He leído un artículo de opinión sobre lo que ocurre en Francia. Al parecer, el candidato Zemmour, que no gusta a nadie, se va a llevar millones de votos (salvo pucherazos).
Lo explica en la red social Twitter, Mila, una adolescente de Isère que se hizo célebre tras recibir amenazas de muerte creíbles a raíz de un vídeo crítico con el islam que colgó en redes.
«No me gusta Zemmour, y animarle va contra mis valores», se lee en la cuenta de Mila. «Pero estoy tan aterrorizada en mi propio país que me digo a mí misma que no tenemos más remedio que pasar por esta radicalización aunque no me guste”.
Y también dice: “No me gusta su violencia y sus simplificaciones. No me gusta su fascismo, su desprecio y su estrechez de miras… Lo que quería decir [en su anterior tuit] es que creo que se necesitan medidas drásticas para poner fin a la violencia que se ha desatado”.
Según esto, que tiene mucho de sentir general, Macron no es más que un cadáver insepulto, a falta del día de las votaciones para que pase a la jubilación. Marine LePen, no tiene la menor posibilidad, en especial si tenemos en cuenta que su padre dijo que Zemmour era un buen candidato.
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Los franceses perciben la situación como desesperada, cosa que aún no ocurre en España, aunque cada día sentimás más desesperación y angustia, parecidas a las que sienten los franceses, que al menos tienen una economía razonable y no arruinada, como la que gestiona el gobierno español.
Hace unos años estuve en Francia y el ambiente callejero era similar al de aquí. Muchos ‘magrebíes’ por la calle, pero de forma normal y dedicados a sus asuntos. Parece que desde hace un par de años la situación ha cambiado y ya muchas calles no son seguras, no ya los guetos cerrados, en los que ni se atreve a entrar la policía, en los que, por supuesto, no estuve, sino en barrios con cierta presencia musulmana.
De modo que será la gente la que ponga en el poder a un tipo al que esta chica califica con rasgos fascistas y que, dada la situación del país, puede tener la tentación de modificar las leyes, recortando las menguadas libertades que tienen.
Y los franceses se habrán dado libremente un tirano. No sería el primero, por cierto.
Pero es la opinión de esta chica, no tiene que ser necesariamente verdad. Lo que califica con rasgos fascistas, puede no ser más que una forma de expresión según el lenguaje actual y que no tenga nada que ver con un verdadero fascista, que anteponga el Estado a todo. Probablemente se trate de un personaje autoritario, que modifique las leyes para quitar o neutralizar en las calles y en la sociedad a los que no se sientan franceses.
Ante situaciones desesperadas, soluciones desesperadas. Es lo normal y lo que toca, pero las soluciones desesperadas suelen conducir a nuevas situaciones que acaban volviéndose más desesperadas.
Si yo fuera francés y estuviera desesperado, votaría a Zemmour, sin embargo, al igual que a la autora, hay varias cosas que no me gustan, así que si no estuviera desesperado, probablemente no votaría a ninguno. Pero no soy francés y no conozco la sociedad francesa, así que seguramente le votarán y probablemente con la nariz tapada. ¿Pero acaso tienen otra opción?
vanlop