El ministerio del Tiempo 2x11 - Tiempo de lo oculto

Publicado el 11 mayo 2016 por Magik
Como todos los martes os traigo el análisis del último episodio de El ministerio del tiempo y el de ayer fue tan, tan divertido que, al volverlo a ver para escribir esto, me he vuelto a reír muchísimo y me lo he pasado pipa. Vamos, que no puedo ser más fan de los cambios de tono de la serie y de que cada episodio sea completamente distinto a los demás. Así que, nada, me dejo de introducciones y voy con la crónica de este genialoso episodio:
Todo comienza con Salvador en el barbero divagando sobre la largura de la patilla. Como lo oís, Salvador, ese hombre de pasiones diversas. Lo interesante llega cuando un hombre se presenta en el local y le dice a Salvador que se conocieron hace casi ocho años, cuando le dio mucho trabajo y Salvador básicamente le jodió la vida al hacerlo pasar por un tarado. Luego clama venganza y se va, ahí, creyéndose un Íñigo Montoya de la vida.
De vuelta en el Ministerio, Salvador ve un vídeo en Youtube sobre dicho hombre hablando de la existencia del Ministerio del tiempo. Me pregunto yo si será amigo del hijo de Ernesto y harán colaboraciones, que es lo que se lleva entre los youtubers.
Salvador: Anda, el primer capítulo de la sexta de Juego de tronos, jujuju... Hostia, ¿la Melisandre enseñando otra vez las te...? Ighhh. Anda, mejor veo el vídeo del argentino...
Después, ponen al día a la patrulla, explicándoles que el hombre es un tal Lombardi, que tenía un programa de cosas paranormales que el propio Ministerio financiaba para desacreditar las cosas raras que podían pasar con el Ministerio y tal. El problema fue que se encontró por casualidad con una puerta y, aunque le quitaron la única grabadora que llevaba, Lombardi contó todo lo que sabía y básicamente lo petó.
Eso sí, como ya no podían fiarse de él, el Ministerio manipuló las audiencias para quitarle el programa sin que fuera extraño. A Julián el asunto le flipa (a mí también, eso explica cosas rarunas de nuestra televisión, uhm) y Salvador le explica que invitaron a un crucero a todo aquel que tenía un medidor de audiencia y luego se colaron en las casas para poner La 2, a lo que Irene dice que nunca una película de Garci tuvo tanta audiencia. Por favor, ¿se puede ser más genial y auto-referencial de esta serie? ¡Los amo tanto!
Amelia (pensando): ¿Y este por qué estará tan contento?Julián (pensando): ¡Toma, toma, toma, que en casa tengo un audímetro! ¡Caribe, allá vamos!
Bueno, presidencia les obligó a dejar a Lombardi por loco de la vida, por lo que Irene cree que, aunque vuelva a hablar sobre el Ministerio, nadie le va a creer. Salvador le explica que el vídeo tiene muchas visitas y que presidencia les ha ordenado eliminarlo (dicho muy chungamente) si el dichoso vídeo (que no pueden borrar porque le darían credibilidad) llega al millón de visitas.
A todo esto, Alonso está con Elena que se lo está pasando pipa con el vídeo de Lombardi. Cuando su móvil empieza a sonar, Alonso teme que Elena quede con otro, pero a ella no le parece tan raro porque nadie ha hablado de que sean una pareja. El pobre Alonso quiere saber que son y Elena le dice que son follamigos, palabro que a Alonso le sueña a chino, algo que a ella no le dice. Cuando Elena se da cuenta de que Alonso no está viendo a nadie, le dice que si quiere algo más, lo mejor será hablar así que le propone una cita.
La carita de Alonso al oír lo de los follamigos.
De vuelta al Ministerio, los jefazos comentan que presidencia está muy molesta y Salvador explica que, para calmarlos, les ha dicho que lo solucionará todo porque ha activado el nivel de alarma alfa... que se ha inventado en ese mismo momento para conseguir cuatro horas.
