El monasterio de Sant Pere de Rodes

Por Beldz

Desde que empecé la carrera de historia del arte, hace ya diez años, había tenido ganas de ir a visitar este monasterio. Es un exponente del arte medieval de Catalunya, así que para mí era de visita imprescindible. Pero no fue hasta hace un mes que fui a visitarlo. El monasterio de Sant Pere de Rodes se sitúa en el término municipal de El Port de la Selva, cerca de Figueres, en la comarca del Alt Empordà. Desde su privilegiada ubicación, se pueden contemplar unas vistas espectaculares del Cap de Creus.
El monasterio fue una antigua abadía benedictina perteneciente al condado de Empúries. Lo tenemos documentado desde el año 878, pero no es hasta el año 944 cuando se lo considera como un monasterio independiente dirigido por un abad. El monasterio recibió grandes donaciones de tierras y consiguió privilegios de los papas y de los reyes francos. Consolidó su poder y su prestigio entre los siglos XII y XIII: se convirtió en un importante centro espiritual, político y económico, y en un lugar de destino para los peregrinos. Pero sus primeros indicios de decadencia ya se encuentran en el siglo XIV, como consecuencia de la crisis del sistema feudal y de la orden benedictina. Entre los siglos XV y XVI, le afectaron las guerras y los ataques de piratas. Los sucesivos saqueos que sufrió a lo largo del siglo XVII hicieron que la comunidad abandonara el monasterio. La extinción definitiva se produjo con la desamortización de 1835. A merced de todo tipo de saqueadores, sus tareas de restauración no empezaron hasta 1935. Actualmente, es un bien cultural de interés nacional.


Bodega Siglos XVII-XVIII
Se trata de un edificio de tres plantas. Los dos pisos superiores se habrían reservado para almacenes y viviendas de payeses y criados. Las habitaciones conservadas en la planta baja habrían servido de despensa y bodegas. El interior está construido con bóvedas y arcadas que separan los diferentes espacios. Se debe relacionar la construcción de todo el edificio con el gran momento de expansión de la viña que vivió el cabo de Creus a partir del siglo XVI.

IglesiaSiglos X-XI
La datación de la iglesia es todavía hoy un tema de debate entre los historiadores. Una hipótesis mantenida en estudios recientes explica que las obras se podrían haber iniciado a finales del siglo X, y el año 1022, única fecha que tenemos, no indicaría que la iglesia estuviera acabada, sino que tan sólo se habría consagrado la cabecera. La finalización del templo se situaría hacia finales del siglo XI. 
Tanto la arquitectura como la decoración de los capiteles muestran una voluntad expresa de recordar construcciones de época romana. La bóveda de cañón de la nave central está sostenida por un poderoso sistema de pilares y columnas. La decoración de los capiteles es de estilo corintio y la de los arcos formeros es de entrelazos. Las naves laterales, con bóveda de cuarto de cañón, actúan de contrafuertes para sostener la nave central. 


Cripta Siglos X-XI
El espacio estaba relacionado con el culto a las reliquias. Su planta anular recuerda a un deambulatorio y su situación, bajo el presbiterio, favorecía la consideración de lugar sacratísimo. Arquitectónicamente, la cripta fue una construcción necesaria para salvar el desnivel del terreno y poder construir el ábside de la iglesia. En el muro occidental encontramos una columna adosada con  forma de palmera que consigue sostener el techo del espacio y también el peso de todas las estructuras superiores.
Claustro inferiorSiglo XI
Se trata de un claustro muy primitivo, que se descubrió con las excavaciones de 1989. El espacio tenía cuatro galerías porticadas en torno a un patio trapezoidal. Al llegar el siglo XII, el esplendor y la prosperidad del monasterio hicieron que este claustro se considerara insuficiente y se decidiera construir uno mayor. La topografía del lugar dificultaba la ampliación del espacio, por lo que se decidió soterrar el claustro a fin de poder hacer uno nuevo en el piso superior. La galería de levante es la única que conserva la bóveda de cañón original, con algunos restos de pinturas murales, entre los que destacan un león y una escena del calvario.

