El episodio comienza con la llegada de un abogado al Ministerio, algo que deja flipados a Salvador y Angustias, ya que el Ministerio es un secreto. El abogado en cuestión representa a los descendientes de Abraham Levi (recordemos, el que descubrió las puertas del tiempo y le contó sus secretos a la reina Isabel a cambio de protección a su familia, algo que vemos en un flashback), que quieren denunciar al ministerio porque la queen Isa no cumplió su palabra y tiene pruebas que lo demuestran.
Salvador señala que el delito sucedió hace cinco siglos así que ha prescrito, pero, claro, lo que quieren en realidad es una cantidad ingente de pasta y el libro de las puertas a cambio de guardar el secreto. El abogado le deja muy claro a Salvador que tiene cinco días para pensarse si paga o no o al día siguiente El ministerio del Tiempo dejará de ser un secreto.
Yo ya a estas alturas estaría llamando al amigo Espínola para que solucione el problema con su poderío, pero Salvador decide optar por otra vía. Eso sí, que digo yo, ¿eh? Además de Iker Jiménez, ¿quién iba a creer al abogado? Venga, seamos sinceros, una cosa es creerse que se puede viajar en el tiempo y otra ya muy distinta es que los españoles tenemos ese secreto. Venga, si a estas alturas la Merkel nos lo habría quitado.
Total, que la gracia deja sin vacaciones al trío maravilla. La llamada pilla a Amelia escribiendo en su diario, así que lo esconde muy malamente he de decir (tía, que eres una funcionaria que viaja en el tiempo, no sé, qué menos que una tabla suelta) y se cruza con su madre que ha ido a llevarle unas flores y, de paso, dejarle caer que podría cenar con un posible pretendiente. Amelia pasa de la muy poco sutil invitación y se larga, sin saber que su madre sin querer da con el diario. ¿Ves, Amelia? Con una tabla suelta debajo de la cama o incluso debajo del colchón, eso no te pasaría.
Ameliase reúne con sus dos compañeros, que se están quejando de lo cortas que han sido sus vacaciones. Alonso les cuenta que se ha saltado las normas y, en vez de regresar a su tiempo, ha estado en el presente, estudiándolo. Vamos, que sigue con su emoción por las motos.
Julián, por su parte, ha recuperado el hobbie de hacer fotos. Amelia se alegra porque cree que eso significa que está superando a Maite, pero no puede estar más equivocada, ya que Julián le está haciendo fotos a su difunta mujer. A ver, Julián, como te explico yo esto: estás a un paso de ponerte a cantar Yo soy aquel y eso NO es bonito, sino creepy de cojones. Cuidadín.
Una vez están todos reunidos en el despacho de Salvador, éste les cuenta el plan: salvarán a Abraham Levi y así no hay motivo para la denuncia. Por si salvar a un judío de la Inquisición no fuera ya un pelín complicado, nuestros chicos tienen tres problemas. Sí, no uno, tres. A lo loco.
1) La puerta que deben usar les dejara exactamente en el mismo día de la ejecución. La puerta más cercana les dejará años antes, así que no es precisamente una buena idea usarla.2) La puerta es un bucle temporal. Vamos, que el mismo día se repite una y otra y otra vez, así que deben volver antes de que termine dicho día. Como Julián muy amablemente nos resume, es El día de la marmota en medieval.3) La puerta está lejos de Toledo y son dos horas de ida y otras tantas de vuelta a caballo.
Alonsoya está ideando un plan de los suyos, en plan entrar por la fuerza y sacar al rabino al hombro, pero Salvador quiere ser más delicado. Por eso, ha llamado a un experto en derecho medieval para infiltrarlo como el abogado defensor e intentar ganar el juicio por las buenas. Así que lo primero que hacen al cruzar es que Alonso deje grogui al monje-abogado defensor y birlarle la ropa para que el abogado infiltrado le sustituya. A éste último le molan los métodos de Alonso y dice que en los juicios le gustaría hacer lo mismo, pero ni por esas Alonso se alegra.
Después, asistimos al auto de fe, que es súper nice, vamos, y Julián lo compara con los programas del corazón. Este hombre es un pro. Mientras lo están viendo, un perro le mea a Alonso encima, pero a éste mucha, mucha gracia no le hace. Tras la procesión, llega el juicio del pobre Abraham, que va a presidir Tomás de Torquemada, que son palabras mayores... Aunque mayor es el WTF?! que experimentamos todos, protas incluidos, cuando vemos que es clavadito a Ernesto.
