Como pediatra, me reúno con todo tipo de padres que tienen inquietudes acerca de las vacunas en general; muchos me han dicho que no confiarán en una vacuna contra el coronavirus, y que ellos y sus hijos no la tomarán, al menos a corto plazo. Cuestionan la seguridad de una vacuna desarrollada en una línea de tiempo acelerada, y a la sombra de la presión política, una preocupación que también ha sido planteada por expertos a favor de la ciencia y la vacuna. Algunas familias incluso aceptan la teoría conspirativa de que se implantarán microchips junto a la vacuna.