Título: El murmullo de las abejasAutora: Sofía Segovia.Editorial: Lumen, 2015Páginas: 528.
Sinopsis.
Una mañana cualquiera un hombre de avanzada edad toma un taxi en la ciudad de Monterrey rumbo a Linares, su ciudad natal. El viaje solo llevará unas horas, pero el viejo habla y no para, como si delante de él se desplegara todo su pasado. Así, el taxista y los lectores vamos a conocer la historia de una familia mexicana de terratenientes, los Morales Cortés, desde el principio del siglo XX hasta hoy.
De repente, en el fluir de las palabras, asoma el rostro amigo de un niño sabio que no puede hablar, pero oye lo que otros no saben o no quieren oír, y anda rodeado de abejas. Ellas son sus aliadas y las que sabrán guardar los secretos del caserón de Linares, un lugar donde viven mujeres hermosas y tercas y las naranjas tienen un sabor especial. Incluso la muerte es distinta en Linares, y el hombre lo sabe. Por eso viaja, habla, recuerda...
El murmullo de las abejas nos lleva a un mundo donde casi todo es posible si aceptamos que el cuerpo tiene más de cinco sentidos. Sofía Segovia nos invita a aguzar la vista, a estar atentos, para oler el aire, ver más allá de lo aparente y llegar a comprender lo que de verdad importa.
Emocionante, conmovedora e impredecible.Una vuelta de tuerca al realismo mágico, que nos adentraen el fascinante mundo de lo improbable pero no imposible.
Impresión personal.
Hay novelas que te gustan; unas más que otras; otras, simplemente, te enamoran y permanecen entre ese elenco no muy numeroso de libros de los que es difícil deshacerse. Algo así me ha pasado con esta novela, como a su narrador, Francisco chico, Simonopio y sus abejas permanecerán en mi memoria por mucho tiempo. Y es que El murmullo de las abejas me ha parecido una novela preciosa y preciosista, una novela de esas en que la historia de una familia está contada con mimo y con magia, con ese cariño intrínseco por los seres queridos y por ese amor a la tierra que tantas desgracias ha traído a los hombres en muchas ocasiones, pero un amor que no se olvida y al que se vuelve en busca de respuestas y una paz de espíritu que no se encuentra en la lejanía de las ciudades.
Dicho esto, lo que Sofía Segovia nos relata es la vida de una familia, de una buena familia, a la que llegas a admirar y a querer y donde Simonopio, el niño de las abejas es el eje central de la misma, a pesar de no pertenecer a la sangre de sus progenitores. Y es que Simonopio es un niño especial, un niño que no habla porque tiene el labio leporino y nadie lo entiende cuando lo intenta, así que desiste de hacerlo, pero se expresa perfectamente con su sonrisa, sus gestos y sus expresiones de tal modo que, gracias a sus abejas, se adelanta a las desgracias y en más de una ocasión salva a la familia de desgracias futuras o les avisa de bondades inmediatas. Simonopio tiene un don y todos lo saben aunque alguno de los trabajadores de la finca, supersticiosos como perfectos personajes del medio rural, opinan, por contra, que es un ser protegido por el demonio y que su presencia no acarreará nada bueno a sus familias y a su entorno
En definitiva, una historia digna de ser leída y degustada sorbo a sorbo, llena de miel y de olor a azahar, impregnada de ese realismo mágico que enamora y con un cuidado uso del lenguaje que se aprecia en cada párrafo, en cada personaje. Una lucha entre el bien y el mal, entre el odio y el amor, la lealtad y la sed de venganza. Todo ello reflejado en la vida que les tocó vivir a esta familia mexicana en una época convulsa y llena de cambios en el México más rural. Sin duda, os la recomiendo.