Que el futuro de la humanidad dependa del voto de los estadounidenses es algo que no deja de preocuparme y creo que debería replantearse. Aún así, es innegable que Estados Unidos sigue siendo la primera potencia mundial, y lo seguirá siendo si no a nivel económico (si el gigante chino continúa con su crecimiento) sí al menos a nivel político y social. Por eso, de lo que ocurra esta noche de Supermartes en las Elecciones USA depende en gran medida el devenir de los acontecimientos a nivel mundial.
Como es bien sabido, por repetido hasta la saciedad, el mundo entero está viviendo una crisis económica. Bueno, me refiero al mundo occidental, el resto está en crisis económica permanente. Una crisis que tiene muchísimos factores causales, con procedencias de toda índole, pero que en gran parte está provocada por la nefasta gestión de la banca estadounidense, que concedió hipotecas a diestro y siniestro sin más consideraciones y se ha encontrado con el resultado lógico de no recibir la devolución de sus préstamos. Aunque nos pese, la economía europea depende de los avatares de Wall Street, y por eso que la bolsa americana se calme es una buena noticia para nuestros bolsillos.
Por otro lado tenemos la gestión a nivel político y social de George W. Bush (estoy deseoso de ver el biopic de Oliver Stone, aunque he leído que más complaciente de lo esperado), ese hombre que en ocho años ha conseguido suscitar el odio compartido de la mayoría de mentes pensantes del planeta. Ya está de más recordar su invasión ilegal de Irak y los millones y millones de dólares gastados en esa guerra absurda y que no tiene visos de acabar nunca. Aún así, Bush ha conseguido que no se hable apenas de él en estos últimos meses, y se marchará de la Casa Blanca sin hacer demasiado ruido.
Y el motivo de esta salida silenciosa no es otro que la posible llegada a la presidencia de Barack Obama, el hombre que arrastra la ya innecesaria coletilla de "posible primer presidente negro de EE.UU.". Ya lo sabemos, gracias. Pero no hay duda que la posible victoria de Obama representaría una auténtica revolución a nivel mundial, no tanto por el candidato en sí (sus propuestas no difieren demasiado de lo que se esperaría del aspirante demócrata) sino por la persona. Estamos hablando de un hombre joven, incluso atractivo, y sobretodo negro. Y es que somos así, y así nos pinta el pelo. Lo que debería ser algo totalmente normalizado se puede convertir en el mayor espaldarazo social de la historia contemporánea. Obama es un personaje con gancho, que ha sabido ganarse al electorado demócrata en detrimento de la seguramente mejor preparada pero menos carismática Hillary Clinton, y que suple la falta de tablas con un enorme tirón social y con la identificación de millones de americanos pertenecientes a lo que ellos llaman "minorías étnicas". De la aglutinación de estas "minorías" en torno a él y de la captación del voto de los indecisos (los que siempre deciden las elecciones más allá de las encuestas) depende la victoria esta noche de Obama.
Y en el rincón de enfrente tenemos a John McCain, el candidato republicano. Tiene a su favor una menor cantidad de presión mediática respecto a Obama, y el hecho de no haberse desgastado tanto en unas primarias como lo hizo su rival. Cuenta además con el voto de los americanos más conservadores (que siguen siendo una mayoría respetable, no lo olvidemos) y con el de todos aquellos que creen ver en un presidente negro el principio del fin del mundo. También podría favorecerle, curiosamente, la actual situación económica. Y es que ya se sabe que en tiempos de crisis, lo que más teme la gente son cambios radicales, y prefieren lo malo conocido. En su contra, que se le identifique como "más de lo mismo" respecto a Bush (aunque él se haya desmarcado en muchas ocasiones de su predecesor), su talante conservador que parece que ya no tiene sitio en esta nueva sociedad, y sobretodo el hecho de llevar colgada de su chepa a la ínclita Sarah Palin, esa ama de casa devota con mentalidad social de Neanderthal y que representa a la perfección esa deleznable doble moral americana que sigue abundando. Palin no es una mujer preparada para ser vicepresidenta, pero este mismo hecho juega en su favor, ya que la identificación con el americano medio continúa siendo un factor decisivo.
Así las cosas, y con las encuestas dando a Obama un triunfo por entre 6 y 9 puntos, los estadounidenses acudirán hoy a las urnas para decidir su futuro y, de refilón, el nuestro. No negaré mi predilección por Obama (la tendría por cualquier candidato demócrata, por principios), pero más allá de impresiones personales creo que estamos ante una oportunidad única de dar un giro de timón a nuestra historia, a convertir en realidad lo que era una utopía hasta hace pocos meses. Quizá el que un negro habite la Casa Blanca sea el primero de una serie de cambios que por fin pongan patas arriba esta sociedad podrida en la que vivimos. O eso, o nos quedamos como estábamos. Yo creo que vale la pena intentarlo.
Americanos, que ustedes voten bien.