Se encuentra próximo el equinoccio de marzo, al igual que ocurrirá con el de setiembre. Será entonces cuando un maravilloso efecto óptico, por perfecto, haga descender de una de las laderas de la pirámide a la serpiente de Kukulcán. El espectáculo está servido.
“La boca o entrada al pozo de los itzáes (brujos del agua)”. Este es el significado del nombre de la ciudad y donde Kukulcán, el dios de la cultura maya adaptado del de la tolteca, Quetzalcóatl, preside el complejo desde la que fue considerada una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo Moderno: El Templo de Kukulcán, la pirámide Chichén Itzá o, bajo su denominación popular, el Castillo.
La ciudad fortificada y sus edificaciones más importantes.
Foto: Fuente Wikipedia
Otro de los lugares predominantes es el Gran Juego de Pelota, aunque en el conjunto existen varios. El así denominado, de características toltecas, es el mayor existente en todo México. De unos 70 metros de ancho y otros 168 de largo, los competidores luchaban por conseguir pasar una pelota de hule por un anillo situado en la parte alta de las paredes. Además de la altura, la dificultad consistía en que el jugador solo podía golpear a la pelota con las caderas o los antebrazos. Vi una representación de tal juego y, la verdad, es que me parece increíble como es posible introducir la pelota por tan pequeño agujero. Quizás se aplicaban, sin mirar los bancos situados en las partes bajas de las paredes, con relieves simbolizando la muerte y la decapitación, para no caer en la amenaza de la serpiente emplumada, grabada en los anillos y que representan a Kukulcán.Después de la Plataforma de Venus, la calzada nos conduce al Cenote de los Sacrificios.
Con 60 metros de diámetro y con paredes de 28 metros, de los que 13 están sumergidos, en este gran depósito se realizaban ofrendas al dios Chaac, el señor de las lluvias. Artículos de todo tipo de cerámica, metal e incluso madera, objetos valiosos que formaban parte de las ceremonias. Incluso, se llega a decir, sacrificios humanos pues se han encontrado esqueletos en la profundidad de sus aguas. Quien por cuestión poco causal, sobreviviera escalando los muros, después de haber hablado con los dioses de la lluvia, era considerado como otro dios y amparado en otro status social: el del sacerdote. Uno observa el cenote, hoy en día, y celebra sentirse plebeyo sin que sea necesario hablar con los dioses de la lluvia.
El Castillo: la gran pirámide de Chichén Itzá.
Sobre una base cuadrada de 55 metros de lado, yergue hacia las alturas un grandioso monumento y perfecto, en cuanto a su construcción, en medio de una gran explanada. Realmente se le puede catalogar como un mausoleo, dada la gran cantidad de tumbas halladas. Construido en honor a Kukulcán, otros historiadores piensan que su edificación estaba destinada a adorar al Sol.
En la parte baja de la escalera principal, en la cara norte, y en ambas balaustradas de piedra se sitúan dos grandes cabezas de serpiente augurando lo que resulta será un fenómeno único en el mundo.
El simbólico descenso de la serpiente de Kukulcán.
Son las sombras de las esquinas de las plataformas superpuestas del lado norte las que se proyectan de arriba abajo, formando siete triángulos isósceles y asemejando el cuerpo ondulante de una serpiente. Tuvimos la fortuna de presenciarlo; yo, que antes había osado interrumpir el descanso de Kukulkán, me encontraba en tierra junto a miles de súbditos. Ahora era él, demostrando su poderío, quien bajaba a tierra para anunciar la época de lluvias.
Por aquellos años no disponía de máquina de video, ni de cámaras digitales. Me ha costado mucho, y me disculpo por la mala calidad, rescatar las fotografías personales que os muestro; otra, que se menciona, está sacada de la red, al igual que este fantástico video que seguro os encantará. A mí solo me queda seguir respetando a Kukulkán y, por supuesto, desearos: SALUD, ciudadanos viajeros.