Ahora Sánchez Dragó se desdice de lo que dicen que dijo. Si no fuese porque algunos creemos que Sánchez Dragó sigue escribiendo sus propios libros, pensariamos que el texto inculpador lo ha transcrito alguno de esos "negros", machacas de teclado, con ganas de complicarle la paz interior a ese humilde iluminado. Lo que sucede es que en esta España de mierda hay mucho estrecho de mente, que no ha salido de su pueblo de mierda y que prefiere subsistir vendiendo su voto a los socialistas en lugar de liberar su sexualidad.
Si hubiesen viajado lo que este cocinero de sopas de letras, habrían llegado a encontrarse a sí mismos. Probablemente donde él: en una cocteleía asiática de estupefacientes, entre jovenes camareras del amor con los "chakras" abiertos. Y habrían caido en la cuenta que la gente de por allí se cuida de otra manera. Tanto las "dolores", que parecen "lolas"; como las "lolas", que parecen "lolitas". Él mismo cuenta que tenía 16 años cuando lo de las "lolitas"; cuando sufrió en sus carnes el abuso de una adúltera sexagenaria, (que aparentaba trece) y, claro, él que venía de esta España casposa aún conservaba esa cara acartonada que hizo que la "vieja" le confundiese con un coetáneo.
Pero vamos, que fue un trajineo de dos adolescentes, que eso allí se lleva con otra naturalidad. No como en esta España de complejos, donde uno no se puede trajinar a nadie en el metro por miedo a que piensen que estás follando.
Como él mismo aclara, fueron unos besos en la almejilla, para ir abriendo boca. Lo que pasa que en esta España reprimida todo lo focalizan en el sentido sexual. Y por eso mismo dice que ya no va a venir más, que se conforma con seguir apadrinando niñas en "Villaconejos"y cultivando amapolas para fumar.
Por mí, le tomo la palabra. No me gustaría coincidir con él en un ascensor del 1º al 2º; porque me sobraría una planta para abrirle el chakra.