El ministerio del Tiempo 1x06 - Tiempo de pícaros

Publicado el 03 abril 2015 por Magik
Una semana más os traigo la crónica del nuevo episodio de El ministerio del Tiempo, el cual ha estado muy, muy chulo y ha tenido un invitado que, para no variar, me ha encantado. En serio, tengo un problema con los personajes episódicos de esta serie: siempre quiero que vuelvan todos. Además, en este episodio hemos seguido con la trama de Walcott y se ha seguido explorando la cuestión sobre si los funcionarios deberían o no usar el Ministerio para salvar a los suyos. Pero vamos por orden, así que primero vamos con la misión del día:
La cuestión es que en una excavación en Salamanca, entre un montón de antigüedades, se ha encontrado un teléfono móvil que lleva ahí desde el siglo XVI. Los arqueólogos alucinan pepinillos, claro está, pero ahí no acaba todo: Salvador explica al trío que las obras de arte son robadas y que el ladrón es alguien del siglo XXI: Bárcenas, digo, Díaz Bueno, un estafador del quince que se fugó de la cárcel en un permiso de fin de semana, algo que escandaliza a Alonso. Pues eso que no ha visto los cambios que dan ahí, que más que en la cárcel parece que salen de Lluvia de estrellas, colega.
El Ministerio ha podido examinar el móvil de Díaz Bueno y han descubierto un número no identificado, pero nosotros vemos a Lola recibiendo dicha llamada, aunque luego tira el móvil. Ajenos a estos, Julián resume la misión: deben devolver a Díaz Bueno a su época para que puedan juzgarlo.
Operadora: Buenos días, le llamamos desde Telestar, ¿es usted la titular de la línea?Lola: Dios, estoy hasta el gorro de las compañías telefónicas, qué pesadas. ¡Ea, a la basura, que llamen a Rita la cantaora!
En esas, Ameliapedia nos informa muy gentilmente de que en Salamanca en la época a la que deben viajar tuvo lugar la revuelta de los comuneros, aunque Ernesto la tranquiliza explicándole que llegarán unos meses antes, así que no tendrían por qué tener problemas. Así que el trío pasa por vestuario y es a Julián quien en esta ocasión no le hace gracia su atuendo, ya que dice que le faltan las cintas y la pandereta para parecer un tuno. ¿Quién quiere que Julián le cante Clavelitos a Amelia? Porque yo lo veo.
Ernesto le dice que de eso se trata, que debe parecer un tunante y Amelia añade que los tunantes eran los estudiantes pobres que se pagaban los estudios con sus dotes musicales. Después, Ernesto le explica a Alonso que él es un soldado que va a ir a la guerra y que Amelia será su esposa, a la que va a dejar en un convento. Amelia señala muy sabiamente que las mujeres no tenían muchos roles en aquella época (esposa, puta o monja). Pues no, la verdad es que no, tsk.
El trío sale en un confesionario, en medio de una ermita abandonada, y en esta ocasión están sin ayuda de la época por falta de personal. Además, tienen que ir andando hasta Salamanca, por lo que Julián se queja y Alonso comenta que en la actualidad somos muy vagos. Julián dice que eso es el progreso, pero según Alonso no hemos progresado en lo importante y que sigue habiendo sinvergüenzas que no pagan sus deudas. En esas, escuchan a alguien pidiendo auxilio y como Alonso es Alonso, se pone en plan Terminator-Alatriste y va a salvarlo de esos ganapanes de esta guisa:
Te viene esto encima gritando "POR DIOS Y POR ESPAÑA" y te acojonas más que si Florentino Fernández se te va a caer encima en el Teatro dependiente de Me resbala. Sabéis que es así.
El chico al que salvan se llama Lázaro y les explica que los caminos están llenos de personas que, al no se primogénitos, prefieren robar a trabajar. Por eso, deciden ir todos juntos hacia Salamanca. Durante el viaje, Lázaro les cuenta su vida y, cuando les explica que nació en el río Tormes, tanto Amelia como Julián se dan cuenta de quién es: el Lazarillo de Tormes, que es real. ¡Flipa!
