Revista Sociedad

El mundial simboliza el sistema actual: pocos ganan y muchos pierden

Publicado el 26 junio 2014 por Ssociologos @ssociologos

“La copa es simbólica, porque es vendida como algo en que ‘todo mundo gana’, en verdad es un proceso en que algunos pierden todo, para que unos pocos gananen mucho, de forma que otros más pudiesen ganar algo”, reflexiona el filósofo. Entrevista especial com Rodrigo Nunes.

brasil no quiere el mundial El mundial simboliza el sistema actual: pocos ganan y muchos pierden

La semana que se inicia la Copa del Mundo en Brasil, después de tantas manifestaciones alrededor de las protestas del “Não vai ter copa”/ “No habrá Copa”, “pocos realmente llegaron a creer que sería posible impedir el del torneo,”, Valora Rodrigo Nunes en entrevista a IHU on-Line concedida por correo electrónico. Con tanto dinero empeñado en el mundial, subraya, era difícil que el evento “no fuese hacia adelante, aunque tuviesen — como estamos viendo, que sacar las Fuerzas Armadas a la calle“.

Sin embargo, el hecho de la Copa tuviese marcada por múltiples protestas expresando que parte de la población estaba diciendo: “no cuenten con nosotros para que actuemos como comediantes felices en una fiesta que sabemos no es nuestra. Las personas rechazaron el papel que les habían asignado en la narrativa”, dice el investigador. Para él, el movimiento “No habrá Copa. “era performativo: o sea el mero hecho de ser dicho o pronunciado por miles de personas ya lo hacía real. ¿Por qué? Porque este tipo de evento es construido sobre la idea de unidad indivisible: la Copa es buena para el país, es una gran oportunidad para Brasil, será una gran fiesta para todos…. Pero, por supuesto, la verdad es otra. La Copa del mundo es un gran negocio para un grupo muy restringido: la FIFA – que está impedida por ley de tener pérdidas, según legislación que impone a los países sede – los patrocinadores, las compañías constructoras, etc.”.

Y agrega: “para las 250 mil personas que fueron o son amenazadas con ser expulsadas de sus hogares, para los familiares y amigos de los trabajadores muertos, a los trabajadores vivos que enfrentan condiciones de trabajo perversas, para los moradores y vendedores ambulantes afectados por la limpieza cosmética de las ciudades, la Copa ha sido catastrófica”.

En la siguiente entrevista, Nunes, también llama la atención sobre las consecuencias de la Copa y señala que el gasto excesivo de dinero público y la corrupción en el mundial no son algo “excepcional y específico propio del caso de brasileño. Es necesario entender que este no fue un modelo particularmente mal aplicado; el modelo es este. La FIFA y el Comitê Olímpico Internacional – COI son dos entidades privadas, sin ninguna accountability [responsabilidad y transparencia], conocidos por las denuncias de corrupción que los rodean.

Su negocio es vender (literalmente, a juzgar por la historia sobre la elección de Qatar como la sede de la Copa), lo que podríamos llamar ‘paquetes de estado de excepción”, para los países interesados en atraer inversiones “.

¿Qué es lo específico del país?, cuestiona y responde, “es una serie de demandas sociales suprimidas: la distribución del ingreso, el problema de la vivienda, el exterminio de jóvenes negros y pobres, la baja calidad de los servicios públicos, la impermeabilidad del sistema político. Aunque en la última década han sido pasos importantes en algunas de estas áreas, todo esto viene cuentas a propósito de la Copa. En esta perspectiva la Copa es solo un punto focal temporal para que un malestar social más amplio, profundo e inclusive antiguo, y en verdad la gran pregunta de qué forma este malestar se expresará una vez pasada la Copa.

Parece claro que él no va a desaparecer pronto, pero no está claro cómo las diferentes luchas se integran entre sí, como se organizan, y como se van relacionar con las instituciones”.

Rodrigo Guimarães Nunes es doctor en filosofía por el Goldsmiths College de la Universidad de Londres y profesor en la Pontificia Universidad Católica do Rio de Janeiro-PUC-Rio. Es colaborador de varias publicaciones nacionales e internacionales, como Radical Philosophy,Mute, Le Monde Diplomatique, ,Mute, Serrote, The Guardian y Al Jazeera. Como organizador y educador popular,participó en diversas iniciativas, como las primeras ediciones del Foro Social Mundial y de la campaña Justice for Cleaners, en Londres.

