El mundo en el que vivo necesitaría más cariño, más comprensión, más humanidad. Inventamos venganzas, hacemos mártires para luego aclamarlos como héroes de una causa perdida. Mientras media población de el planeta se muere de hambre, la otra mira hacia otro lado despilfarrando con egoísmo. Sin pensar que algún día ellos serán los siguientes que alguien los tendría que ayudar.
El mundo en el que yo vivo no deja de matar a la madre tierra. Maltratamos a los animales, para vender su piel, para exponerlos como trofeos, y en algunos casos lo ponen como fiesta nacional. Esas fiestas que solo sirven para domar a el pueblo, un pueblo al que todavía no diferencia lo que es la cultura y la brutalidad. Quemamos sus pulmones talando arboles, selvas enteras para un fin lucrativo. Destrozando lo más bonito que tiene el planeta.
En el mundo en el que yo vivo, no quiere ser mundo. Solo quiere autodestruirse. Mientras que los "grandes mandatarios", esa gente que a si mismos se llamaron la alta sociedad. No saben que ni su dinero, ni su poder podran contra la almas libres que medorean por este mundo buscando la real esencia de la libertad.
Hace 10 años fuimos testigos de un hecho brutal. Algo que se repitió en Madrid un 11 de marzo o en Londres un 11 de julio. Tras esos trágicos sucesos el mundo vivió y aún sigue viviendo en una guerra continua, bajo el manto del miedo, bajo el manto del odio. En vez de construir una sociedad más justa, más libre. La atamos a una cadena para poderla dominar.
¡No al terrorismo! ¡No a la guerras! ¡que ningún día se vuelva a recordar como tristemente lo tenemos que recordar hoy!