Los dedos arrugados parecen no haber vuelto a llamar la atención de investigadores hasta el siglo XXI, donde aparecieron nuevos avances. En 2001 la Universidad de Tel Aviv publicó un estudio que apoya la idea del “arrugamiento como respuesta a un estímulo”. Observaron y compararon fotografías de dedos de 18 pacientes con mal de Parkinson (que causa daño neurológico de forma progresiva) con otras de 9 pacientes sanos, y notaron que si bien todos se arrugaban, los de pacientes enfermos lo hacían mucho menos.
En 2011 el neurobiólogo evolucionista Mark Changizi publicó un estudio analizando la forma que tienen las arrugas de los dedos. Según sus conclusiones la forma no es aleatoria sino que se parece mucho a los arroyos naturales que se forman con agua de deshielo de las montañas, o a las cubiertas de vehículos que se diseñan para dispersar el agua hacia los lados y no patinar.
El último estudio que se hizo sobre este tema fue de los científicos Kareklas, Nettle y Smulders en 2013. Querían averiguar si tener los dedos arrugados podía realmente ayudar a dispersar el agua, y evitar que se nos patinen objetos húmedos. Hicieron que un grupo de personas pasen diversos objetos de una caja a otra. Con los dedos normales y arrugados, y objetos secos y mojados. En el caso de los objetos secos, les fue igual sin importar cómo tuviesen los dedos; pero con los objetos mojados, les fue bastante mejor al tener los dedos arrugados.
La teoría vieja tenía también un problema: ¿Por qué al humedecerse se arrugan la piel de la palma de manos y planta de pies y no la del resto de nuestro cuerpo? La respuesta era que en estos lugares, el espesor es mucho mayor y por eso es más notorio.
Según el nuevo planteo, el efecto es una respuesta a un estímulo externo que nos proporcionó la evolución. Cuando el agua penetra las capas externas de piel, altera el balance de electrolitos y se envía un mensaje al cerebro. Éste responde obligando a los capilares subcutáneos a contraerse y evitar el flujo de sangre. De esta forma, la superficie de las capas inferiores de la piel disminuye pero no la de las capas exteriores, que tienen menos vasos y se ven obligadas a arrugarse.
Más allá de que investigar dedos arrugados pueda parecer una tontería, muchos científicos están empezando a verle utilidad como método de diagnóstico. Si una persona tuvo un accidente grave, hay que analizar si sufrió daños en los nervios de las extremidades, en cuyo caso los dedos mojados no se arrugarían. Un primer diagnóstico puede ser este (aunque no es del todo seguro porque no contempla a todos los nervios, y porque se sabe que algunas personas sanas no tienen esta reacción). Para evitar meter manos y pies en baldes de agua durante media hora, algunos utilizan una crema anestésica llamada EMLA que produce el mismo efecto en sólo cinco minutos. Y es más limpio y fácil de aplicar.
Como es un tema en pleno desarrollo, todavía quedan muchas preguntas. No sabemos cuáles animales también pueden hacer esto, en qué medida nos puede representar un beneficio reproductivo, o si las arrugas efectivamente ayudan a drenar el agua.