Como eliminar a Lombardi no es una idea demasiado buena, a Salvador se le ocurre algo mejor: invitarle para hacerle creer que su ministerio es algo completamente anodino y normal. Por eso, reúne a todos los funcionarios y les ordena que tuneen el Ministerio para que parezca una subsecretaría adjunta al Ministerio de Obras Públicas y Julián comenta que es la que se dedica a las rotondas, lo que le hace mucha gracia a todos... bueno, menos a Alonso, que no sabe qué es una rotonda y, tras fingir, le pregunta a Julián al respecto.
Todos se ponen manos a la obra y, además de enterarnos de que Ortigosa se va a casar, Amelia se muestra francamente desagradable con Julián, que cada vez es más consciente de la situación. Pero, bueno, lo que mola de verdad es que Irene hace instalar el solitario y les insta a jugar y, además, Salvador se ha hecho con ropa de saldo de las rebajas de Sepu de 1996. Y las pintas son para morirse, para morirse, en serio. Si es que duele ver a Ernesto con esas pintas, con lo elegante que es él.
Alonso-Cachuli e Irene cosplayada de Margarita de El caso. Muy grande todo.
Están en pleno tuneo cuando llegan dos funcionarios vestidos de romanos y justo en ese momento también llega Lombardi, así que Salvador les manda esconderse en el baño y va a recibir a Lombardi. Éste se presenta con su hija, Sonia, para que lo grabe todo, aunque Sonia no es que se crea las teorías de su padre.
Entonces empieza el tour y Lombardi se pone a sacarle punta a cualquier cosa, pero Salvador no deja de cortarle el rollo con sus ironías habituales. Eso, mientras da explicaciones que incluyen zascas hacia el gobierno, que son muy geniales.
Cuando bajan, se cruzan con Amelia y Julián que, como si fueran el equipo de natación sincronizada, se dan media vuelta todo bruscamente para avisar a los demás. Así que las órdenes son claras: jugar al solitario y no sonreír, no sea que sospechen. Lombardi, de hecho, está convencido de que todo es una conspiración y acaba entrevistando a Velázquez, que finge estupendamente ser un funcionario... o un zombie. Hasta le revisar el cuaderno, donde sólo tiene dibujos, así que Salvador le echa la bronca por hacer dibujitos. Curiosamente, Velázquez aguanta estoico... hasta que Sonia se queja por tener que grabar los garabatos. Lombardi, entonces, pide ir al baño y le promete a su hija que luego se marchan del Ministerio.
Todos hemos sido Velázquez estando en clase. Eso es así.
En el baño, Alonso y Julián están esperando para hacer el paripé y Alonso decide tirarse a la piscina y le pregunta a Julián si tiene follamigas. Julián, evidentemente, flipa, aunque luego acaba deduciendo que tiene que ver con Elena y Alonso le explica que no entiende a las mujeres actuales. Julián, en principio, le dice que no se preocupe, pero luego le explica que Elena quiere hablar y, claro, según él ahí sí que tiene que preocuparse.
Alonso ya se había dado cuenta y le explica lo del restaurante, apoyándose gráficamente con el flyer que Elena le ha dado... y que lleva guardado en el paquete. No, en serio, que alguien haga un crowfunding para comprarle una riñonera, un bolso o un cinturón de electricista, que si se guarda ahí el móvil, puede ser dañino.
Están en esas cuando llega Lombardi preguntándoles por las puertas. Alonso le dice que están ahí delante, pero que los baños están ocupados... y vemos a los pobres romanos ahí juntitos, subidos al váter, con otro funcionario que está sentado. Los funcionarios-ocupa-baños hacen ruido, Lombardi se va y Alonso sigue con sus dudas sobre los follamigos. Uno de los romanos se ofrece a explicárselo, si le dejan salir del baño, pero ni Alonso ni Julián le dejan.
Lombardi se reúne con su hija, que le está contando a Salvador que su padre está fatal, y los tres van al despacho de Salvador. Parece que todo acaba ahí, cuando el móvil de Salvador empieza a sonar y Lombardi se china y exige ver el móvil. Es que el tío llega a amenazar con matar a Salvador, a Sonia y luego suicidarse. Salvador le propone que cambie el orden y se suicide primero, pero Lombardi pasa y hace que Sonia lea el mensaje, que era sobre si podían abrir ya las puertas. Este tío está zumbado de la vida.
