El mundo es más grande que un simple pañuelo

Publicado el 15 abril 2014 por Lydi1892 @LydiaNatour

La adicción a viajar no tiene cura y es la más complaciente droga que existe para la mente. Pues cuando uno comienza, se da cuenta que el mundo es más grande que un simple pañuelo.

El estilo urbanita de las calles, los paisajes pintorescos de postal, la tesitura del paladar al probar nuevos sabores, el dolor de pies al convertirse en un completo turista… Pero, sobre todo, encontrarse con la grandiosa satisfacción que aporta conocer personas de cada recóndito lugar del mundo. Porque, es ahí cuando uno sé da cuenta que la metáfora “el mundo es un pañuelo” carece totalmente de sentido.

A veces son los pequeños detalles, como la forma de responder ante un estornudo donde unos te contestarán con tipos de bendiciones, otros deseándote suerte, referencias religiosas; o la forma de saludar que a veces te hará quedarte a la espera de que otros comiencen el saludo, por si crees que tu estilo les podría resultar incómodo pues, unos te alargarán la mano, otros te darán dos besos… ¡o tres!, otros te harán una semireverencia…

Pero, en mi opinión, lo que a uno más le aporta viajar, es la total apertura de la mente. Pues se disipan muchos prejuicios. Todo está bien, y nada al mismo tiempo. Lo que en tu entorno social se ha divido en lo bueno y lo malo, en otro lugar es totalmente lo opuesto. Por lo que no hay motivos para formar no tus gustos y sacar a relucir lo que realmente te identifica como persona. Aquellas prendas que siempre has querido llevar, o esa música peculiar que nadie a tu alrededor escucha… La vergüenza comienza a olvidarse. Es la madurez de la seguridad de la persona en uno mismo.

Viajar muchas veces no es ver mundo, sino encontrarse a uno mismo, y darse cuenta que no merece la pena seguir unos estereotipos que dejan poco que desear en cuanto a decir “éste soy yo, y así es como quiero ser”.

Fotografía: Pedro Delgado / Flickr