia de subsidios y ayudas en las tarifas de suministro, además de las penalizaciones al uso de combustibles fósiles.
El país cuenta con casi 300 plantas de biomasa repartidas en todo el territorio, alimentadas principalmente por residuos vegetales, biogás, y RSU (el 94% de la basura generada se destina a este uso).
Igualmente, se fomentó fuertemente el desarrollo de la generación eólica. Para ello,  se establecieron subvenciones, encargos a las empresas eléctricas para la construcción de parques eólicos, licitaciones de parques marinos, se obligó a los Ayuntamientos a destinar áreas municipales destinadas a la construcción de generadores. Actualmente la generación de electricidad debida a la generación eólica supone aproximadamente el 30% de la generación energética del país y el desarrollo de la industria eólica es tal que abastece el 27% del mercado mundial.
La eficiencia energética en la construcción
A raíz del incremento de precios del petróleo por la crisis del 73, la calefacción de los hogares se volvió prohibitiva. Este hecho se convirtió en un grave problema, teniendo en cuenta además del clima habitualmente frío del país.
A partir del 78 comenzaron las políticas de incentivos para mejorar los edificios existentes. A pesar de que ya existían reglamentos que estimaban la demanda de calor de los edificios de nueva construcción, con el tiempo se fueron adaptando dichos requerimientos a los avances constructivos, lo que supuso una reducción de las necesidades energéticas de hasta el 75%.

Se estableció una política de incentivos a la hora de invertir en el uso de energías limpias, que se complementó con una fuerte penalización fiscal por el uso combustibles fósiles. Esto favoreció el crecimiento del uso de la biomasa y de las bombas de calor como fuente predominante de calefacción en viviendas con sistemas no centralizados. Junto con la calefacción urbana, se estima que más del 40% de la calefacción tiene su origen en fuentes de energía renovables. Política fiscal e incentivos Desde el inicio de la crisis del 73, el gobierno danés introdujo una serie de subvenciones y obligaciones fiscales que posibilitaron la transformación energética del país. Dicha política afectó por igual a organismos públicos, empresas privadas y particulares. He aquí algunos ejemplos:

  • Ayudas a particulares: subvenciones de proyectos de ahorro energético e instalación de fuentes de generación de energías limpias en viviendas. Obligación a las empresas eléctricas de comprar la energía generada, si era el caso, por las instalaciones propias de las viviendas. Subsidios para reemplazar calderas de petróleo con geotermia o bombas de calor en viviendas carentes de calefacción central.
  • Empresas privadas y organizaciones: se facilitaron ayudas en la inversión de proyectos de información, investigación y proyectos pilotos, equipos con una mayor eficiencia energética, producción de calefacción y electricidad con menor emisión de CO2.

La financiación de la mayoría de las ayudas se basó en parte a la recaudación de los impuestos que penalizaron el uso no eficiente de la energía, como el consumo de energía no renovable, las emisiones de CO2, las emisiones de SO2 (dióxido de azufre) o la venta de automóviles. Transporte A pesar de que todavía la introducción de las energías renovables en el sector transporte apenas llega al 3% (debido a los elevados precios de adquisición de los vehículos eléctricos), desde 1977 se establecieron una serie de tasas que penalizaban tanto la compra de vehículos como el uso de combustibles fósiles. Pese a ello, desde hace décadas la bicicleta se ha convertido en el medio habitual de locomoción para muchos daneses. Se calcula que alrededor del 55% de población utilizan este medio para su desplazamiento, lo que supone una reducción de 90.000 toneladas de CO2 al año. Con una población de 5,5 millones de personas, se estima que Dinamarca cuenta con unos 4 millones de bicicletas.
Por poner un ejemplo, Copenhague, que puso en marcha en 1995 el primer programa gratuito de uso de bicicletas, cuenta con 390 km de carriles destinados únicamente para este uso.
Apuesta de futuro El gran objetivo de la política energética danesa está fijado para el 2050, y es, posiblemente, el más ambicioso llevado a cabo por cualquier país de sus características hasta el momento. Para ese año, se intentará que las energías renovables cubran el 100% de la demanda generada para calefacción, electricidad, industria y transporte. El acuerdo, corroborado por el 95% del parlamento danés, completará su primera fase en el 2020, año en el que se estima que se alcancen los siguientes objetivos:

  • Más del 35% del consumo de energía final correspondiente a energías renovables.
  • Aproximadamente el 50% del consumo eléctrico generado por energía eólica.
  • 7,6% de reducción del consumo energético respecto al 2010.
  • 34% de reducción de la emisión de los gases de efecto invernadero respecto a 1990.

Para ello, se invertirán 10.400 millones de dólares en diversas áreas, como energía eólica, ahorro energético, biogás, biomasa, energía solar, mareomotriz, investigación y proyectos pilotos e introducción masiva de la electricidad en el sector del transporte. Posteriormente, le seguirán otros hitos intermedios:

  • 2030: Finaliza la eliminación del uso del carbón como combustible de las centrales generadoras de calefacción.
  • 2035: Uso del suministro de electricidad y calefacción proveniente de energías 100% renovables.

Todavía falta tiempo para comprobar si dichos compromisos se cumplirán, pero sin duda, este es el camino.