El Lazarillo no sólo es real, sino que es amor del bueno. Muy para alucinar.
Amelia (pensando): Bua, entre el autógrafo (y magreo) de Lope y el de este, voy a tener una colección acojonante.
Mientras Amelia y Julián alucinan con el hecho de conocer al Lazarillo, éste le cuenta a Alonso que le crío un ciego que, aunque le zurraba de lo lindo, le enseñó mucho de la vida. Entonces, explica el episodio de las uvas que todos conocemos, antes de decir que se marcha porque no quiere entrar hasta Salamanca hasta la noche, ya que teme que le tomen por un mendigo y, al parecer, gracias a una ordenanza real prohíbe que en las ciudades haya mendigos que no son los propios de la ciudad. WTF?! ¡¿Pero qué clase de ordenanza es esa?!
Julián también se indigna, pero Lázaro es muy zen él y lo único que les dice es que por la noche actuará y que, si pueden, se pasen a verlo. Después se marcha, mientras Amelia y Julián siguen alucinando con haberlo conocido. Por cierto, me sorprende lo entusiasmado que parece Julián con el tema, ya que él normalmente pasa de los personajes históricos.
Una vez en Salamanca, el trío empieza a buscar a Díaz Bueno, usando un bonito retrato robot que ha hecho Velázquez (me parece fatal, pero fatal que no salga Velázquez hoy; de hecho, debería ser fijo, que conste). Todo el mundo se acojona al ver el dibujo y, claro, el trío se acaba mosqueando. En serio, es que parece que están buscando a Voldemort, no a un Bárcenas cualquiera. Al final, un monje les da la solución: Díaz Bueno es el mal hecho hombre, el corregidor real.
¿Qué no sabéis qué es un corregidor real? No problema, que nuestro gran Alonso nos lo explica: es el representante del rey y su hombre de confianza, vamos, que recauda impuestos, imparte justicia y mantiene el orden público. A Amelia le sorprende que Díaz Bueno haya llegado tan pronto en tan poco tiempo, pero tampoco tienen mucho tiempo para divagar, pues la función de Lázaro comienza. ¿El problema? Que se mete con el rey y, claro, ya sabemos que Alonso es muy monarquiver y, claro, pues se ofende tanto que le hace dos cruces al pobre Lázaro.
"Ya no te ajunto, Lázaro."
En esas, los minions de Díaz Bueno (que han descubierto que el trío está buscando a éste) van a por ellos y Alonso ya está más que dispuesto a repartir leña, pero Lázaro le detiene porque no es muy buena idea. Sí, pueden con esos, pero seguro que fuera hay muchos más. Lázaro, entonces, se hace cargo de la situación y, cuando se meten con él, los comuneros van a defenderle y se lía un poco parda. Al final, detienen a Lázaro, mientras que el monje que les ha ayudado antes, les saca de ahí y los lleva a un sitio seguro, al mismo tiempo que les dice que les estaba siguiendo porque tenía claro que se iban a meter en un lío.
Al hablar del corregidor real, queda muy claro que el fraile tampoco es fan del rey, lo que, de nuevo, sorprende a Alonso que, de nuevo, no entiende cómo alguien no puede ser leal seguidor de los reyes. El fraile le dice que por qué no debería despreciar al rey: no habla su lengua, pone en puestos a extranjeros y se lleva el dinero español a Flandes. Ay, luego en clase de historia dicen que ésta es cíclica y qué razón tienen.
El fraile también les dice que el destino de Lázaro no es muy aciago: con suerte o va a galeras o a la guerra, mientras que sin ella... pues no saldrá de la cárcel. Pobrecito Lázaro, pero si es amor. En ese momento, vemos como Díaz Bueno hace torturar al pobre Lázaro, que tampoco puede contarle mucho. En serio, torturar a Lázaro es como patear gatitos, qué mala gente es Díaz Bueno, ¡qué mala gente!