Además, fue miembro del colectivo editorial Turbulence, una influyente revista entre movimientos sociales de Europa de América del Norte en la segunda mitad de la década pasada. Es autor del libro The Organisation of the Organisationless: Organisation After Networks (La Organización de los sin organización: la organización después de las Redes).

Nunes publicó recientemente un artículo en la edición especial de la revista Les Temps Modernes, que fue fundada por Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, sobre las protestas en Brasil. El dossier incluye el análisis de los investigadores como Marcos Noble, Idelber Avelar, Vladimir Safatle y Louann Shanks.

Vea la entrevista a continuación:

IHU on-line – ¿cómo interpreta Ud. las manifestaciones del #NaoVaiTerCopa que se han producido en las redes sociales y en las calles antes de la Copa del Mundo en Brasil, considerado el país del fútbol? ¿Hay algo extraño en esta relación?

Rodrigo Nunes - para mí, era claro desde cuando el “No habrá Copa” surgió, que esa afirmación podía leerse de dos maneras. La primero era condicional: Si no hay señales claras en respuesta a las exigencias que están siendo planteadas (transporte público, servicios públicos en general, freno a las remoções causadas pelaCopa, grado de cumplimento de las promesas sobre el “legado”, violencia policial en las protestas y en los barrios pobres…), insatisfacción y la movilización sólo tenderán a crecer.

Y si ella crecieran, puede pasar cualquier cosa. La gente había (re) cobrado confianza en su poder colectivo, en su capacidad de interrumpir os business [el negocio] tan frecuente en un un sistema político tan poco permeable como el nuestro; estaban conscientes de que su capacidad de movilización, súbitamente (re) descubierta inspiró temor en la clase política. En este contexto, el “No habrá Copa “, era una amenaza: ustedes tienen que escucharnos, atender nuestras demandas, sino….

Por otro lado, creo que en realidad pocos llegaron a creer que sería posible evitar la realización del torneo. Era muy difícil, con tanto dinero invertido, con tantos intereses en juego, el evento no se realizara, aunque tuvieran — como estamos viendo, que sacar a las Fuerzas Armadas a la calle.

Unidad indivisa

Pero eso queda relativizado, porque el otro significado de “No habrá Copa”, era performativo: el mero hecho de ser pronunciado, de ser dicho por miles de personas ya lo iba haciendo real. ¿Por qué? Porque este tipo de eventos se basa en la idea de una unidad indivisa [aceptación general del evento por la sociedad]: la Copa es buena para el país, es una gran oportunidad para Brasil, será una gran fiesta para todos aquí… Pero, por supuesto, la realidad no es tan linda así. La Copa del mundo es un gran negocio para un grupo muy restringido: laFIFA — que literalmente se protege de tener pérdidas, según la legislación que impone a los países sedes—, patrocinadores, promotores, etc..

Para las 250 mil personas que fueron o siguen siendo amenazadas con ser expulsadas de sus hogares, para los familiares y amigos de los trabajadores muertos, a los trabajadores vivos que enfrentan condiciones de trabajo perversas, para los moradores y vendedores ambulantes afectados por la limpieza cosmética de las ciudades, la Copa ha sido catastrófica”.

Y para la mayoría de la población, fue una quema absurda de cantidades gigantescas de dinero público destinado a construir estructuras privadas, o que seránprivatizadas en breve, o que se convertirán en obsoletas inmediatamente, mientras que casi ninguno de los resultados permanentes prometidos [el llamado legado de la Copa] se realizó.

Lo que ha sucedido desde junio del año pasado es que las personas han ido percibiendo, hasta que punto fue mal distribuida esa “gran oportunidad”, como esa ‘unidad’ a quien supuestamente se destinaba la Copa [y sus beneficios], era una cortina de humo para encubrir un proceso, llevado al extremo de privatización de las ganancias y la socialización de pérdidas.

