De buenas a primeras parece que estemos ante una nueva versión de Malditos Bastardos, pero nada más lejos de la realidad, precisamente, ya que para empezar este largometraje se inspira en hechos y personajes reales, muy libremente por supuesto, y también dista mucho de la cinta de Tarantino en cuanto a calidad y chispa. Y eso que el cine de su director, Guy Ritchie, siempre ha bebido mucho de su amigo Quentin, pero esta vez se ha quedado en un quiero y no puedo, con algún que otro diálogo chisposo, bastante acción pero no tanta como parece de entrada, y un desarrollo de acontecimientos tan lineal, metódico y previsible que sin decepcionar, sí que nos deja con la sensación de que con los elementos que disponían, se podría haber hecho algo mucho más jugoso.
Mi puntuación: 5/10