Leo mucho, ahora por la red, en la pantalla, podría decir que más de lo necesario, porque una vez iniciado un asunto me lleva de un lado a otro y zascandileo bastante y luego me arrepiento porque no he tenido tiempo de coger los libros que quisiera, porque sigo siendo de libros. En papel, con letra grande, que pueda escribir en ellos y subrayar, si tienen pasta dura, mejor. En libros uno elige la senda, y además un libro está trabajado, aportan una idea y la desarrollan y argumentan y dan vueltas para demostrarla útil.
Pero no quería ir por ahí. Leo muchas cosas de gente procedente del rojerío o verderío, a veces da igual, porque la procedencia intelectual es la misma, son aquellos años sesenta en EEUU y Europa, no solo París. Los coletazos de la URSS en los países del Este y la guerra fría. La revolución China y las guerras del sudeste asiático, y la guerra de Vietnam, el tardofranquismo y posterior Transición. Las luchas por la independencia y revoluciones del tercer mundo, Chile y resto de Sudamérica, el marxismo en sus variantes y escuelas, la entrada a escena de los movimientos ecologistas, antimilitaristas, el pacifismo. Y la gran revolución del siglo XX, la de las mujeres. No quiero decir que por el mero hecho de haber vivido esos años implique tener las experiencias citadas, ni mucho menos.
Muchos de los tipos de aquella época pasaron, pasamos, por las mismas experiencias culturales e intelectuales, aunque fueran diferentes en lo material. Algunos recordamos el frio, arroyos/fregaderos para lavar la ropa, sabañones y miseria del franquismo, escasez y falta de cosas elementales, calor, ropas, agua caliente, medicinas, calzado y comida, trabajos a edad temprana y falta de estudios, libros o vacaciones. En fin que unos antifranquistas pasaron penurias y otros no, procedían de la burguesía ilustrada, (muchos de los líderes de izquierda), lo cual permitía experiencias intelectuales similares pero no vivenciales.
El asunto es que leyendo desde aquellos años setenta, hasta lo que leo hoy, siempre me he encontrado en esta zona izquierda, roja o verde, con análisis que pretendían ser correctos, de los que invariablemente resaltaba una conclusión; El mundo se acababa, el capitalismo no podía seguir, la lucha entre el bien y el mal ya no tenía intermedios, había llegado la última batalla. Ni que decir tiene que en aquellos años setenta españoles la salida era la revolución, en varios formatos, democrático popular, democrático burguesa, o socialista.
Posteriormente el mundo seguiría su curso y nosotros con él, montados encima. Se incorporó a los movimientos sociales de pleno derecho el movimiento ecologista, alrededor de la campaña antiOTAN, una especie de unión del movimiento rojo con lo verde en aquella IU y adláteres. Justo cuando el hervor revolucionario bajó su temperatura. Luego, con el ingreso de España en la OTAN, todo fue haciéndose más suave. El dinero empezó a fluir y regresar, aquellos pisos maravillosos en lo mejorcito de Madrid que casi regalaban, (por los Jerónimos había ofertas increíbles) empezaron a subir, arrancó una de las carreras inmobiliarias. Y política y económicamente se fue afianzando la socialdemocracia.
Podemos escribirlo así, o acompañado de cientos de datos internacionales o nacionales y referencias a montones de libros, el caso es que la zona rojiverde de entonces dejó insertados unos valores intelectuales que en parte perduran: El mundo se sigue acabando, (desde hace tanto tiempo) ya no hay recursos, falta la energía o está a punto de producirse el colapso del petróleo, el capitalismo se hunde, etc. etc. En el caso de España incorporan, ‘ya están aquí con el despido libre’, ’quieren acabar con el estado del bienestar’, lo cual es paradójico, porque según la literatura panfletaria de la época pasada ya estaba implantado el despido libre, desde que yo era jovencito, hace 40 años, o eso parecía, y aquí nunca hubo estado de bienestar, o eso se decía.
Comprendo que hablar del pensamiento políticamente correcto, me refiero al de esta zona, porque lo hay correcto en todas partes, resulta molesto para muchos, lo que me preocupa es que también lo sea para mis amigos, colegas, compañeros, cercanos etc., pero es que son muchos años leyendo cosas muy parecidas.
No quiero referirme a los clichés panfletarios y libelos que circulan a montones, hoy me gustaría referirme a buenos documentos y libros de muy correctos intelectuales, en los que también se ha colado el gen del fin del mundo, el apocalipsis, que es un reflejo que todos los que venimos de aquellos mimbres intelectuales tenemos en nuestras venas, aunque unos en mayor cantidad que otros. Mi escepticismo, a veces pesimismo puede que provenga de entonces. (Y de complejos compuestos químicos cerebrales relacionados con la serotonina).