Decir “No habrá Copa”, entonces, quería decir: no cuentan con nosotros como actores o figuras felices en una fiesta que sabemos ajena, que es nuestra. Las personas rechazaron el papel gente negaba el papel dado en esa narrativa.

Y que no hay vuelta atrás: como indican las encuestas, el consenso alrededor de la Copa y las Olimpiadas, y por lo tanto la supuesta unidad a que se refieren, se acabó. En este sentido, no hubo Copa.

IHU On-Line – ¿por qué las manifestaciones empezaron a entre dos y un año antes de la Copa? En la época cuando Lula anunció la Copa del mundo, el país vibró. ¿Se esperaba otro modelo de gestión en relación con las inversiones? ¿O las manifestaciones de junio también abrieron posibilidades a nuevas críticas de la Copa?

Rodrigo Nunes – el argumento de “¿por qué no protestaron antes?” sería cómico si no estuviese siendo usado por tantas personas con trayectoria en movilización política. Oiga, si hubiesen explicado a la población la verdad sobre lo que iba a pasar, habría sido difícil justificar incluso ¡la candidatura de Brasil a país sede!

Las personas protestaron “tarde” porque la información que necesitan para formar opinión es “administrada” con el propósito de posteriormente, se encuentren los resultados de los “hechos consumados” sobre sus vidas.

Si ser idealmente bien informado fuese pre- requisito para poder expresarse políticamente, estaríamos perdidos — porque una de la cosas por las que las personas siempre luchó es exactamente el derecho a tomar sus decisiones, porque nadie tome estas decisiones en su nombre o en su contra, sin tener posibilidad de defender su posición autónoma.

Lo que pasó entre el anuncio de la elección del país como sede y ahora, es justamente que las personas fueron informadas — en la práctica. Pero aquí es necesario deshacer una percepción equivocada. Los mega eventos no son algo “bueno” que en Brasil “salió mal”. Es cierto que hubo corrupción e ineptitud administrativa, en el nivel municipal, estadual y federal; quizás más que en otros lugares, tal vez menos. Mas no hubo mucho de excepcional en el caso brasileño.

Es necesario entender que éste no fue un modelo mal aplicado por este país; el modelo es así. La FIFA y el Comité Olímpico Internacional-COI son dos entidades privadas, sin ninguna accountability [responsabilidad y transparencia], conocidos por las denuncias de corrupción que los rodean.

Su negocio es vender (literalmente, a juzgar por la historia sobre la elección de Qatar como sede de la Copa), lo que podríamos llamar ‘paquetes de estado de excepción”, para los países interesados en atraer inversiones “.

El paquete presenta a estos países condiciones ideales – el consenso alrededor de la unidad nacional, la excusa de interés público, el “apuro” para concluir obras “atrasadas, una legislación estandarizada lista para ser impuesta — para una ronda de acumulación capitalista violenta. O sea: para un proceso brutal, pero perfectamente legal, de privatización de las ganancias y socialización de los costos.

Naomi Klein habla de la “doctrina de choque” refiriéndose a como el capitalismo neoliberal aprovecha situaciones extremas como guerras y desastres naturales como “oportunidades de negocios”, el modelo de los mega-eventos consiste en la creación de una situación extrema. Que lo anterior sea aceptado tan ampliamente como “oportunidad de desarrollo” da cuenta de la escasa imaginación política y económica en que vivimos desde la ascensión del neoliberalismo. Que esta visión comience a ser ampliamente cuestionada es sin duda, el más grande “legado” de las movilizaciones de junio 2013 al mundo.

IHU On-Line –. Muchas personas ven el problema como algo específico de Brasil, ¿Qué piensa Ud.?

Rodrigo Nunes - Hay un intento por parte de gobierno, para unir la campaña “no habrá Copa” con “el complejo del perro callejero”… Esta perspectiva , de pensar que nada de lo que hagamos puede resultar bien y funcionar, de suponer que algún atavismo socava todos nuestros esfuerzos, es sin duda un factor presente en cierta clase media, con un perfil despolitizado o directamente conservador.

Como trasfondo de esta visión, hay un horror a “ese Brasil atrasado “, donde siempre son los otros — en última instancia, los pobres que existen en sí mismo, como milagrosamente separados de las condiciones sociales que mantienen y reproducen su pobreza y que involucran a todos los demás.

