El murmullo de las abejas - Sofía Segovia

Publicado el 12 octubre 2015 por Rusta @RustaDevoradora

Edición:Lumen, 2015Páginas:528ISBN:9788426402424Precio:21,90 € (e-book: 8,99 €)
El murmullo de las abejas, la segunda novela de la mexicana Sofía Segovia(Monterrey, 1965), se ha publicado recientemente en España después de tener una excelente acogida en su país. Un éxito comprensible, puesto que relata una gran historia, de las que entretienen, conmueven y animan a seguir pasando páginas sin que uno se dé apenas cuenta. Una gran historia que —también hay que decirlo— no pretende jugar en la liga de la más alta exigencia literaria, pero que se defiende bien en un término intermedio y consigue conectar con los lectores. El hilo conductor se centra en una familia natural de Linares (México), los Morales Cortés, que una madrugada de octubre a principios del siglo XX adopta a un inesperado miembro nuevo: Simonopio, un bebé con labio leporino y el cuerpo cubierto por un manto de abejas, que llegó a su hogar después de que la vieja nana escuchara su llanto… a kilómetros de distancia. Las abejas siguen con él a medida que crece, y los suyos aprenden a verlas con naturalidad, aunque no falta el vecino antipático que mira al niño con suspicacia.Con este punto de partida, Segovia desgrana los entresijos de esta familia a lo largo del siglo XX, contados con la voz del hijo pequeño, que compartió muchos momentos con Simonopio y, en la actualidad, regresa a Linares mientras cuenta la historia de los Morales Cortés al conductor del taxi; una voz que en algunos capítulos cede su espacio a otro narrador. La obra se encuadra en el realismo mágico y denota influencias de autores como Isabel Allende y, salvando las distancias, Gabriel García Márquez. Al igual que las sagas familiares de estos escritores, El murmullo de las abejas funciona a la vez como el retrato particular de los quehaceres cotidianos de varias generaciones de una familia —aderezado con esa magia que se funde con la realidad— y, a modo de trasfondo, como un retrato histórico de una época: los años inmediatamente posteriores a la Revolución mexicana, en la que los propietarios de tierras, como la familia protagonista, se enfrentaron a los campesinos, representados por el vecino antagonista de Simonopio. Con todo, el conflicto va más allá de la lucha de clases maniquea y muestra las injusticias que también padecieron los primeros (el padre de la matriarca, por ejemplo, fue asesinado después de un chivatazo).Este realismo mágico, no obstante, se percibe renovado y fresco, no tan «encerrado en la cocina» como en algunos de los libros más populares del género. El estilo de Segovia, muy fluido, tierno y con un fino sentido del humor, introduce los elementos mágicos con mucha naturalidad desde las primeras páginas: el bebé cubierto de abejas que no le pican, la nana Reja que amamantó a niños durante décadas y, lo más importante, el don de Simonopio. A diferencia de La casa de los espíritus, aquí no son las mujeres quienes demuestran cierta clarividencia, sino este muchacho, que posee una fuerte intuición para adivinar acontecimientos futuros y, con ello, combatir las amenazas que se ciernen sobre los suyos (para empezar, la epidemia de gripe española). El hecho de que lo adopte una familia de propietarios y que los insectos estén siempre con él no son detalles baladíes, dado que en esta región de México los cultivos de naranjos necesitan la actividad de las abejas para mantenerse. Simonopio y sus compañeras se convierten en el símbolo de esta nueva mirada sobre el pasado del país.

Sofía Segovia

El lector que se adentre en El murmullo de las abejas encontrará una lectura apacible y distendida que recorre las etapas que afronta esta familia con el paso del tiempo. Etapas de cambios pequeños y grandes, de decepciones y alegrías, contadas con la ternura de la voz de Sofía Segovia, que a ratos hace sonreír con sus ocurrencias y a ratos golpea por la dureza de la realidad que se esconde bajo la apariencia mágica dulcificada. Aunque el peculiar Simonopio es sin duda el centro de la novela, la autora ha construido otros personajes consistentes que desarrollan sus propias tramas, como el patriarca Francisco Morales, un hombre honesto que se preocupa por sus trabajadores; Beatriz Cortés, su esposa, una mujer tenaz que no olvida el dolor del pasado; la nana Reja, que recogió a Simonopio y vive, ya anciana, resguardada en su mecedora; o Anselmo Espiricueta, el campesino que ve con malos ojos al protagonista. Su historia, sus historias, tienen el interés y la empatía suficientes para cruzar fronteras.