¡¿Pero cómo se puede estar tan pancho torturando a la adorabilidad hecha persona?!
Klaus: Con El Lazarillo no se mete nadie ¬¬U
Amelia y Julián quieren salvarle, pero Alonso no está muy por la labor y se pone en plan "yo sé más que vosotros, pazguatos", pero los otros dos no están por la labor de ceder en ese aspecto. Ambos insisten en que El Lazarillo de Tormes es una obra cumbre de la literatura española y debe ser protegida (en serio, me sorprende un montón el que Julián está tan on fire con el tema, que incluso dice que se lee en el colegio... hombre, más que leer, buscar el resumen en Internet, pero vale), mientras que para Alonso no es para tanto. Incluso dice que, a lo mejor, si la novela no se escribe, no haya tanto criminal suelto por España. Ay, Alonso, qué iluso eres a veces.
Cuando la tensión entre Alonso y Julián está a punto de estallar, Amelia da un golpe sobre la mesa: ella es la jefa y la labor del Ministerio es mantener la historia, así que, además de atrapar a Díaz Bueno, salvarán a Lázaro.
Mientras tanto, vemos como Lola se encuentra con Díaz Bueno para echarle en cara que le engañó: vemos que estaban liados y que ella le estaba ayudando a conseguir dinero con las antigüedades, pero que él se hizo pasar por muerto para quedarse en el pasado. Lola quiere entregar a Díaz Bueno al trío, ya que no va a consentir que éste cambie el pasado en su beneficio, pero no anda especialmente espabilada y él acaba dejándola grogui de un librazo en la cabeza. La expresión "la letra con sangre entra" nunca tuvo tanto sentido... Vale, perdón, perdón, me he creído Matías Prats de repente.
Lola es encarcelada, así que coincide con Lázaro, que de nuevo es un amor de chico. Es que encima el actor es súper adorable. En serio, estoy muriendo con Lázaro hoy. Ainss.
Al día siguiente, el fraile despierta al trío para decirles que un carro ha salido del penal para llevar a los presos a las Indias. Alonso, una vez más, se pone en plan El solucionador y le pide al fraile que le diga en recorrido del carro. Después, éste va tan pancho sin saber que les espera el trío; mientras aguardan la llegada del carro, Julián comenta que lo de salvar al Lazarillo de Tormes es como salvar a Mortadelo y Filemón, algo que descoloca a Alonso. Por cierto, por cierto, yo quiero que saquen a Ibáñez, Vázquez y cía, podría molar mucho, y el reparto de la película de Vázquez es muy guay, así que podrían repetir y todo. Me vengo súper arriba imaginando tramas, lo sé.
"Espadas a mí, ¡ja!"
A ver, que sigo con el episodio: Alonso se encarga de deshacerse de los hombres del corregidor real pistola en mano, mientras Amelia y Julián liberan a los reos. Lo malo es que Lázaro no está entre ellos, no así Lola, cuya aparición no le mola en exceso al trío, sobre todo a Alonso que la tiene entre ceja y ceja.
Amelia llama a Salvador para informarle de lo sucedido, que tarda cero coma en deducir qué ha pasado. Salvador les ordena que lleven a Lola al Ministerio, pero Amelia le para diciéndole que tienen que salvar a Lázaro de Tormes. Salvador alucina también y le dice que vayan a la ermita, donde Ernesto les esperará para llevarse a Lola, y después ellos sigan con la misión.
De camino a la ermita, Lola insiste en que se están equivocando, que ella quería ayudarlos, pero el haber llevado a Díaz Bueno a aquella época pues como que le quita la poca credibilidad que pudiera tener ante el trío. Lola dice que se arrepiente de haberlo hecho y es entonces cuando Alonso dice que es mejor no hablar con ella, que es una oportunista, pero Lola insiste en que no lo es; si lo fuera, podría contarles cosas de su futuro, aunque Alonso sigue sin cambiar de opinión y la pobre Amelia está ahí calladita, seguramente cagándose en Lola porque fue su encuentro lo que hizo que descubriera la lápida de marras.