Salvador: Que digo yo que que mejor te suicidas tú primero y a los demás nos dejas en paz. Que tengo el segundo episodio de la sexta de Juego de tronos cargándose en el ordenador y quiero saber si Melisandre resucita a Jon.
 Lombardi: Pues o me das el puto móvil o te cuento que pasa hasta el tercer episodio. ¡JA!Sonia: Jo, papa, cómo te pasas.Salvador: No tienes huevos de spoilearme. ¿No ves estas gafas? ¡Son como las de Kingsman y es por algo!
Pese a que Sonia le pide que pare, Lombardi obliga a Salvador a bajar por el pozo de nuevo... y se encuentra a todos los funcionarios apuntándole. Lombardi les exige que bajen las armas o mata a Salvador y su pobre hija ya se está viendo que de esa no salen.
Para proteger a Salvador, Ernesto ordena que abran la barrera y dejen de apuntarlo con el arma, así que Lombardi entra a la zona de las puertas, todavía teniendo a Salvador de rehén. Lombardi está convencidísimo de que todo eso demuestra que tiene razón, pero Sonia cree que sólo son pasillos y que se le está yendo de verdad. Lombardi sigue en su tónica de hacerse el incomprendido, por lo que su hija se cabrea y dice que se va a ir, momento en el que Salvador le quita el arma y le encañona con ella. Salvador le dice que o vuelve a su despacho o le pega un tiro... y llega a hacerlo, pero son balas de fogueo.
Salvador: A mí nadie me spoilea y vive para contarlo, que para eso me entrené con Colin Firth.

Lo malo es que Lombardi aprovecha la sorpresa de Salvador para quitarle la pistola y zurrarle con ella (oh, hijo puta, ¡a Salvador no se le toca!) y se meten en la primera puerta que ven, que les lleva a las afueras de Astorga en 472, aunque sólo parece un campo. Sonia cree que todo es realidad virtual... Jolín, el obcecarse es algo hereditario en esta familia, ¿no?
Mientras Lombardi tiene las santas narices de compararse con Galileo, ven llegar a un tío a caballo, que no se los carga con una lanza por un pelo. Los dos vuelven al Ministerio y Lombardi quiere seguir probando puertas e incluso abronca a la hija por no grabarlo todo. Este hombre es un padre horrible, por cierto. Como justo escuchan que Alonso los está buscando, se meten en otra puerta y acaban en La Rábida en 1485.
Sonia sigue racionalizándolo todo hasta límites insospechados: que si lavandería del Ministerio, que si ropa vintage, que si es un escenario donde se hacen series... Y Lombardi sigue a lo suyo, con que lo graben todo. Que, por cierto, digo yo que este señor muy listo, muy listo no es. Quiero decir, que si de verdad crees que todo es una conspiración y te han hecho pasar por loco y demás, ¿de verdad es buena idea ir a las brutas para exponerlo todo? No sé, lo lógico es pensar que te van a matar.
En el presente, Ernesto y Alonso encuentran a Salvador, que pone a todo el Ministerio a buscar a Lombardi a través de las puertas porque no pueden dejar a Lombardi suelto en el pasado. Para eso, ponen a Velázquez a hacer un retrato robot, lo que casi les cuesta algún disgusto que otro porque Velázquez se toma su tiempo, lo que desespera a Salvador, y Alonso no le deja darle el acabado deseado, lo que desespera a Velázquez, junto a la propuesta de Julián de que coloree su retrato al carboncillo cuando todo acabe.
A todo esto, Lombardi ha logrado que Sonia asuma que han viajado en el tiempo y no se le ocurre mejor idea que meterla en una taberna. Ahí, ven a la gente metiéndose con un hombre, que resulta ser Cristóbal Colón explicando su teoría sobre la ruta alternativa. El imbécil de Lombardi empieza a defenderlo, soltando spoilers de la historia, por lo que los demás se ríen de él. Pero Lombardi está on fire y no se le ocurre nada mejor que coger un huevo y decir que, si lo pone de pie, se dejarán de reír. Lo que hace es estrellarlo contra la mesa, cascando una parte, por lo que se queda de pie, historia que se le adjudica a Colón. Vamos, que le está robando el momento de gloria por la cara. Uh, no mola.
