Revista Cultura y Ocio

El monstruo es un espejo de la condición humana | Alejandro Ribadeneira

Publicado el 04 marzo 2018 por Iván Rodrigo Mendizábal @ivrodrigom

Por Alejandro Ribadeneira (O)

(Publicado origjnalmente en diario El Comercio, Quito, el 25 de febrero de 2018)

El monstruo es un espejo de la condición humana | Alejandro Ribadeneira

La obra del cineasta Guillermo del Toro rescata a los seres sobrenaturales como una catarsis del miedo. Foto: Captura El Comercio.

Los monstruos, en su concepción ligada a la mitología y la ficción, existen por una sola razón: tenemos miedo. Esos seres impropios del orden natural, abominable y aterradores, están presentes desde que la humanidad cayó en cuenta de sus temores e ideó formas para administrar el miedo, para enfrentarlo y, por supuesto, para sacarle provecho.

En estos días, la película ‘La forma del agua’, cuyo eje es la historia de amor de una humilde asistente de limpieza y un hombre-anfibio, ha puesto a los críticos y cinéfilos a revisar el fantástico mundo del director Guillermo del Toro, quien ha forjado a lo largo de su carrera una galería de seres monstruosos para sus películas y las de otros directores.

Del Toro, en una entrevista para la agencia DPA, ante la pregunta de qué es un monstruo, responde: “Para mí, todos somos monstruos. Un defecto es una virtud que no ha sido contemplada de forma adecuada”. El mexicano, que quizás en una semana reciba el premio Oscar a Mejor director, optó por el costado romántico del monstruo, una ámbito que impulsó la escritora con Leprice de Beaumont, autora de la versión más difundida de ‘La Bella y la Bestia’.

En este famoso relato de hadas de 1757, la Bestia es temible y grotesca, le temen los visitantes y sus propios lacayos; pero una mujer logra ver esa virtud que no era visible y, contra todo pronóstico, se enamora. Después de siglos en que los héroes como Teseo y Hércules eran alabados por enfrentarse y matar a medusas, serpientes gigantes, minotauros y sirenas, una señorita francesa rompe con esa dicotomía del bien y el mal con su historia de amor.

Fue un cambio revolucionario del papel del monstruo, que fue inventado por el hombre primitivo como un método para darle cuerpo a sus miedos y enfrentarlos, no en el terreno de la pesadilla sino desde el punto seguro de la realidad, es decir, de un dibujo, de un tótem, de algo fijo.

El escritor Ignacio Padilla, otro mexicano cultor por la fantasía, en su ‘Tratado sobre el miedo y lo terrible’, sostiene que el primer monstruo fue ese bisonte que dibujó el hombre de las cavernas luego de las pesadillas, que son una narración defensiva, una evasión imaginaria que llegó incluso antes de la capacidad de articular. Los primeros monstruos eran ficciones catárquicas del hombre asustado.

Las culturas han desarrollado sus monstruos particulares y prácticamente no existe época en que los pueblos dejen de reaccionar ante sus miedos. Es decir, no existe época sin la presencia del miedo. El arte, la religión y el delirio militar han sido, por supuesto, espacios en que el miedo ha sido expresado. El monstruo, no obstante, tiene su utilidad. La escritora británica Marina Warner, experta en mitología, habla de la catarsis pero también del placer de crear al monstruo como espejo de la condición humana. Como representa la objetivación de la angustia, sirve para descifrar lo que somos ante los temores.

Los monstruos de la mitología clásica, la egipcia esfinge, la griega quimera, el escandinavo kraken, el latino hipogrifo, la persa mantícora y otras criaturas demuestran que el miedo ha sido parte de diversas culturas y consolidaron el preconcepto de que lo espantoso está del lado del mal; aunque ahora, en Occidente, rige la ficción para explorar las aristas del desasosiego.

La ‘culpa’ es de otra mujer, la escritora Mary W. Shelley, que hace 200 años publicó la novela ‘Frankenstein, el moderno Prometeo’. Su monstruo, construido con partes de cadáveres por un científico que busca descifrar el secreto de la vida, impactó en la cultura por varias razones. Primero, porque fue personaje de una novela, el género literario de la burguesía que se volvió más popular que la poesía. Luego, porque el monstruo intenta superar su deformidad física por medio del lenguaje y el deseo de tener una compañera. Era cruel, pero había una compleja personalidad detrás suyo.

‘Drácula’, de Bram Stoker y publicada hace 101 años, fue otro giro sobre el monstruo, que con esta novela (de estructura más bien teatral) se pusieron los tres ingredientes básicos del género del terror: el erotismo, la sangre y la muerte. Stoker creó un monstruo misterioso, sinuoso, que perturbaría a Occidente porque se basa en el recelo a lo desconocido y en el pecado.

Hollywood, y sobre todo el cine B, redujeron la importancia del monstruo a un mero subgénero de segunda calidad. Vampiros, hombres lobo, monstruos de la Laguna Negra, variaciones menos humanas de la criatura de Frankenstein, ese Igor eternamente jorobado, dejaron de evocar la zozobra y pasaron al rubro del entretenimiento. Las parodias del dúo de comediantes Abbott & Costello, pero sobre todo las series cómicas ‘The Munsters’ y ‘Los Locos Adams’, aplastaron a estos símbolos a cambio de unas carcajadas. No se puede transmitir la desesperación de morir en soledad si el monstruo de Frankenstein aparece casado con la hija de Drácula y tiene un niño-lobo de hijo.

El cine de terror pudo crear un monstruo respetable, el zombie, gracias al filme ‘La noche de los muertos vivientes’, de 1968. El cineasta George A. Romero no fue el primero en usar zombies, pero aprovechó un miedo contemporáneo (la extinción de la especie) y colocó a los zombies como el monstruo por excelencia de la ficción de los últimos 30 años.

Del Toro, con su estética y su dedicación, ha rescatado el valor ancestral del monstruo para preguntarnos, por ejemplo, en ‘La forma del agua’, si acaso el verdadero monstruo no será el agente de seguridad del relato, blanco, con hermosa esposa, hijos cariñosos, un Cadillac soñado, patriota, pero con una amplia capacidad para distribuir crueldad. El monstruo es cuestión de perspectiva.


Volver a la Portada de Logo Paperblog