Amelia: Yo lo que pienso es que ya podrías aprender de River Song y callarte los putos spoiles, cojona.
Cuando llegan a la ermita, descubren que el confesionario ha desaparecido. En un principio piensan que ha sido Díaz Bueno, pero Lola les dice que lo llevó al pasado por una puerta no oficial, así que Julián pone en voz alta lo que todos nos preguntamos: ¿quién se lo ha llevado?
Pues dos estudiantes en plenas novatadas que debían robarlo como prenda. Los dos paran para que uno mee, cuando Ernesto sale del confesionario y, claro, los dos estudiantes se pegan un susto del copón. Uno de ellos cruza la puerta y, al entrar en el Ministerio, ve a unos tíos que vienen del Carnaval y, claro, se pega un susto de impresión y cree que ha ido a parar al Infierno. Por eso, decide que lo mejor es destrozar el confesionario y quemar a Ernesto.
Por suerte, Alonso también es un poco montaraz y empieza a rastrearlo, mientras Salvador les llama para comunicarles que la puerta ha desaparecido y que la prioridad absoluta es localizar a Ernesto, no sea que esté en peligro. En esas, huelen a humo, así que se ponen a seguir ese rastro y dan con los dos estudiantes, a los que Alonso hace huir con su encanto habitual y un par de tiros. Oye, hoy Alonso está más desatado de lo habitual, ¿no? Si es que esto parece Alonso desencadenado, vamos.
Julián libera a Ernesto, comentando que parece tener fijación por las hogueras y Ernesto dice que le debe venir de familia. ¡Muy fan! En serio, es que este hombre me encanta y últimamente tiene poco papel, lo que no mola nada, que Ernesto es muy grande.
Ernesto, deja de estar a punto de casi morir, que me preocupo, hombre.
Como se han quedado sin puerta oficial, Lola les ofrece la suya a cambio de su libertad y, claro, no es como si tengan otra opción. Así que todos vuelven a Salamanca, donde el fraile les explica que el corregidor va a ajusticiar a Lázaro el 12 de febrero, que era el día en que los clérigos iban a ir a la plaza a leer sus quejas ante el rey y ya no van a poder hacerlo. Antes, ya hemos visto que todo es un plan de Díaz Bueno para atrapar al trío, algo de lo que se dan cuenta. En serio, qué ilusión, que aquí no convierten a los protas en idiotas de repente para alargar el tema, sino que son muy espabilados y se dan cuenta del plan maestro del corregidor.
A Julián se le ha ocurrido un plan al escuchar al fraile hablar de que echa de menos al Dios que solucionaba las injusticias, así que le pide a Lola que le diga dónde está su puerta. Julián va al Ministerio a pedir la ayuda de Salvador y, al día siguiente, cuando van a ajusticiar al pobre Lázaro, vemos que Julián y Ernesto van vestidos de fraile, acompañando al fraile. Éste lee las quejas de los clérigos, impidiendo que se carguen a Lázaro y, de paso, agitando a la gente en plan 22M medieval.
Cuando el corregidor dice que el poder del rey viene de Dios y que como él es el representante del rey, nadie puede discutirlo, Julián dice que alguien sí puede discutirlo: el mismo Dios. Como los minions de Díaz Bueno saben quién es Julián, el corregidor les ordena que estén atentos, mientras hace subir a Julián al estrado. Éste dice que Dios debe decidir quién es el culpable: si Lázaro o él, que un rayo invisible caiga del cielo y fulmine al verdadero culpable... y entonces Díaz Bueno se desploma en el suelo, mientras el fraile majillo clama que es un milagro. Quien dice milagro, dice Alonso con dardos y una mira telescópica, pero bueno.