Claustro superiorSiglo XII
El claustro, que formó parte de las importantes obras de ampliación del monasterio en el siglo XII, está prácticamente reconstruido. Queda bien poco del original: los capiteles y las columnas fueron expoliados, con el consiguiente derribo de los muros de las galerías. Durante el siglo XX, tuvieron lugar dos intervenciones de reconstrucción. Podemos considerar el claustro como el corazón del monasterio benedictino. Entre otras funciones, era un lugar para la lectura, la escritura, la meditación y el juego, pero sobre todo actuaba como distribuidor de las estancias que utilizaban los monjes en su vida cotidiana.


Portería Siglos X-XII
La portería era el espacio que conectaba la vida claustral del monasterio con el mundo exterior, mediante la puerta que comunicaba con la plaza, abierta en el siglo XII. Aunque los benedictinos no eran monjes de clausura, no se les recomendaba salir al mundo.
PlazaSiglo XII
Gracias a las excavaciones que se realizaron durante el periodo de 1989 a 1991, se descubrió que, hasta el siglo XII, éste había sido un espacio de entierros privilegiados, y que el acceso al interior del monasterio se realizaba desde la galilea. A partir del siglo XII, con la construcción del nuevo claustro, se modificó el acceso al monasterio. Se abrió la entrada que hoy comunica con la portería y se cubrió el espacio funerario para convertirlo en la explanada que podemos ver actualmente.
SobreclaustroSiglos XVII-XVIII
Ya desde finales de la Edad Media, los monjes fueron abandonando la vida comunitaria según la regla de san Benito, hasta el punto de que en el siglo XVIII cada monje tenía su propia casa en esta zona del sobreclaustro. En las diferentes dependencias conservadas pueden verse vestigios de ventanas, balcones y chimeneas. 
CampanarioSiglo XII
Al igual que la torre de defensa, ésta tiene una altura de 27 metros. Es una estructura de planta cuadrada y tiene tres pisos. Los dos primeros tienen ventanas de medio punto, sencillas y sin decoración. En cambio, en el tercer piso, podemos observar la característica decoración de estilo lombardo presente en la mayoría de campanarios catalanes del siglo XII. 



Iglesia de Santa Elena de Rodes
La iglesia de Santa Elena, también denominada de Santa Creu, es un edificio prerrománico datado del siglo IX en sus partes más antiguas: la nave central y la torre del campanario. En el siglo X se le añadieron los brazos del transepto y el ábside cuadrado. En el siglo XVI se construyeron las naves laterales, en el siglo XVII se incorporaron a la derecha del templo las sacristías y en el siglo XVIII se habilitó el piso superior como vivienda del ermitaño. La fundación de una iglesia dedicada al culto de santa Elena no es casual si se tiene en cuenta la relación de esta santa, madre del emperador Constantino, con el hallazgo de la Vera Cruz. La iglesia, igual que el pueblo que la rodeaba, era posesión del monasterio desde el siglo X, cuando fue donada por los condes de Empúries. Pese a quedar abandonado el pueblo de Santa Creu de Rodes (se organizaba alrededor de la iglesia. Actualmente quedan las partes bajas de algunas casas, algunas calles y los dos portales de la muralla defensiva que rodeaban la villa, de origen alto-medieval), Santa Elena continuó abierta al culto mucho más tiempo. En el siglo XIX empezó el período de expoliación, durante el cual se perdieron todas las imágenes y decoraciones. 

La zona que rodea el monasterio de Sant Pere de Rodes fue también un importante asentamiento prehistórico. Se pueden encontrar diversos tipos de manifestaciones megalíticas, como dólmenes o sepulcros. Todos ellos están documentados y forman parte de la naturaleza de la región. A mí siempre me han llamado la atención este tipo de construcciones, así que no quise perder la oportunidad de visitar al menos los que estaban más cerca del monasterio.
Paradolmen de la PalleraPrimera mitad del III milenio a.C.

Sepulcro de corredor de Vinyes Mortes I Primera mitad del III milenio a.C.