El mirlo acuático (Cinclus cinclus) es una especie que se encuentra permanentemente ligada a los cauces fluviales, normalmente en los tramos de aguas más batidas y oxigenadas y que conservan unas buenas condiciones ecológicas. Esta especie se alimenta de insectos acuáticos, sobre todo de larvas de tricópteros, que desgraciadamente para él son un cebo muy cotizado por los pescadores y también son el alimento de las truchas y los juveniles de salmón.
Los pescadores asturianos, en su incansable campañan por demostrarnos a todos que son los dueños y señores del río y de todo lo que contiene, ya no se conforman con declararles la guerra a los cormoranes, a las garzas y a las nutrias. Una guerra que por otra parte es vista con buenos ojos por la Administración asturiana, que se encarga de poner los cartuchos y el personal para que realicen una matanza de cormoranes grandes sin parangón en nuestro país. Algunos pescadores han decidido que los mirlos acuáticos son perjudiciales para "sus peces" porque se comen a los maravallos (nombre asturiano de las larvas de tricópteros).
Y ya se han tomado la justicia por su mano, y la semana pasada estos agradables personajes han derribado dos nidos de esta especie (uno con huevos y otro con pollos) en el río Pra, cerca de la localidad de Fuensanta (Nava, Asturies). Esta especie está protegida y por lo tanto cualquier agresión o molestia hacia ella es susceptible de ser sancionada con una multa que podría ser de una cuantía considerable.
Es hora de que la Administración empiece a dejar de bailarles el agua a estos individuos y empiece a poner sanciones, como al resto de la gente que comete una infracción. Los responsables de la Consejería de Medio Ambiente son tan culpables como estos pescadores, ya que durante años les han permitido que sean ellos los encargados de gestionar el río, permitiéndoles hacer repoblaciones cuando y donde quieran. Les han subvencionado sus instalaciones y les han hecho caso ante demandas absurdas y vengativas como la de iniciar una matanza de depredadores a pesar de tener encima de las mesas de sus despachos cientos de informes que confirman que ni los cormoranes acababan con la pesca ni que los descastes son una solución al aumento poblacional de los cormoranes.
También va siendo hora de una vez de que los pescadores que dicen que no están de acuerdo con este grupo de individuos se mojen de una vez y salgan en público a desmarcarse de ellos y sean ellos los que empiecen a denunciar a sus compañeros, si es que son testigos de un delito como este. También va siendo hora de que se den cuenta de que el salmón se extingue y que en gran parte es por su culpa.