Lombardi: Ahora vas y lo cascas, so pringaos.

Con la tontería, Cristóbal Colón se acerca a padre e hija y se presenta como si fuera James Bond, lo que hace que Sonia al fin caiga en quién es. Sí, la hija tampoco es muy lista que digamos. Eso, mientras Lombardi tiene que improvisar que Buenos Aires está entre Burgos y Ávila. Di que sí.
Cristóbal Colón: Soy Colón. Cristóbal Colón.

Cristóbal Colón se hace amigo de Lombardi, que es un pesado de mucho cuidado y se empeña en ir guiando a Colón, todo ello sin dejar de beber y sin dejar de meter la pata hablando de televisión y comparándose con él. Sí, claro, Lombardi, eres igualito que Colón. Bueno, Lombardi es un pesado irritante de la leche y se empeña en ir con él, diciéndole que necesita un representante y que él puede hablar con la reina mejor que nadie porque es un profesional. No, en serio, la hostia que tiene este tío es pequeña.
En el presente, los jefazos siguen sin encontrar a Lombardi y Ernesto comenta que a la patrulla sólo le queda ir a Sevilla en 1992. Una vez ahí, la patrulla va enseñando el retrato de Lombardi, incluso a un Curro súper cutre (pero es Curro, mola igualmente... digo mientras miro mi peluche logradísimo de él y que en mi infancia casi me saca el ojo en más de una ocasión, ainss, mola tanto), pero nadie los ha visto, lo que hace que Alonso se desespere.
No, en serio, el Curro es tan cutre que es maravilloso.
Están caminando, cuando Julián repara en un trilero y le explica a Amelia que eso no es azar, es atención. De hecho, adivina dónde está el garbanzo. Entonces, ve algo más y coge un billete de 5000 pesetas, que tiene la cara de Lombardi. Al preguntarle al trilero sobre el billete, éste les explica que no será muy culto, pero sí que sabe quién descubrió América.
La patrulla vuelve echando pistos al Ministerio y le enseñan el billete a Salvador, pero lo único que le llama la atención es que Julián no se ha gastado todo el dinero. Amelia le señala que el del billete es Lombardi, pero Ernesto señala que es normal. Vamos, que Lombardi ha cambiado la historia, convirtiéndose él en el descubridor de América, y sólo ellos tres perciben la alteración del tiempo porque les pilló viajando por ellos. En serio, Lombardi es lo peor, le ha birlado la historia a Colón por el morro y, eh, a mí Colón me cae bien.


Total, que la patrulla les explica a los jefazos lo que ha pasado, pero para ellos les parece rarísimo que, en lugar de Nueva Lombardia, sea Colombia. Salvador le pregunta que, si tienen razón, por qué no ha sonado ninguna alarma, a lo que Julián le recuerda que hay puertas que no están controladas por funcionarios, lo que les cuadra por los recortes de personal.
Amelia encuentra una puerta que les llevará a La Rábida en 1485, que fue por donde Cristóbal Colón llegó desde Portugal con su hijo, y Julián señala que América se descubrió en 1492, pero Alonso cree que es normal, son sólo siete años y así es más fácil.
La patrulla corre rauda a la puerta, mientras Salvador, que los está viendo desde su despacho, comenta que, al parecer, ese Cristóbal Colón fue quien lombardizó América. Mira, en serio, me estoy muriendo muy mucho con los golpes que están teniendo hoy. Ay, que me da.
Salvador: "O sea, que ese tal Colón lombardizó América."
Yo hoy me meo encima o me muero como las comadrejas de Quién engañó a Roger Rabbit, seriously.
