El muerto vivo

Publicado el 21 mayo 2012 por Antoniodiaz


Pues no. No estaba muerto, ♫ no, ♫ no. Tampoco tomando cañas, ni de parranda. También desmiento categóricamente que una banda de taurinos me haya tenido secuestrado veinte días, viajando de aquí para allá, cargado en el zulo de un camión, como han estado los pobres toros de Guardiola. Asimismo niego que me haya dado un marichalazo y que esté al borde de la muerte, como los renacentistas florentinos -padres del escacharramiento de relojes hispánico-, infartado con el colesterol del arte, aquejado por un síndrome de Sthendal casposo y esnobista, afectado por el bienpagado verbo de Dragó y el donaire andrógino y versallesco de Manzanares. Dejé de escribir por que esto de los toros ya me aburre tela -intento quitarme, fracasando una y otra vez, como el yonki decano del Proyecto Hombre- y también porque ahí andamos, echando el resto en la rehabilitación de una pata quebrá por cargar la suerte a deshoras.
Así que seguiremos arrejuntando letras de vez en cuando, para quitarnos el gusanillo y compartir -iba a decir ilusiones ¡qué cándido!- desencantos -cómo le entiendo, Don Domingo Navarro- con los cuatro amiguetes que pasan por este rincón en el que solo se entiende el toreo desde la posición anticuada, trasnochada y salvaje que dió a la tauromaquia su máximo grado de esplendor.