Pero está claro que no es con esa cabeza, que los movimientos que han ido a la calle y se están expresando. Por el contrario, han hablado exactamente sobre cómo esta reproducción de la desigualdad social sigue funcionando, y de qué manera un evento como la Copa sirve para reforzarla. Es curioso, de hecho, que los dos únicos actores que insisten en confundir estos dos discursos (uno claramente de izquierda y otro de centro o de derecha) sean los medios corporativos y el gobierno.

Corrupción y antagonismo real

Aquí entra el tema de la corrupción, cuya funcionamiento ideológico, constituye un “obstáculo epistemológico” serio. La corrupción sería un atavismo específico de Brasil, país corrupto por naturaleza o por tradición.

Pero, curiosamente, el problema es siempre solo el estado, sin ver la participación del mercado: se piensa en el”hombre cordial” que utiliza la máquina del estado a favor de su amigo, pero no se pregunta ¿quién es este amigo y que ofrece a cambio?. Pronto, se proyecta un triple función: satanización del Estado, la absolución del mercado y de los corruptores — ellos corrompen a los agentes porque ellos ya son corrompidos, ya están torcidos, como si fueran independiente de la relación “corrupto/corruptor”, como si corromper y ser corrupto, fuesen acciones independientes entre sí.

Aquí está el punto clave que explica su cuarta función. La corrupción sirve para desplazar el antagonismo real, que tiene que ver con la distribución del ingreso y el acceso a las decisiones de política, diseñando un falso antagonismo. Mientras que el antagonismo real contrapone al banquero con el poblador marginado, el falso antagonismo crea un “nosotros” imaginario — un ““pueblo brasileño” que incluye al banquero y al poblador empobrecido, en oposición a ellos, que estaría el Estado y los políticos.

De ahí proviene la reducción de la política a una cuestión de moralidad individual (como si no fuese perfectamente posible ser honesto y tomar decisiones políticas desastrosas) o a un problema administrativo (como si una norma o estándar de “buena administración” pudiese a fijarse, haciendo abstracción de los objetivos políticos que se pretenden realizar). Nacen también ideas ingenuas, como creer, que caso no hubiese desvío de fondos, habría dinero para todo, sólo ese obstáculo [la corrupción] nos alejaría del bien estar generalizado. Toda esta presunción sirve para desviar la discusión de lo realmente esencial: la distribución desigual del ingreso y la influencia política, la naturaleza de las opciones políticas y el proceso en que ellas son tomadas.

Por eso digo a menudo que el problema es menos la corrupción ilegal, que está tipificada penalmente y sujeta al castigo, que la corrupción legal: el hecho de quealgunos intereses económicos tienen un poder desproporcionado para influir en las decisiones estatales, el modo como el estado interviene para favorecerlos, privatizando ganancias y socializando los costos, los lobbies, la financiación privada de las campañas.

En el caso de que un estadio se volviera obsoleto, por ejemplo, el escándalo no es que este o aquel artículo haya sido sobrefacturado: el escándalo es que haya sido construido. Y la construcción fue realizada absolutamente dentro de la ley. Repito: me parece claro que es este tipo de corrupción a la que están apuntando los que están ahora en las calles, contra ella se están manifestando.

Lo específico brasileño

Lo que es “específico” de Brasil son una serie de demandas sociales reprimidas: la distribución del ingreso, el problema de la vivienda, el exterminio de jóvenes negros y pobres, la baja calidad de los servicios públicos, la impermeabilidad del sistema político. Aunque en la última década han sido dados pasos importantes en algunas de estas áreas, todo esto viene a cuentas con motivo de la copa. En este sentido, es sólo un punto focal temporal para un malestar social mucho más amplio, profundo e (inclusive) antiguo, y de hecho la gran pregunta es cómo este malestar se va expresar, una vez concluida la Copa.