En La Rábida en 1485, Colón le hace jurar a Lombardi que le guardará un secreto y éste lo hace por Maradona... paso de comentar lo idiota que es... Oh, wait. Bueno, total, que Colón le muestra un mapa, mientras le explica que se le entregó un viejo marino que pensaba que iba a caer al abismo, peor lo que hicieron fue avistar tierra. Colón espera que Lombardi reaccione, pero él no hace nada, así que Colón le explica que eso significa que La tierra es redonda y entonces Lombardi finge flipar. De hecho, le intenta hacer ver que va a descubrir otro continente en lugar de una ruta alternativa, pero Colón no le hace mucho caso y él sigue tratándolo con condescendencia en plan "yo sé más".
Colón también le explica que le están buscando los portugueses porque saben de su teoría y, por eso, Lombardi le enseña la pistola de fogueo y le dice que con ella podrán asustar a los portugueses, aunque no haga daño.
En esas, la patrulla llega a la taberna para preguntar por Lombardi, pero al ver a la gente haciendo lo del huevo, Alonso deduce que tanto Lombardi como Colón han estado ahí. Amelia creía que lo del huevo de Colón era una leyenda, Julián que era otra cosa (una cosa que la pobre Amelia ni se imagina), pero Alonso explica que era una historia muy conocida en su época. Así que, nada, Alonso enseña el retrato y enseguida obtiene una dirección, a la que se dirigen los tres.
Mientras tanto, Sonia está intentando convencer a su padre de que se deje de tontás y vuelva a casa, pero el tío está decidido a descubrir Argentina. Eso sí, pasa de que Sonia se quede, ya que desea que vuelva al presente y publique el vídeo. Los aires de grandeza de este tío me cabrean mil. No sólo le está robando la historia a Colón, sino que pasa tres pueblos de su hija y no deja de utilizarla para ser él el protagonista de todo. Arg, qué horror. Bueno, yo no soy la única que se cabrea, ya que Sonia lo hace, ya que el tío sigue pasando de ella, a pesar de que le diga quiere tener un padre. Lombardi es lo puto peor y quiero que acabe en la prisión de Huesca.
La pobre Sonia se marcha todo compungida y, claro, como estamos en plena noche en 1475, pues no es que esté muy segura. De hecho, es que Sonia muy lista, muy lista tampoco es, porque no se le ocurre nada mejor que, cuando ve a la patrulla, ir a pedir ayuda a dos tíos random pensando que son policía. ¿En serio? Esta chica lo de pensar lo lleva mal, ¿eh? Total, que no son policías (¡qué sorpresa!), sino dos portugueses que, al oírla decir Cristóbal Colón, la toman como rehén para que los lleve con él.
Por su parte, la patrulla entra en el monasterio y le tira un jarro de agua hirviendo a Lombardi para que grite y parezca un hereje. Lombardi primero intenta amenazarlos con la pistola, pero como saben que es de fogueo no funciona, y entonces pasa a protestar y a comportarse como un niño chico, diciendo que quiere ir a América. Alonso, entonces, amenaza con mandarlo ahí de un tortazo, lo que yo apruebo, pero no puede ser porque Julián descubre que la tarjeta de memoria de la cámara no está.


Eso sí, por suerte, Alonso le zurra un poco, antes de amordazarlo. Alonso está contando tan contento todas las cosas que ha aprendido en la misión (argentinos, follamigos...), cuando aparece Colón que se piensa que son portugueses. Julián se pone a hablar con acento portugués y dice que se llaman Christiano, Ronaldo y Ronaldinha (que canta fados) y Amelia añade que son comerciantes de toallas y bacalao, todo eso con un acento portugués súper gracioso de penoso que es. ME MUERO.
Extrañamente, Colón no les cree. Que no sé por qué, con lo buenos que son disimulando. Entonces Julián le amenaza con el arma de fogueo, pero Colón no se achanta... y en esa aparecen los portugueses de verdad, pero no a cantar fados o vender toallas, sino que vienen a por Colón y el mapa. Julián les dice que, lo siente, pero que han llegado primero, pero los portugueses quieren el mapa a toda costa, por lo que amenazan a Sonia.