Julián, con más poderío que la Gaga en un concierto.
Tras salvar a Lázaro, Amelia y Julián se despiden de él y ella le dice que podría contar su vida en una novela. Lázaro se marcha junto a Fray Juan y el trío y Ernesto deciden cumplir su palabra y dejar que Lola se vaya, algo que a Alonso no le hace ni pizca de gracia.
De vuelta al Ministerio, Salvador les felicita por el éxito de la misión y explica que Díaz Bueno ha acabado en un psiquiátrico porque sigue insistiendo en que es el corregidor real. Amelia, entonces, se pregunta por qué ellos no salen en El Lazarillo y Salvador les explica que tuvieron que censurar esa parte de la novela, aunque les da el capítulo para que lo lean. Como Lázaro les dice que les sobra el honor, Alonso se pone contento, que él es así de básico a veces.
El trío se está preguntando quién escribió la novela y si fue Amelia quien provocó que lo hiciera, algo que no van a saber nunca. Sin embargo, nosotros vemos a Lázaro y Fray Juan hablando de escribir las aventuras de Lázaro (como le ha recomendado Amelia) desde el anonimato para no meterse en líos.
Esto es el comienzo de una gran amistad, en plan Casablanca, vamos.
Por otro lado, Salvador le pide a Irene que interrogue a Walcott en la cárcel de Huesca en 1053, algo que a ella no le hace ni pizca de gracia, ya que Leiva, su mentor, está ahí encerrado. Salvador le recomienda que pase página, sobre todo porque Walcott viaja de una forma que ellos no conocen y es un tema muy, muy grave. Así que Irene se nos viste de princesa (qué guapa está la jodida se ponga lo que se ponga) y se va a ver a Walcott, a quien le da una hamburguesa y una bebida.
Walcott sigue haciéndose el chulito, ahí, con un par, como si no llevara un buen rato suplicando por el embajador. Pero Irene ni se inmuta ante sus alardes, en su lugar le jode vivo al decirle que la hamburguesa que se ha comido está envenenada y que sólo ella tiene el antídoto. Eso es clase y lo demás tonterías. Como mola Irene, por favor.
Irene: Ese tío va a palmarla, lo siento en la tierra, lo huelo en el aire.
Mientras deja que Walcott se piense bien lo de hablar, Irene compra al guardia para que le deje ver a Leiva, que el pobre está en muy malas condiciones. Al parecer, llevan ocho años sin verse y Leiva, al saber qué hace en Huesca en esa época, le pregunta si usó el truco del veneno. Irene dice que aprendió del mejor, mientras recuerda el día en que llegó al Ministerio. Por cierto, qué cambio de actitud entre ambas Irenes. Cayetana está estupenda, grandiosa, todo sea dicho.
Irene, de paso, le pone al día: su mujer le cree por muerto y tiene una pensión cortesía de Salvador. Al oír eso, Leiva dice que Salvador siempre ha sido elegante; un cabrón, pero elegante. Es entonces cuando sabemos que Leiva está en la cárcel por intentar llevar a su hijo al siglo XIX para curar a su hijo, que tenía leucemia. Irene le dice que debería haberlo hecho en secreto, pero Leiva cree que eso está mal, que todos los funcionarios deberían tener la opción de ayudar a sus seres queridos. Irene, entonces, le dice que ningún agente se queda atrás y que qué puede hacer por él. Leiva quiere saber quién le traicionó e Irene pone una cara muy rara, antes de irse. ¿Le traicionó ella o fue Lola? Sí, sigo empeñada en que esas dos estaban liadas, xDD.
