Esta novela se sitúa dentro del ciclo de Haishin, junto con Planeta de exilio, Los desposeídos, La mano izquierda de la oscuridad y La ciudad de las ilusiones, y narra el viaje que emprende Gaverel Rocannon (científico etnólogo que estudia las diferentes razas inteligentes del planeta) a través del mundo de Fomalhaut II para vengar a sus compañeros científicos que han sido víctimas de un enemigo de la alianza. Considerado como un dios en vida, Rocannon se siente más humano que nunca y, acompañado por sus inseparables aliados, recorre mares y continentes para alcanzar la nave del enemigo y avisar a sus aliados.
Le Guin trata con cariño y respeto, además de una gran imaginación, las diferentes razas que se describen en la novela, empleando para ello la voz del científico. Su tratamiento, justo en la medida, se recrea también en los paisajes, fauna y ecosistemas, dotando a su mundo de verdadero espíritu. Pero no se queda aquí. La descripción de las razas (y sus capacidades) sirve de vehículo para criticar a las clases sociales más favorecidas y su incapacidad para ayudar a las otras "inferiores". Esta crítica, sutil y a la vez descarada, sirve para que el protagonista tome conciencia de la realidad.
También trata, y en eso se basa la mayor parte de la novela, la tirantez entre lo tradicional y lo científico, diferentes caras de la misma moneda representados por Rocannon (la parte científica) y los habitantes del planeta (la parte tradicional y fantástica). Los efectos de la relatividad y sus viajes espaciales también sirven de contrapunto a este pulso entre la fantasía y la ciencia ficción, y actúan como un castigo (a ojos de Rocannon) y un milagro (desde el punto de vista de los habitantes de Fomalhaut II).
Mención aparte, y no menos importante, merece la aparición por primera vez en la novela de ciencia ficción del concepto del "ansible", tan usado poco después por muchos escritores del género (entre ellos Orson Scott Card, Dan Simmons o Elizabeth Moon). Y es esta idea la que permite finiquitar la novela de forma adecuada.
Ursula K. Le Guin sonríe con su narrativa sencilla, con su en apariencia poca pretensión de la historia y con sus maravillosas metáforas en cada una de sus páginas. Un punto de partida muy agradable para conocer la creciente complejidad de la narrativa de la autora.