Introducción histórica
1826. Hace casi 200 años, surge de entre la nada, y nunca mejor dicho, la primera fotografía, su autor; Nicéphore Niépce. Estamos en la Francia de principios del siglo XIX, habiendo dejado atrás una época tan convulsa como la Revolución Francesa, el arte sigue siendo un lujo caro, atrayente e inspirador para cualquier ciudadano de la época.Pero hay mentes que quieren ir más allá, quieren ser capaces de representar la realidad tal y como es, duplicarla, algo tan sencillo a día de hoy y que entonces se antojaba como una posibilidad harto complicada.Niépce, un señor que se dedicaba a la litografía, se interesó en esta enmienda, y decidió comenzar una serie de experimentos a principios del primer cuarto de siglo. La idea era utilizar un elemento que fuese sensible a la luz, para después fijar el resultado sobre una superficie y mantener el resultado de forma permanente. Para ello, se valió de betún de Judea (hoy lo conocemos como asfalto, por increíble que parezca) sobre una plancha compuesta por una aleación de cobre, estaño, antimonio y plomo, conocida como peltre. Niépce colocó delante de esta plancha una lente y dejo dicha plancha frente a una ventana la friolera de ¡8 horas!Vista desde la ventana en Le Gras, 1826.
Semejante cantidad de tiempo tiene una justificación; el betún de Judea es un material que apenas es fotosensible, es decir, su sensibilidad a la luz es infinitamente inferior a cualquier papel fotográfico o sensor de las cámaras actuales. Por tanto, estamos ante una larga exposición, contando que fue a plena luz del día, cosa que "facilitó" la obtención de la imagen.Retiró las partes que no se habían endurecido con un lavado y de esta forma obtuvo la primera fotografía de la historia.
El taller del artista, el primer daguerrotipo, 1837.
Tal hallazgo tuvo una repercusión discreta, pero aún así llego a oídos de un pintor de escenarios astuto para los negocios, a la vez que mezquino. Se alió con Niépce y juntos perfeccionaron el método de éste. Pero el padre de la fotografía fallecía en 1833, a lo que este segundo personaje le sacaría todo el jugo. Su nombre: Louis Daguerre.Daguerre no tuvo escrúpulos a la hora de apropiarse de todo el trabajo de Niépce, a la vez que el hijo de este desestimó la posibilidad de reclamar la autoría de su padre para sí mismo. Perfeccionó el procedimiento de obtener una imagen hasta que en 1837 al que bautizó con su nombre; Daguerrotipo. Niépce ya no sólo era pasto de gusanos, también de la historia.Ventana en la abadía de Lacock, 1835. El primer
de la historia.