Irene, entonces, vuelve con Walcott, que ya no está tan chulito, sino que suplica cual nenaza. Ella, implacable, le sigue interrogando y, después, vemos que pone a día a Salvador: al parecer, los americanos viajan con un túnel del tiempo, que pueden programar para aparecer dónde y cuándo quieran y que funciona con energía nuclear. Hay una empresa que ha diseñado el aparato y que, aunque al principio lo hicieron con intención turística, pues se han dado cuenta de que hacer otros trabajitos es más rentable. Salvador señala que hay una gran diferencia entre el turismo e interferir en asuntos de Estado, así que se teme lo peor. Irene también, pero Walcott estaba débil y ha decidido dejar el resto del interrogatorio para el día siguiente.
Luego, Irene va a cenar al comedor y se encuentra con Angustias, que está recogiendo su cena. Irene no está en su mejor momento, así que Angustias se sienta con ella para hablar. Cuando Irene le cuenta dónde ha estado, Angustias sabe exactamente qué es lo que afecta a Irene: Leiva. Angustias quiere saber cómo está Leiva e Irene le dice que mal, pero que lo peor es que está olvidado, que fue el mejor y está ahí pudriéndose; también dice que lo que más le jode es que, al día siguiente, ella tendrá otra misión y se olvidará.
 Irene: Calla, calla, que acabo de ver el final de How I met your mother y me parece peor que el de Los Serrano, ¡que ya es decir!Angustias: Y a mí me gustó. Se veía venir, la verdad.
Angustias intenta hacerle ver que el mundo es injusto, pero a Irene le parece que lo injusto es el penal y ciertos aspectos del Ministerio. Angustias le recomienda que hable con Salvador, pero Irene no cree que funcione. De vuelta al penal en Huesca, Irene le lleva medicamentos a Leiva y le recuerda que ningún agente se queda atrás. Ninguno.
Después, en el Ministerio aparece Mar Saura, algo que no parece hacerle ninguna gracia a Salvador. Mar Saura es el enlace entre el gobierno y el Ministerio, además de alguien que ocupa un lugar por debajo de las almorranas en el ranking de seres queridos de Salvador. Sí, me ha parecido muy necesario comentarlo, que me ha hecho mucha gracia, xD. Total, que Mar Saura viene a pedir que liberen a Walcott inmediatamente porque el embajador de EEUU así lo exige. Al parecer, como ellos buscaron a Walcott en Internet, en yankilandia alguien lo notó y no tardó en dar con la IP del Ministerio. Salvador se queja de que los americanos sepan sus secretos y no al revés, además de que Walcott estuvo a punto de impedir la vuelta del Guernica.
Ser falso nivel: Salvador Martí.
Mar Saura no le da mucha opción a Salvador: tiene que dejarle ir, ya que son órdenes de arriba y que, si la situación se repite, haga lo que tenga que hacer, pero sin dejar pistas. Evidentemente, todo lo ocurrido le toca las narices a Salvador, al que vemos en su despacho mirando una fotografía de él junto a Leiva y Ernesto.
Irene tampoco está contenta con la liberación de Walcott y eso es un eufemismo, porque está súper cabreada. Salvador y ella ven como Walcott se marcha todo chulito. En serio, qué hostia en toda la cara que tiene. Irene se está quejando de que es injusto y que no entiende cómo Walcott se salva y Leiva sigue en el penal. Salvador coincide con ella y decide salvar a Leiva, ya que visto lo visto se pueden saltar las reglas alguna que otra vez. Lo malo es que, en 1053, cuando van a ver a Leiva, éste está aparentemente muerto. Digo lo de "aparentemente" porque no creo que esté muerto. Ahora bien: ¿ha sido Salvador? ¿Irene haciendo un Romeo y Julieta en condiciones? ¿Él mismo?
Eso es todo por esta semana. El siguiente episodio pinta de lo más emocionante, con Irene y Julián haciendo equipo, mientras que Amelia y Alonso trabajan con Ernesto. Curiosa distribución. Además, los episodios tipo secuestro suelen ser bastante molones. Eso sí, parece que The drama King is back, peeeero con un poco de suerte Julián puede empezar a pasar página de una vez, que ya va siendo hora.