Malí es un estado mediterráneo del oeste de África. En la región central del país, al sudoeste de la curva que hace el río Níger, se asienta el grupo étnico conocido como los Dogones.
Actualmente, los dogones forman una población que oscila entre los 400 y 800 mil personas que se ubican preferentemente en la zona conocida como la falla de Bandigara, un quiebre en el terreno con un desnivel promedio de 200 metros. Esta zona escarpada y de colinas ofrecieron un refugio natural al pueblo Dogón contra la presión de los pueblos musulmanes, religión a los que los dogones se negaron a convertirse.
La existencia de los dogones se sostiene en una agricultura de subsistencia y tienen festivales en el que su espíritu ancestral, un tal Nommo, tiene un lugar privilegiado.
Este pueblo primitivo podría ubicarse como una rareza de la antropología. De no ser porque entre sus leyendas, hay una que llamó particularmente la atención: su creencia en una estrella invisible de la que provinieron sus ancestros.
En la primera mitad del siglo XX, el antropólogo Marcel Griaule y su colaboradora Germaine Dieterlen estudiaron a los dogones. Tras la muerte de Griaule, Dieterlen escribió un libro con las charlas del chamán dogón Ogotemeli y el fallecido Griaule. En lo que se relaciona con los conocimientos astronómicos de los dogones, llamó la atención la descripción de la Luna como un sitio estéril, el conocimiento de cuatro de los satélites de Júpiter o los anillos de Saturno. Pero, especialmente, lo más llamativo fue la creencia dogón de que la estrella más brillante del firmamento, la que los Occidentales conocemos como Sirio y los dogones como Sigi Tolo, tiene dos compañeras: Po Tolo y Emme Ya Tolo. Para los dogones, Sigi Tolo interactúa con Po Tolo que tiene una órbita de 50 años, de tal manera que cada medio siglo se acerca a aquella y la ilumina. Cuando se aleja, Sigi Tolo parpadea, lo que hace que el observador crea ver varias estrellas.
Los dogones efectúan un festival cada medio siglo (la Ceremonia Sigi) donde representan con bailes y máscaras este juego estelar entre Sirio y sus compañeras.
Lo que sorprende de esta creencia de los dogones es que se refiere a un hecho astronómico no observable a simple vista y, fundamentalmente, que es cierto.
En 1844, el alemán Friedich Bessel había deducido la presencia de un cuerpo invisible que afectaba la órbita de Sirio y calculó la órbita del objeto que provocaba alteraciones en el recorrido de Sirio. Recién en 1862, el norteamericano Alvan Graham Clark (integrante de una familia de hacedores de grandes telescopios) consigue registrarla. El descubrimiento de Sirio B, la pequeña acompañante de Sirio, da un espaldarazo mundial a la óptica estadounidense.
En resumen: una tribu primitiva tiene un conocimiento astronómico que sólo consiguió, tras muchos esfuerzos técnicos y matemáticos, la sociedad occidental.
Uno más uno suman dos y Robert K. G. Temple dio el paso en su libro El misterio Sirio: los dogones habían tenido contacto con extraterrestres quienes le transmitieron sus conocimientos astronómicos.
Bueno, aunque sugestiva y sumamente intrigante, parece haber una explicación más terrenal al misterio de la estrella de los dogones. Todo no sería otra cosa que un caso de contaminación cultural. El conocimiento de los dogones habría llegado de los mismos occidentales que los visitaron quienes, involuntariamente, contaminaron con su saber astronómicos la tradición dogón.
El antropólogo danés Walter van Beek, en los '90, convivió con los dogones y descubrió que sus conocimientos astronómicos eran bastantes pobres. Más aún: parecían repetir los mismos errores que se tenían en el estado del saber astronómico en Occidente en los años '30. El propio Griaule era un astrónomo amateur y ya en 1883, en ocasión de un eclipse, un estudioso francés había estado visitando la zona. Y, desde 1907, había escuelas francesas en la zona de los dogones. Todos ellos son potenciales sospechosos de contaminar la cultura dogona.
Como agravante, el trabajo de Dieterlen se basa sólo en sus charlas con el chamán Ogotemeli. Y tampoco queda tan claro que la estrella de su tradición sea Sirio. A veces la confunden con Venus. Otras dicen que es invisible y por eso no se puede señalar. Y lo más probable es que en las charlas entre Griaule y Ogotemeli se haya filtrado la identificación de Sirio como la estrella que rinden homenaje los dogones.
Carl Sagan, en El Cerebro de Broca, destina un capítulo a los dogones y señala que el pueblo de Malí conocía los anillos de Saturno, pero no los de Júpiter o Urano, o sólo 4 de los hasta hoy más de 60 satélites identificados de Júpiter. Si una civilización extraterrestre hubiera contactado a los ancestros de los dogones hubieran aportado una información distinta a la que tenían los astrónomos occidentales cuando Griaule y Dieterlen contactaron al pueblo de Malí.
La estrella invibles de los dogones parece ser una comedia de enredos sin mala intención de ninguna de las partes. Solamente, el viejo juego de escuchar las mismas historias que nosotros contamos, distorsionadas por el paso de una oreja a una boca, a una oreja y a otra boca, y así sucesivamente...
FUENTES:
Un artículo de César Reyes de Roa para el sitio Antiguos Astronautas:
http://www.antiguosastronautas.com/articulos/ReyesdeRoa_06.html
Otra nota de Ciencia Kanija:
http://www.cienciakanija.com/2007/04/02/investigando-el-misterio-de-sirio/
Una nota de Rafael Bachiller para el diario El Mundo:
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/18/ciencia/1361184886.html
El artículo en Wikipedia de los dogones:
http://es.wikipedia.org/wiki/Dogón
de Friedich Bessel:
http://es.wikipedia.org/wiki/Friedrich_Bessel
y de Alvan Graham Clark:
http://es.wikipedia.org/wiki/Alvan_Graham_Clark
y de Sirio:
http://es.wikipedia.org/wiki/Sirio