Estábamos aprovechando el puente del día del padre para conocer Cuenca y sus alrededores. Habíamos pasado la noche en Mariana y sobre las diez y media nuestros amigos pasaron a recogernos. Nos íbamos a visitar el nacimiento del río Cuervo. De camino hacia allí vimos un paisaje precioso. Se alternaban zonas con bastante vegetación con otras de árboles de hoja caduca que nos recordaban que en Cuenca aun era invierno. Pasamos por el embalse de Uña y junto al pantano de La Toba donde tuve la suerte de ver a lo lejos a una pareja de ciervos bebiendo en el agua. Eran un ciervo adulto y una cría, así que imagino que serían una mamá con su peque. Marco se enfadó muchísimo porque él no había podido verlos por la ventana. (Y es que su altura todavía no le da para más. Jejeje). A pesar de que la carretera es una comarcal de montaña se llega muy bien a la zona del nacimiento del río Cuervo. Hay bastantes curvas y la carretera es estrecha pero permitiendo la circulación perfectamente para ambos sentidos. Las vistas desde algunos puntos del trayecto es impresionante. Embalse de La Toba Cuando llegamos había sitio de sobra para aparcar. No madrugamos mucho, así que pienso que debimos llegar cerca de las doce del medio día. La verdad es que no miré la hora, cómo tampoco llevo reloj... En la zona de aparcamiento hay un par de bares, un restaurante y unos baños públicos que están bastante hechos polvo. La zona es muy bonita, está llena de árboles altísimos. En uno de ellos vimos una ardilla. Allí estábamos todos: - ¡Una ardilla! - ¿Donde, donde? - Ahí, ¿la veis? - Sí, si. ¡Que chula! - Mamaaaaa, hazle una foto. Es que lo de ver animales en su entorno natural siempre gusta mucho a los peques. Y a los mayores, para que nos vamos a engañar. Hay muchísima vegetación en la zona del nacimiento del río Cuervo Cruzamos la carretera y emprendimos el camino hacia el nacimiento del río Cuervo. La ruta está señalizada y al principio discurre a través del bosque por una pasarela de madera. Consejo: Atención con los peques hasta que os adentréis en el bosque. La zona de aparcamiento y los bares están a un lado de la carretera y el acceso al río cuervo está al otro lado. Es una carretera comarcal no demasiado transitada, pero podemos llevarnos un gran susto si nos descuidamos. Además no hay aceras por lo que para ir al restaurante hay que caminar por la calzada ya que en un trocito incluso no hay ni siquiera arcén. Los peques bien cogidos de la mano. Consejo: No llevéis carrito. Hay algunos tramos adaptados pero la mayoría del recorrido no lo está. Bastantes tramos tienen escaleras. Lo mejor es llevar portabebés porque en algún sitio puede ser que necesitemos apoyar las manos. Cuando fuimos nosotros había hielo en el suelo con el consecuente riesgo de resbalar si no te agarras. Los saltos de agua congelados Habíamos visto por internet unas preciosas fotos de los saltos de agua del nacimiento del río Cuervo así que andábamos ansiosos por encontrarnos con las cascadas. Íbamos caminando mirando para todos lados observando los árboles y buscando el agua cuando de repente.... PLOOOOF. Nos quedamos ojipláticos. ¡No había agua! Resulta que las cascaditas estaban heladas. Al parecer entre la sequía que habían tenido durante todo el invierno y las bajísimas temperaturas (siendo 18 de marzo estábamos bajo cero por las noches) la poca agua que caía de la montaña se congelaba mostrándonos un paisaje completamente distinto al esperado. Otra de las pequeñas cascadas Pensándolo en frío nos encontramos con una estampa igualmente bella. Si hubiéramos sabido que estaban heladas tal vez nos hubiéramos acercado igualmente para observar cómo es un salto de agua congelado y observar las esculturas que se forman. Pero al no saberlo nos quedamos un poco chafadillos. Consejo: Antes de ir podéis llamar a la oficina de turismo de Cuenca y preguntar cómo se encuentra la zona. Seguro