El señor Torquemada es un huevazos de campeonato y, por más que el Abogado infiltrado (próximamente en sus pantallas, en las que pongan La sexta exactamente) dé razones para salvar a Abraham, el tío no hace ni caso. De hecho, hasta cuando El Abogado infiltrado muestra una carta de hace un año de Torquemada atacando a Abraham (lo que demuestra que no es ni mucho menos parcial), pasa de todo y hace un "bota, bota y en tu culo explota" y acaba condenando al pobre Abraham, que muera en la hoguera. Acostumbraos a eso porque este pobre hombre muere más veces que cualquier personaje, con la excepción de Dean Winchester.
De vuelta al Ministerio, los chicos preguntan por Ernesto, pero éste no está disponible. Julián señala que el parecido es asombroso y se pregunta que si por eso hay tanto secreto alrededor de la época de la que procede, pero Salvador le quita importancia comentando que a lo largo de la historia hay muchos parecidos. Por ejemplo, en una misión al siglo XIX se encontraron con un organillero clavadito a Bertín Osborne. Por favor, el organillero en la segunda temporada, en el episodio protagonizado por el Dúo Dinámico Salvador-Velázquez.
El tema, por algún motivo, cabrea a Julián y se marcha súper ofendido, pero Salvador ni se inmuta y pasa a pensar un segundo plan. Alonso insiste en ir con refuerzos, pero el jefe sigue insistiendo en emplear vías más diplomáticas: en este caso, al Papa de Roma.
Ameliaregresa a su casa y se encuentra con su madre al borde de los nervios (al leer el diario la creen novelista) que ha decidido que irá a merendar con su pretendiente. De verdad, estas madres plastas que se creen que con un marido arreglan a sus hijas "díscolas" me ponen enferma. Amelia vuelve a pasar de la invitación, pero la pesada de la madre ha estado siguiéndola y ha descubierto que no va a la biblioteca. Como, al parecer, escribir novelas es lo peor de lo peor (¡qué escándalo!, dicho con la voz de las Ashleys, of course), va a ir a la merienda lo quiera o no. La pobre Amelia se ve tan apurada que acaba diciendo que tiene un admirador, pero la pesada de la madre no lo compra y decide que el admirador vaya a cenar.
Por suerte, al día siguiente, Alonso le arregla la papeleta: que lleve a un novio falso, que evidentemente será Julián porque, claro, él habla mejor que el propio Alonso. Oye, pues si Alonso no hace carrera en el ministerio, siempre puede escribir comedias románticas, que el enredo romántico se ve que lo domina.
Ameliales dice que se las arreglará, cuando llegan a la puerta-bucle, donde les está esperando Irene con una bula papal para salvar a Abraham. El bucle se reinicia, así que al pobre Abraham le toca pasar, de nuevo, por su Infierno personal, con el mismo auto de fe, donde todo se repite, incluso el perro meando a Alonso.
Este viaje, en cambio, Julián y Alonso interrumpen el juicio para entregarle a Torquemada la bula papal de forma muy poética, porque Alonso empieza a explicarlo todo como que muy recargado. Pero nada impresiona a Torquemada, ni el florido relato de Alonso, ni la bula, así que pasa de todo en plan "I'm the boss, bitch" y, de nuevo, quema al pobre Abraham en la hoguera. Y van dos. Oye, este hombre tiene una obsesión con el fuego que parece un Targaryen de la vida. ¿Será familia del Rey Loco?
De vuelta al Ministerio, Alonso ya se lo está tomando en plan personal, mientras que Amelia se pregunta por qué la queen Isa faltó a su palabra. Irene explica que en aquellos días estaba tan ocupada con la conquista de Granada que no atendía más asuntos, así que lo más probable es que ni lo sepa. Así, tras descubrir que la queen Isa estaba en Toledo ese mismo día, deciden ir a visitarla al día siguiente.
Juliánsigue queriendo saber dónde está Ernesto, pero Salvador también sigue callando, así que es Alonso quien toma cartas en el asunto. Va a verle para decirle que su parecido con Torquemada es asombroso y que no entiende por qué no arriesga su vida por el Ministerio en esa ocasión.
