Antes de “Peeping Tom”, el inglés Michael Powell gozaba de prestigio gracias a las películas que había realizado en asociación con el húngaro, Emeric Pressburger. Powell se había iniciado en la era silente y adquirió dominio del oficio dirigiendo decenas de “quota quickies", films breves y de bajo presupuesto con las cuales las compañías británicas cumplían una ley de fomento de la producción nacional. Pressburger, por su parte, era un guionista cuya carrera en Alemania se vio truncada por el ascenso de los nazis. Ambos se encontraron en Inglaterra, y en plena Segunda Guerra Mundial, desafiaron el canon del cine inglés de entonces, inclinado por dramas monocromáticos y realistas. Establecieron su productora, The Archers, con la que emprendieron films que podían no obedecer la narrativa lineal, se inspiraban en mitos u ocurrían en lugares exóticos. Su obras más reconocidas fueron “A Matter of Life and Death” (1946), “Black Narcissus” (1947) y “The Red Shoes” (1948), historias llenas de romanticismo, fantasía y audacia visual, justo lo que el afligido público europeo de entonces necesitaba. Pero durante la siguiente década, la crítica les fue menos favorable y el entusiasmo del dúo se fue disipando. En 1957, Powell y Pressburger emprendieron caminos por separado. Tres años después, Powell, sin proponérselo, terminaría de liquidar su carrera dando al cine inglés su peor tormenta.
El serial killer es Mark Lewis, camarógrafo de un estudio de cine que también se gana unas libras extra fotografiando señoritas desnudas. Es un solitario que siempre lleva su cámara bajo el brazo y se encierra en la oscuridad de su departamento para visionar el material que ha registrado. Su obsesión es capturar “el rostro de la muerte”, ese gesto de horror absoluto del que sabe que está a punto de morir. La manía le viene de familia. De niño fue conejillo de Indias de su padre, un célebre siquiatra (interpretado por Powell), que a su vez estaba obstinado con el sistema nervioso trastornado por el miedo. Su padre registró toda su infancia en carretes de película y lo sometía a pruebas como, por ejemplo, despertarlo en la mañana metiendo una lagartija en su cama, sólo para registrar su reacción. Hasta que un día Mark obtiene de su padre un regalo decisivo, su propia filmadora. Todo esto será revelado a Helen, una joven que logrará aproximarse a Mark y conocer sus secretos. Sabrá, por ejemplo, que su nuevo novio asesina prostitutas y actrices necesitadas de oportunidad, apuntándolas con la cámara y el cuchillo que surge de una pata del trípode.
Siendo “Peeping Tom” una película sobre el voyerismo, la alusión a la pornografía es inevitable. Aunque Mark parece no estar interesado en el sexo, es un consumado fotógrafo de desnudos y al mismo tiempo camarógrafo de una compañía cinematográfica tradicional. Debió ser irritante observar que el asesino atraviesa ambos mundos rutinariamente: lo pornográfico es presentado como parte de la vida diurna. Hay una escena en la que un cliente entra a un puesto de periódicos y, además de The Daily Telegraph y The Times, se lleva un álbum de inglesitas al descubierto, todo a un precio especial. Así también Mark, gracias a su cámara, se hace pasar por periodista para que la policía lo deje cubrir el levantamiento del cadáver que él mismo se despachó horas antes. Es decir, un indecente revoltijo de extremos que se pretendían inconfundibles. Un estudio de cine respetable donde de repente, durante el ensayo de una escena trivial ambientada en una boutique, los actores se encuentran con un muerto en un baúl de utilería. Además, como se mencionó, Mark es hijo de un eminente psiquiatra quien también es responsable de su “desviación”. La perversión como resultado de la práctica científica racionalista.
La mujer como cordero del cine. Esto siempre se supo pero “Peeping Tom” te lo restriega en la cara. Como reflejo de la sociedad patriarcal de donde surgen, Hollywood y Europa presuponen que el “punto de vista” de su cine es obligatoriamente masculino, mientras que femenino es el objeto a ser mirado. El placer de mirar está reservado a los hombres y las mujeres deben aceptar un rol exhibicionista. Pero el que mira es también el que juzga, así que tanto en “Peeping Tom” como en otras tantas películas, algunas mujeres pasan la prueba y otras son llamadas al sacrificio. Entre las primeras están las esposas, y las esposas potenciales, y entre las últimas, las prostitutas y las amantes. Estas son también las que desencadenan la perturbación en el protagonista, y en general son las que “desvían” al hombre hacia la violencia. Las tres víctimas de Mark son chicas sexualmente activas, mientras que Helen, algo curiosa pero pasiva, es la única que puede proveer la tranquilidad para que Mark baje la guardia y exteriorice su trauma.
Como habrán podido apreciar, “Peeping Tom” era demasiado para su época. Te ataca a nivel consciente y te ronda mientras sueñas. La ferocidad de las críticas incentivó que los distribuidores retiraran esta cinta de las salas casi de inmediato, al menos eso cuenta la leyenda. La verdad es que tampoco parecía importar demasiado a sus productores y en adelante las puertas de la industria se cerrarían para Powell. Aunque hizo un par de películas más, estas cayeron en el olvido apenas se estrenaron.
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Cómo conseguirla:"La Tetona de Fellini" husmea entre cintas curiosas, clásicos recónditos, films perseguidos. El cine nos cuenta historias, aquí contamos las historias del cine.
Yo la vi en DVD pero puedes descargarla en el Emule aquí: enlace Ed2ky subtítulos en español (no verificado) enlace Ed2k