Chicharrones
La llegada es bastante sencilla, basta con tomar uno de los carros que van para el sur (Lurín, Punta Hermosa, San Bartolo, etc.) y debemos indicar que bajaremos en la entrada a Pachacamác. Está a unos minutos del museo de sitio de Pachacamác y de las famosísimas "Chicharronerías de Lurín". Bajamos en el desvío y vamos en cualquier carro que diga Pachacamác o Manchay. La última parada es en el semáforo y procedemos a caminar hacia el jirón Lima (la última entrada hacia la derecha). Al ingresar nos recibió Pedro Lariedo, quien actualmente es dueño de este hermoso lugar. Con respecto a las visitas nos comentó que están siendo organizadas por la municipalidad de Pachacamác.Otro ambiente importante es el patio interior, el cuál está repleto de diversos objetos que llamarán nuestra atención y nos harán soñar con los exóticos y distantes lugares de donde provienen. Para llegar al patio pasaremos por dos pequeñas habitaciones será el delirio para los amantes de las antigüedades.
Para finalizar nos despedimos del amable Pedro con la promesa de reunirnos nuevamente y nos fuimos a caminar y conocer un poco más de Pachacamác.
Cuando vas de paseo y el camino está en mal estado.
Volvimos a Pachacamác desanimados y con únicamente las ganas de volver a Lima. Una amable familia nos llevó a la plaza (el transporte público para regresar es muy escaso) y nos encontramos con un lugar muy bonito, una plaza llena de vida y una feria con variedad de dulces, bocaditos, artesanías, regalos, vinos, piscos y muchísimo más. Todo a precios bastantes accesibles al público (una buena porción de causa S/.3.50). Y para cerrar la tarde nos despidieron con serenata fiesta criolla que la gente agradecía rompiendo en sentidos aplausos. Un divertido fin para la jornada de ese día.Prometo que no será lo último que sepamos de Pachacamác, aún hay mucho por visitar y les prometo que lo haré.
Hasta la próxima. ¡Un fuerte abrazo mochilero!