Mientras tanto, Julián se lo piensa mejor y decide hacerse pasar por el novio de Amelia, así que va a cenar a su casa. El muchacho se pone muy elegante, pero, claro, entre que la situación es incómoda y que no sabe ni papa de la situación de la época, ni de modales pijos, pues canta La Traviata. Por eso, reconoce que es de familia humilde, pero que sabe tratar a enfermos y que quiere a Amelia. Debido a que la pesada de la madre presiona como una loca, también les cuenta todo lo que tiene que ver con Maite, lo que hace que Julián se emocione y se marche.
Al día siguiente, el trío se presenta en la corte isabelina, donde la Queen Isa les recibe junto a Cisneros. A Julián la reina le suena de algo, je, je. El trío dice venir de Roma y cuenta qué hacen ahí, por lo que Isa se nos pilla un señor cabreo del quince porque Abraham está bajo su protección. Al parecer su esposo sabía lo que ocurría, lo que la cabrea aún más. Isa promete enviarle a Torquemada una carta para salvar a Abraham, antes de echarle una señora bronca a Cisneros.
El trío va, por tercera vez, al auto de fe y Julián se lo pasa pipa adelantándose a lo que dice cada uno. Está en ello, mientras Alonso ve llegar al perro, así que se mueve para que, en esa ocasión, mee a Julián. Sin embargo, el perro es de costumbres fijas y, pese a todo, riega a Alonso, que se vuelve a ofender. Y yo me parto la caja tanto como Julián. Si es que es el destino, vamos, casi una OTP. Eso sí, me pregunto si con la tontería están empezando a dejar claro que hay hechos inamovibles que van a pasar sí o sí.
Después vuelven a ir al juicio, donde comprueban que la reina ha cumplido su palabra. Sin embargo, una vez más, el señor Torquemada se pasa el documento legal por el Arco del Triunfo y condena a Abraham a morir en la hoguera. Y van tres.
Y, de nuevo, saltamos al Ministerio, donde están comentando la situación. Alonsosigue con su plan de una intervención armada, por lo que Salvador le dice que le admira (el ego de Alonso se hincha cual globo), pero que le tiene a las mollejas porque pueden cargarse a cualquiera y cambiar el futuro (el globo se pincha). Tras que Salvador despida al trío, Irene le deja claro que sólo les queda una posibilidad y que él sabe a lo que se refiere.
Mientras, Alonso se está pegando con la cajita de plástico de un sándwich, pero Amelia dice que no tiene hambre. Alonso explica que él tampoco, pero que los soldados deben comer ante todo. Amelia, que la pobre está al límite, dice envidiar a los chicos porque no tienen a nadie en casa, lo que les deja hechos polvo, así que ella les pide perdón apurada. Alonso le quita importancia, diciendo que el tema del rabino les tiene a los tres locos: a él porque no entiende lo de Ernesto, a ella porque siempre se preocupa y a Julián porque le plantea la misma duda de siempre, por qué salvar al rabino y no a su esposa. Bueno, eso tiene fácil solución, la verdad: salvar a Maite crearía una paradoja porque el único motivo de que Julián esté en el Ministerio es que Maite está muerta.
Alonso, por cierto, está on fire y dice que aunque es un soldado antiguo no es gilipollas y que se preocupa por ellos, así que les ordena que vayan a cenar a casa de Amelia para solucionar la papeleta. Hostia, el amigo Alonso cuando quiere como manda el colega. De hecho, sus dos compañeros obedecen y Juliánpide la mano de Amelia en matrimonio, aunque les deja claro que la boda será para largo porque él partirá a Cuba para la guerra. Al padre le parece bien y también tiene una buena noticia: ha encontrado un editor para la novela de Amelia. Eh, señor Folch, yo también quiero publicar, ¿una ayudita? *inserte sonrisa encantadora*
La pesada estalla porque todo le parece mal: Amelia como novelista, cree que Julián es un farsante... Pero, en esas, el señor Folch se ahoga (¡haced algo, que me tiene que ayudar!) y Julián le hace la maniobra de Heimlich y lo salva. También le ordena a Amelia que destruya su diario, algo que hace y que la deja muy triste, aunque su padre cree que se debe a que Julián parte a Cuba.
Esa misma noche, Salvador va a pedirle a Ernesto que participe en la misión, aunque jamás debería haberle enviado. Pero, claro, es que no tienen más opciones. Ernesto acepta con una condición: que nadie vuelva a por él pase lo que pase. Después va a verle Irene, que lamenta haberse enterado así de su historia, pero Ernesto no le da importancia. Irene le recuerda que puede negarse, aunque Ernesto le dice que no, que es su obligación y que los soldados tienen que morir por una causa y qué mejor causa que esa.
