UN GRAN PASO CONTRA LA GLOBALIZACIÓN VINÍCOLA
El pasado 24 de marzo, el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (casí "ná" con el nombrecito) ha reconocido como variedades válidas para vinificación y por ende incluidas en el Registro de Variedades Comerciales (RVC), a cuatro variedades de uva autóctonas de Asturias y Galicia que estaban al borde de la extinción. Gracias a la labor de unos pocos viticultores enamorados de su tierra y de las castas utilizadas por sus ancestros, a partir de ahora podran vinificarse y comercializarse de forma oficial con el resto de los vinos de España.
Es de justicia reconocer el papel jugado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que durante los últimos 25 años se ha dedicado a recolectar ejemplares vivos de estas variedades y hacer los estudios pertinentes para verificar que no se trata de clones de variedades ya existentes o de sinonimias con otras ya incluidas en el Registro.
Hay que decir que ya se vinificaba con ellas, pero desde ahora cuentan con un respaldo oficial que sin lugar a dudas contribuirá a que no desaparezcan en un futuro breve, como hubiera sucedido en caso contrario.
Las variedades en cuestión son: Agudelo, Albarín Tinto, Blanco Legítimo y Castañal. Ahora se podrán incluir como autorizadas o recomendadas en sus respectivas Denominaciones de Origen (la Albarín, por ejemplo en el Vino de la Tierra de Cangas) y con ello se habrá logrado un merecido homenaje a nuestros antepasados y a la riqueza varietal que cubre y debería cubrir aún más nuestros viñedos. Creo que la moda ya ha pasado y que ya está bien de tanta parkerización y tanta adopción de castas francesas. El que quiera que las adopte, pero que no se destruya patrimonio vegetal autóctono en el cambio; todo tiene su cabida y su lugar.