que allí os informan de todo. Además, al día siguiente en la ciudad encantada nos dimos cuenta de que había que pagar para visitar el nacimiento. Allí no había nadie cobrando. Igual solo se paga en verano. En la parte más alta si había agua Seguimos subiendo hacia el nacimiento. Curiosamente, una vez que salvamos la zona de la cascada sí encontramos agua, y bastante. Lo que creo que ocurrió es que al no haber un caudal suficiente como para que el agua corra rápido, así que la poca que cae por el salto se va congelando. El río cuervo antes de llegar a la zona del salto de agua Paseando, paseando llegamos hasta el nacimiento. El agua mana desde el suelo poco a poco, si no te fijas bien no ves la zona exacto por el cual brota. Nos hicimos unas cuantas fotos todos juntos y comenzamos el descenso. Se regresa al inicio de la ruta por otro camino que discurre junto al río. Cuando llegamos abajo me dí cuenta de que hay varias mesas de madera y de piedra para poder comer allí. La zona de picnic. Está en la zona de acceso junto al aparcamiento. Se había hecho la hora de comer y decidimos bajar a Uña y pedir mesa en un restaurante. Nuestra intención era aprovechar la tarde para visitar el ventano del diablo y la ciudad encantada. Al llegar allí nos dijeron que tendríamos que esperar una hora porque había mucha gente. Picamos algo de lo que llevábamos para matar el gusanillo e hicimos tiempo. En Uña hay un pequeño embalse que está junto a un parque con columpios. Allí estuvieron jugando los peques un ratito. Este es el parque que hay frente al embalse de Uña Consejo: Mirad donde vais a comer antes de ir a río cuervo. No hay muchas opciones en la zona, los pueblos son pequeños, así que os puede pasar como a nosotros, que al final comimos sobre las cuatro de la tarde. A pesar de que se hizo tarde, en el restaurante Zaballos estaba todo buenísimo. Al menos eso me pareció a mi. Hacían carnes a la brasa y los que la probaron coincidieron en que estaba riquísima. Tras llenar la tripita nos fuimos a ver el ventano del diablo. La entrada del ventano del diablo "El Ventano del Diablo es un excelente mirador desde donde podemos observar al río Júcar abrirse paso por un valle, y también a Villalba de la Sierra. Pero lo realmente espectacular está debajo, las pozas que forma el Júcar de colores intensos. Vía: http://www.turismocastillalamancha.com" Nos asomamos al hueco de la caverna y la vista de la garganta entre las montañas era espectacular. Nos hicimos unas fotos y marchamos hacia la ciudad encantada. Era la última parada que teníamos prevista pero al llegar nos dijeron en la taquilla que cerraban a las siete de la tarde y que se necesitaban al menos dos horas para visitar la zona. Era muy tarde y no nos iba a dar tiempo así que decidimos dejarlo para el día siguiente y volver al hotel. Esa noche nos hospedaríamos en el Hotel Cueva del Fraile con nuestros amigos y aun teníamos que registrarnos. Vista del río desde el mirador del diablo De camino al hotel aun nos esperaba una sorpresa. Tuvimos la gran suerte de encontrarnos con un par de ciervos que pastaban junto a la carretera. Esta vez todos pudimos ver estos preciosos animales que se quedaron quietos y tranquilos durante unos instantes para que pudiéramos observarlos bien antes de salir corriendo a esconderse hacia el bosque. Fue super guay. :) Llegamos al hotel ya de noche. Nos registramos y dejamos nuestras cosas en la habitación. El hotel está muy bien. Es un antiguo convento reformado y se nota ese sabor antiguo por todos lados: en las habitaciones, en el comedor... Es muy bonito y está muy bien acondicionado. Algunos de nosotros fuimos a cenar y luego todos nos marchamos a acostarnos para reponer fuerzas. Habíamos pasado un día fantástico y aun nos quedaba el día siguiente.
Información recogida de: http://conlosninosenlamochila.blogspot.fr/2012/05/el-nacimiento-del-rio-cuervo-y-el.html