Parece claro que no va a desaparecer pronto, pero no está claro cómo las diferentes luchas se integrarán entre sí, como serán organizadas y que relaciones establecerán con las instituciones

IHU on-line – En reciente artículo Ud. dijo que la Copa condensa en un símbolo, una falla fundamental en el proyecto del PT. ¿Cuál fue la falla en estos doce años de gobierno? ¿Qué parte de la población no fue beneficiada por el PT?

Rodrigo Nunes - Casi todos los sectores han sido beneficiados por el PT: De los banqueros a los trabajadores formales, de los terratenientes al subproletariado, de las empresas constructoras a la juventud que tuvo acceso a la Universidad. Incluso las familias que perdieron sus hogares debido a la especulación inmobiliaria y los mega eventos, antes de ese trauma, probablemente habían, mejorado sus condiciones de vida.

La “falla” a que me refería está justamente ahí. Gracias a una situación internacional favorable, por un tiempo fue posible mantener un cuadro donde todos ganan. Los ricos quedaron mas ricos, los pobres, quedaron menos pobres. Este fue el gran éxito del llamado Lulismo. Fue, al mismo tiempo, lo que — unido a la extorsión política que se institucionalizó después del estallido del escándalo del Mensalão — llevó a un estancamiento. A partir de ahí, no se habla más de reforma política, ni de la reforma tributaria que, según se esperaba, crearía un impuesto progresivo y redistributivo. No se cuestionó más la concentración de los medios de comunicación, no se abrió más ningún frente de lucha y, por el contrario, se hicieron cada vez más concesiones.

El PT se adaptó y se arregló de acuerdo a las condiciones que le fueron dadas, pero hizo muy poco para cambiar estas condiciones en el mediano plazo, de tal modo que su situación hoy es paradójica: virtualmente imbatible en las urnas, internamente parece tener menos fuerza para transformar las condiciones bajo las cuales opera desde cuando Lula ganó por primera vez.

Si la mayoría de su electorado histórico claramente identificados con la izquierda, percibió la administración de Dilma como un retroceso, es porque en su mandato las fuerzas conservadora con las que el PT hizo compromisos, cobraron una serie de facturas y fueron atendidas. Uno puede ver, entonces, el proceso que se desencadena en el 2013, como el otro lado — que no tiene otra opción sino conquistar su influencia política en las calles, presentando también sus facturas. En cierto sentido, es una disputa por el legado del Lulismo: cuando no es posible que todos puedan ganar, ¿cuál es el lado que va a perder? La Copa es simbólica porque, vendida como algo en que “todos ganan”, en realidad es un proceso en el cual algunos perdieron todo, para que unos pocos ganen mucho, de tal forma, que otros pudiesen ganar algo.

Lucha por la redefinición de los problemas

Esta doblada de brazo está muy clara, por ejemplo, en el discurso del Movimiento de los Trabajadores Sin-Techo: como el programa del gobierno federal Minha Casa Minha Vida, aceptó el lucro de las empresas constructoras como pre-condición para la solución del problema de la vivienda; el MTST se moviliza para exigir y garantizar una solución del problema que sea ventajosa para los trabajadores.

Pero la cosa no termina ahí; no es sólo una disputa por resolver los problemas que ya se encuentran dados, sino también una lucha por la redefinición de los mismos problemas. Es significativo que lasmovilizaciones contra Belo Monte y los ataques a los Guaraní Kaiowá, así como la ocupación de Aldeia Maracanã, sean ancestrales directos de las protestas de junio de 2013. No sólo porque los indígenas tal vez el único segmento que perdió claramente en el gobierno Dilma, sino porque estos son síntomas de un sentimiento creciente de que es indispensable pensar de arriba abajo el concepto meramente cuantitativo, extensivo, económico de desarrollo, con el cual estamos operando. Y hay en esto una diferencia importante. Demandas como las del MTST, dependiendo de la capacidad política (que, en el caso del MTST, está demostrando ser grande), pueden encontrar acogida puntual, como ahora en São Paulo. Pero, por ahora, la idea de es necesario reformular el concepto de desarrollo no encuentra ninguna representación en el tablero político partidario nacional.

IHU on-line – ¿es posible vislumbrar cuál será el impacto de estas manifestaciones y de la desunión en torno a la Copa del Mundo en las próximas elecciones?

