Pero para captar la vida en aquel ambiente, se las ha ingeniado con un programa de radio en cadena que existió realmente entre l960 y 1962. Se emitía con conexiones de muchas emisoras de la Radio Nacional y otras derivadas, para ofrecer un entretenimiento lacrimoso: el rastreo y búsqueda de personas desaparecidas, a las que se ofrecía ayuda a través de las ondas, para reencontrarse con sus familias.
Treinta millones de españoles se quedaban clavados ante los aparatos en la noche de los martes, para seguir las peripecias de gentes desvalidas que, de pronto, encontraban que alguien les ofrecía apoyos en sus búsquedas de muchos años.
Claro que el programa era un producto patrocinado por una firma farmacéutica y por tanto un soporte publicitario, pero pocos de esos millones de españoles entonces podían comprender que estaban siendo manipulados en sus emociones y que se les atraía a asuntos inanes, distrayéndoles de otros que podían ser críticos. Los protagonistas del engendro eran profesionales de la Publicidad emergente, que entonces despegaba y en colaboración con los radiofonistas y periodistas de sucesos, que tenían mucha beligerancia desatada por el diario sensacionalista El Caso.
Completa el panorama una trama amorosa y sentimental con dos parejas en crisis, para mostrar lo difícil que siempre ha sido convivir en las altas instancias y la dureza implacable de la sociedad catalana que siguió al pie de la letra los dictados del franquismo, acomodándose a la nueva situación tras de la guerra civil y los reajustes industriales y con nuevas perspectivas que les traía el desarrollismo de esos potenciales años sesenta.
Una revisión sentimental catalana con apuntes de unos años promisorios. Lo que se hizo y lo que se olvidó. Estaba en el aire el nacimiento de una nueva sensibilidad social, que a ellos casi les arrolla. Pero supieron agarrarse y hasta teledirigirla. Los sesenta, en consecuencia, también fueron suyos.