Lombardi le ordena a Colón que entregue el mapa, pero éste pasa de entregarlo. Entonces, Lombardi le suplica a la patrulla y Julián decide darles el mapa, así que le pide a Alonso, perdón, a Ronaldo que les de el mapa. Alonso lo saca de sus partes nobles, para sorpresa de Amelia, y les da el flyer del restaurante indio.
Todos flipando con el bolsillo especial de Alonso... Me pregunto qué llevará ahí, entre los ríos.Seh, tengo una chispa que ni Matías Prats, xD.
Como a los portugueses les parece bien el mapa, le exigen a Julián que se cargue a Colón, así que le dispara con la pistola de fogueo y Colón finge morirse. Ay, que me da. Los portugueses al no ver sangre no se lo creen, pero Alonso les amenaza con su pistola y como es Alonso y tiene ese poderío de Entrerríos, se marchan. Así que todo acaba bien: Colón parte solo para hablar con la reina Isabel, Lombardi le da su mítico sombrero y le aconseja que mande a sus hermanos con cartas para los monarcas de Inglaterra y Francia, porque sabe que los reyes te quieren para que no te tengan los demás.
FAN.
De vuelta al Ministerio, Salvador va a destruir las imágenes, pero Lombardi monta el numerito, pero Salvador le deja muy claro que no se pueden fiar de él... así que deciden ficharlo de nuevo y le devuelven su programa para que proteja el secreto. A Sonia le parece una buena idea, así que Lombardi acepta y Salvador destroza la tarjeta con saña, algo que es muy, muy comprensible. Yo le habría dado con el cenicero en la cabeza, pero estoy empezando a pensar que soy un ser humano violento y esas cosas, xD.
Representación gráfica de lo que yo (y creo que Salvador) haría con Lombardi.
Una vez solucionado todo, la patrulla están tomando una cerveza y Alonso se va tan contento porque tiene una cita, lo que sorprende a Amelia. Julián le pregunta si no se ha dado cuenta de que está enamorado y ella le dice que es un desastre con esos temas. Y, por primera vez desde el regreso de Julián, vuelven a tener buen rollo y a mirarse a los ojos, pero dura poco porque Amelia sale corriendo... para llegar a su casa, mirar la foto que le dio Irene y descubrir que Julián y ella están igual... pero no hay niño. WTF?! ¡¿Pero qué está pasando aquí?!

No lo sé, Martin, pero me voy de la vida con esta trama.
A Amelia le va a reventar la cabeza un día de estos. Pobrecita, luego que está en plan seta. Si es que no le pasa nada bueno.
Por su parte, Alonso va a su cita con Elena y decide seguir el consejo de Lombardi y darle celos, cosa que no hace muy bien, porque se nota mucho que está mintiendo. Elena, que es muy ídola, le vacila y Alonso acaba admitiendo que ha mentido y que no quiere ver a nadie, ni que ella vea a nadie. Elena le pregunta que por qué le ha mentido y Alonso le explica el consejo de Lombardi, algo que a ella le parece una mierda.
Entonces, le pregunta qué quiere de ella y Alonso le dice que sólo quiera estar con ella y a Elena le da ternurita y se ve que le mola. Elena opina que decir lo que se piensa es un buen comienzo, no sabe de qué, pero un buen comienzo. Y esta escena es una mina. Una mina. A ver, bastante mola que sea él el que está enamorado y ella la que no quiera compromiso, pero además han reflejado muy bien lo que debería ser una relación: respeto y sinceridad. Así que bravo por los guionistas.
A mí es que Alonso me mira así y le juro amor eterno. ¡Es tan cuqui!
Lo dicho, que ha sido un episodio divertidísimo y encima ha tratado cosas muy chulas, como la relación de Alonso con Elena (¿se puede ser más mono que él?) y lo que pasa cuando se cambia el pasado. Y esto promete mucho, jujuju.
Bueno, y la semana que viene nos vamos a la boda de Ortigosa. Que lo han nombrado unas cuantas veces y, al final, lo vamos a conocer. Además, parece que el castillo donde se celebra la boda tiene su propia historia y, claro, seguro que se lía. Esto promete muchísimo. OMG. Que, por cierto, podrían haber invitado a Pacino a la boda, que conste.