Rodrigo Nunes -. Es difícil de predecir cuán grande serán las manifestaciones; dependerá de factores relativamente contingentes. Si son tan grandes como las el año pasado, lo que por ahora parece poco probable, o si pasa algo serio, cualquier cosa puede pasar. De lo contrario, la tendencia es otra victoria del PT.

hora, de la misma manera que junio de 2013 nos ha recordado que “política” no es sólo lo que hacen los políticos, sería un error buscar sólo el tipo de protesta callejera que fue dominante en aquel momento y juzgar que, si no son tan grandes, los movimientos han fracasado.

Porque la tendencia desde el año pasado es que, a medida que este tipo de protesta refluía (su auge fue el único y breve momento en que posiciones de izquierda, centro y derecha, de hecho se mezclaron), el disenso se iba extendiendo y diversificándose en su composición política y social.

Desde entonces, hemos visto un creciente número de protestas contra la brutalidad policial en las favelas, ocupaciones urbanas, el ascenso del MTST en São Paulo, el #OcupeEstelita en Recife, huelgas, muchas de ellas salvajes, lo que también es sintomático.

Este último, por ejemplo, puede tener un impacto más grave en la Copa del mundo que las manifestaciones callejeras.

No estamos frente a un movimiento, sino ante un momento — o mejor dicho, un sistema de red en constante diferenciación, de cual el “Não vai ter Copa” ["No habrá Copa”], ya es una mutación.

Por un lado, esto significa que las acciones de un grupo o sector crean oportunidades para otros, de tal forma que diferentes movimientos actúan “en vacío” mutuamente sin que necesariamente tengan que coordinar entre sí mismos. Por otro lado, lo que ocurrió y sigue ocurriendo es una transformación subjetiva: las personas están redescubriendo el poder y el placer de la acción colectiva, son cada vez menos tolerantes ante lo que consideran abusos.

El PT dice que detrás de las huelgas, están los partidos de izquierda que siempre agitaron contra el gobierno. Puede ser, pero la pregunta es: Si la agitación siempre estaba ahí, ¿por qué sólo ahora tiene está surtiendo un efecto?

Como diría Michel Foucault, invirtiendo a palabras de Étienne de La Boétie, estamos viendo un aumento de la “in-servidumbre voluntaria”, de la indocilidad “reflejada”. Y, como diría Spinoza, cuanta más gente descubre la alegría de sus propias fuerzas, más la ejercen, y mientras más las ejercen, más fuerza tienen. Reacciones como las del gobierno de São Paulo, que responde a las demandas de los trabajadores del metro con violencia y dimisiones, me parecen estar jugando con fuego, porque subestiman profundamente esta transformación.

Desajuste

El aspecto más importante de este momento es que él hizo visible y reforzó un desajuste entre la política tal como se expresa en el cuerpo social y la política tal como ella es representada por el sistema político. Cualquier intento de leer la primera, en los mismos términos de la segunda es necesariamente equivocado, debido a una crisis de representación, que ocurre justamente cuando la segunda se vuelve insuficiente para explicar a la primera. Es significativo que, en últimas pesquisas, Dilma cayó, sin que nadie suba. Hay un número creciente de personas que preferirían una opción que por ahora no existe, lo que no impide a muchas de ellas, a última hora, optar por aquella, entre las disponibles, que encuentran menos mala. ¿Esta opción aparecerá? ¿Qué pasará si ella no se presenta? Es demasiado pronto para decirlo.

Pero es un error pensar el paisaje pos-junio pueda ser contenido y trabajado dentro de las coordenadas que existían antes: hay nuevos actores, nuevos alineamientos, nuevas posiciones. Es simplismo pensar que si hasta ayer sólo “x” e “y” fueron críticos con el gobierno, quien hoy le critica, es necesariamente o “x” o “y”. Estamos pasando por una redefinición de las coordenadas políticas ¿Cuánto tiempo tomará para que el sistema político refleje este cambio y cómo se va a dar?, no se sabe. Pero pretender que no existe puede, por diversas razones, ¡ser cada vez más insostenible! Puede también, en el mediano o largo plazo, cobrar un alto costo político de los actores que se esperaría pudieran ser sensibles a ella.

 


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