El museo de las maravillas – Pretencioso cuento de Nueva York

Publicado el 04 enero 2018 por Maresssss @cineyear

El próximo 5 de enero se estrena El museo de las maravillas, la nueva película del siempre esperado Todd Haynes, director alabado por su sensibilidad y gusto, sobre todo a la hora de recrear ciertas atmósferas de épocas pasadas que hace parecer mejores.

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Y eso es justo lo que intenta en este nuevo film, en el que nos ofrece un cuento en el que entremezcla el Nueva York de la edad de oro del cine mudo con unos convulsos años 70, a través de dos niños completamente distintos (aparentemente) aunque con algo en común: su relación parental, su tenacidad y su limitación auditiva

Aunque la ambientación de ambas épocas es exquisita, este ejercicio cinematográfico que se apoya en gran medida sobre su banda sonora (con una maravillosa versión del Space Oddity de Bowie) con clara intención de rendir homenaje al cine mudo, resulta artificiosa y sin interés, llegando al final del film sin llegar realmente a nada especialmente emocionante, resultando difícil empatizar al 100% con las historias que la película va abriendo.

Presentada en la Sección Oficial del Festival de Cannes y en San Sebastián en el año 2017, la película está basada en un libro de Brian Selznick (mayormente conocido por haber escrito la novela que Martín Scorsese adaptó para La invención de Hugo). El museo de las maravillas, en base a una estudiada radiografía del origen de los museos, procura ser un homenaje a todos esos niños que no se ven limitados por sus circunstancias (físicas o familiares) y cuya fuerza les permite vivir aventuras por sí mismos en busca de sus orígenes.

El problema es que, aunque bella por fuera, como narración resulta demasiado impostada. Dos cronologías desarrolladas en tiempos distintos que se van contando casi como un ejercicio de nostalgia más que visto y repetido, mucho artificio y poca humanidad.

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La película nos quiere hablar de la fuerza y la similitud entre estas dos personas tan distintas y aparentemente sin mayor conexión que su sordera y cabezonería, pero la forma de contarlo resulta aburrida, quizá por la unidimensionalidad de sus personajes, las distintas los sucesos sin importancia apoyados en la técnica y lo poco interesante que resultan las historias que nos cuentan.

El museo de las maravillas es una cinta correcta, con un resultado agradable aunque vacío. En cuanto al ejercicio técnico, sólo resaltar una escena en stop motion cuya intención valorable, aunque de nuevo intenta hacernos llegar una historia humana y familiar profunda que se sigue quedado en agua de borrajas. Por lo demás, un A B C de sucesos que no dicen demasiado, aun contando con Julianne Moore por partida doble (quien tampoco salva la papeleta de este producto sin fuerza).

Desgraciadamente El museo de las maravillas quiere ser un retrato de la incomunicación, del poder de uno mismo, de vivir en tus términos, de la amistad, de ciertas relaciones difíciles y sobre cómo tus limitaciones no te definen. Solo que no lo consigue, o al menos no satisfactoriamente.