Cristo Redentor Messi
La gran final será mañana domingo y yo justo comencé a trabajar hace tres días nada más. Hablé con la gerenta del Hostel donde conseguí trabajo y le expliqué que tomaría el lugar de trabajo pero que me deje ir el domingo a Río de Janeiro. Su respuesta era de suponer. Claro que sí! Pensé que lo iba a tomar mal que ya de entrada yo, que estaba sin trabajo, le esté diciendo que quiero faltar un día y la esté condicionando. Pero este viaje me sigue sorprendiendo y las cosas que me ocurren parecen de fantasía pero no, es la vida real misma. En realidad yo en el fondo lo que más quería era ir por supuesto y lo deseé tanto que al final se cumplió sin problemas.Es imposible que de repente en esta instancia no deje de rememorar momentos de mi vida durante mundiales anteriores y no deje de recorrer aquellos tiempos trazando imágenes que se quedaron en mi memoria.
El mundial de 1986 fue sin duda el más recordado por los argentinos. Fuimos campeones y Maradona hizo lo que se conoció como "el gol del siglo" y fue consagrado como "el mejor jugador del mundo". Yo tenía solo 4 años y pocas imágenes retengo de aquel mundial.
La "Araña" del Estadio Azteca, Mundial 86, que "picaba" si me portaba mal.
Maradona besando la copa. Argentina campeón, Mexico 86. De las pocas imágenes que retengo de por entonces.
El mundial 90, en Italia, fue el Mundial que más me gustó y que viví con más intensidad. Ya tenía por entonces 8 años y quería ser jugador de fútbol cuando sea grande. El mundial anterior había dejado retumbando en mis oídos el nombre de Maradona y comencé a seguir sus campañas en el Nápoli de Italia.Durante ese mundial, nos sentábamos toda la familia Albornoz en el comedor o en el living -los 9 integrantes de la familia- sobre un sofá bordó largo y algunos otros en otras sillas blancas de madera que traíamos de la cocina. Parecíamos los Simpsons sentados en el sofá frente a la TV, versión familia numerosa. El control remoto no existía -en mi casa- y usábamos un palo de escoba para cambiar los canales o subir y bajar el volumen. El mundial fue muy intenso como para andar parándose a cada momento.
Ese fue el puntapié de mi fanatismo por el fútbol. Fue el mundial que más pendiente estuve y que terminó por apasionarme por el fútbol. Grité como nunca con los goles de Caniggia, a Brasil primero, y a Italia luego, de peinadita, por encima del arquero italiano Walter Zenga. Qué manera de gritar esos goles y enloquecernos en mi casa! Ni hablar de los penales, un sufrimiento, pero siempre salíamos victoriosos gracias al Goyco. Lo más feo del mundial fue, claro, la final perdida contra Alemania con un penal inexistente, cobrado por el árbitro mexicano Codesal, ejecutado por Andreas Brehme.Diego llora la injusticia del Mundial 90 en Italia
Luego nunca más en mi vida volví a vivir momentos intensos con los mundiales. Claro que los resultados no acompañaron a la selección, y también yo de a poco, por las pobres actuaciones, fui perdiendo interés.
Pero en esta oportunidad estoy viviendo un mundial de adentro, desde el país anfitrión, que no es nada más ni nada menos que el clásico rival de Argentina y, para colmo, se ha alcanzado nada más y nada menos que la instancia final.
A esta altura la felicidad que tengo ya es enorme. Nunca estuve tan cerca de vivir un momento así desde esta posición. En el lugar de los hechos. Como que a esta primer etapa del viaje, que recién comienza, le faltaba la frutilla del postre. Y aunque será una partida difícil y una jornada repleta de momentos intensos, yo sé que ya estoy más que conforme y feliz por estar donde estoy, palpitando esta instancia
desde el lugar de los hechos y pensar que hasta hace unos años lo veía desde mi casa por TV y cambiaba los canales con un palo de escoba....Me siento un privilegiado. Me siento bendecido. Me siento feliz. Me siento más que nunca protagonista de mi alegría. Me siento en movimiento, haciendo cosas en mi vida para que no todo quede donde estaba. Y eso me hace sentir vivo.
Que Argentina sea el campeón!!!