El historiador Hesíodo en su largo poema El trabajo y los días, intentando concebir la historia de la humanidad, habla de cinco edades creadas por los dioses. Simbólicamente cada edad pertenece a las características de un metal y de su lectura se desprende que cada tiempo pasado fue mejor.
Resumiendo mucho, nos cuenta que los dioses crearon primero la edad de Oro. En ese tiempo los seres humanos desconocían el trabajo y la vejez, la vida era puro deleite y la muerte llegaba como un dulce sueño. Estos seres acabaron convirtiéndose en démones que vigilaban la tierra y protegían a los humanos. La edad siguiente, la de Plata, fue inferior tanto en aspecto como en mente. Los seres eran inmaduros (criados por sus madres durante cien años) y vivían poco porque su insensatez hacía que se pelearan entre ellos. Zeus acabó eliminándolos porque no les rendía culto. Más tarde creó la edad de Bronce, marcada por su enorme violencia. Los seres humanos eran una raza guerrera que solo se ocupaba de las obras de Ares (dios de la guerra). Tenían mucha fuerza y unas manos invencibles que les crecían de los hombros. Todo lo que les rodeaba (armas, herramientas, casas…) era de ese metal. Acabó exterminándose a sí misma por su enorme violencia, no hizo falta la intervención de los dioses. Durante la edad de los Héroes, aunque también eran guerreros como los de la edad de bronce, los seres eran mejores y por eso se ganaron la gloria. Algunos murieron en guerras, como la de Tebas o la de Troya, pero Zeus les concedió una vivencia ultraterrena en las Islas de los Afortunados (en los confines del mundo) junto a Océano.
La edad de Hierro es la época de los hombres actuales (dice Hesíodo en el año 700 A. C.), tiempos en los que se sufren miserias, fatigas y en los que los dioses proporcionan enormes preocupaciones. Aventura el autor que Zeus también destruirá esta raza porque se acabará perdiendo el respeto, la piedad y existirán toda clase de acciones ruines.
A la vista de los acontecimientos, parece que falta muy poco para que tengamos una nueva edad. ¿Tal vez la de plástico?
"La larga marcha de la humanidad", acrílico sobre tela (Luis Miguel Valdés)