Por cuarta vez, el pobre Abraham pasa por lo mismo y tiene lugar el juicio, aunque en esta ocasión en vez de Torquemada, entra Ernesto con un cosplay de Torquemada. El juicio es interrumpido por Alonso y Julián que llevan la bula papal para la absolución del reo, aunque en esta ocasión Ernestorquemada la acepta, ya que si lo dice el Papa, va a misa (sí, no me podido evitarlo, podéis pegarme si queréis). En cuanto le dan la absolución a Abraham, el trío va a sacarlo, pero en esas aparece Torquemada y, claro, la gente flipa pepinillos.
La situación está muy, muy tensa, cuando Ernestoquemada se marca un Gandalf, vamos, que los manda huir, así que el trío y el matrimonio de judíos huyen, mientras que el pobre Ernesto es apresado.
El matrimonio es recibido en el Ministerio por Salvador e Irene. Ella se los lleva a que los examine un médico, mientras que Salvador se lleva al trío al despacho, donde le ponen al día. Alonso quiere ir a salvarlo, pero Salvador se lo prohíbe. Éste les explica que sabía que estaba mandando a Ernesto a una muerte casi segura y que lo único que le pidió éste era que nadie iría a por él. Es entonces cuando Amelia, genia donde las haya, pregunta lo que todos llevamos todo el episodio preguntándonos: ¿qué relación une a estos dos? Gracias por preguntarlo, Amelia, en serio.
Antes de oír la respuesta, volvemos junto a Ernesto, que está en una celda con Torquemada que, claro, quiere saber quién es. Ernesto le dice que es su padre, como si fuera un Darth Vader de la vida. Torquemada no se lo cree, lo achaca todo al Maligno, mientras Ernesto le da una señora lección al hacerle ver que ni santo ni mierdas, es un puto asesino, una vergüenza para él. Bueno, eso lo añado yo, ya que Ernesto explica que su madre era judía y que Torquemada asesina a los de su propia sangre. Y nunca mejor dicho porque, eh, lo condena a la hoguera. Uhh, alguien es un hipócrita de mucho cuidado.
De vuelta en el Ministerio, Salvador le enseña a Abraham todo y éste explica que se está muriendo porque tiene tumores. Salvador promete que lo verá un buen médico, antes de explicarle la situación con el abogado. De hecho, Salvador se reúne con éste para decirle que ni pagar ni mierdas. En esas, entra Abraham que protagoniza uno de los mejores momentos EVER cuando el abogado le enseña una tablet, él comenta que es un curioso retablo y, cuando Salvador le corrige diciéndole que es una tablet, el hombre suelta "pues curioso retablet". MUY fan, seriously.
En la retablet le enseñan un descendiente y Abraham básicamente le echa una mardisión judía al abogado, que surte efecto en cero coma, porque el tío se va ipso facto y en paz. Qué poderío el amigo Abraham.
A todo esto, en la cafetería, Amelia y Julián comentan que en menos de una hora Ernesto ya no podrá volver, algo que les entristece. También hablan de tener un novio en Cuba y del diario, lo que les lleva a hablar de si Amelia descubrió algo en el episodio anterior. Ella lo niega, pero entonces vemos esa escena desde la perspectiva de Julián porque la siguió. OMG, que lo sabe. Yo aquí estoy viendo una angst romántico-épica del quince, por cierto. Cuando Amelia le pregunta que en qué piensa, él dice que en Alonso, que hace mucho que no le ve.
¿Y dónde está Alonso? Pues siendo el pro badass de la vida que es. O, lo que es lo mismo, ha vuelto al Toledo medieval a por Ernesto. Éste alucina porque no les va a dar tiempo de regresar antes de que la puerta se cierre y queden atrapados, pero Alonso tiene un señor plan. El muy loco se ha ido con una pedazo de moto a por Ernesto, así que los dos regresan a la puerta a toda leche, mientras Alonso grita que le encanta el futuro.
Eso es todo por hoy, pero, tranquilos, que si hemos tenido episodios mitiquísimos con nazis e Inquisiciones, el siguiente tiene pinta de ser la bomba, porque, amigos, ¡¡nos vamos a los 80!! Los 80. Cómo mola, por favor. Además, Irene dice que también va (¡¡fiesta!!), Alonso va de heavy por la vida y vuelve Velázquez en un episodio en el que sale Picasso. MUERO. Así, tal cual. ¡Qué ganas, por favor!