¿Qué la han convertido en una serie maravillosa y buena? Pues no, tampoco es eso, que sigue siendo tirando a mediocre, pero sí que han sabido hacerla entretenida y han pulido las suficientes cosas como para que me importe y que quiera una tercera entrega.
Y es que este año la historia ha sido mucho más orgánica y lógica, estando mucho mejor llevado el misterio sobre Catherine Lemonier y el hospital que la desaparición de Alicia Vega. Tanto los giros como el mantener la intriga no ha sido forzado, ni cambiaban personalidades según les convenía en aras de la historia, lo que ya supone toda una mejora en la serie. Durante diez episodios han sabido tenernos a ciegas, llevándonos junto al equipo de policías de un giro a otro, de una vía de investigación a otra, sin que tuviéramos claro qué diantres estaba pasando en el hospital Montalbán.
Por eso, hemos tenido una temporada muy entretenida y también interesante, porque han tenido tramos con tensiones muy bien resueltas. Por ejemplo, la trama protagonizada por Gonzalo de Castro era relleno puro y duro, pero fue un arco tan disfrutable como bien hecho.
Eso sí, a pesar de esa mejoría, Bajo sospecha sigue teniendo serios problemas de guión y lo peor es que ya tuvieron esos mismos fallos en su primera temporada.
Puede que este año los actores no fueran por la vida con cara de malos, salvo Concha Velasco que parece mentira lo sumamente mal, histriónica y paródica que ha estado en el papel de doña Adela. El personaje era un cliché con patas, una Angela Channing patria, pero tampoco es que Concha Velasco se esforzara demasiado y es una pena porque esta mujer es muy buena y tiene papeles muy memorables.
Pero olvidándonos de Concha Velasco, los actores no han sido nada obvios, lo que ya es un punto a favor. Sin embargo, me sigue resultando sumamente irreal que absolutamente todo el mundo fuera malo y tuviera mierda. ¿De verdad era necesario que quien no estaba metido en el caso, fuera un hijo de puta o un criminal? ¿De verdad? Es que, una vez más, la galería de personajes de Bajo sospecha era terriblemente odiosa y, de paso, sacaban de quicio. Yo me he pasado diez episodios deseándole la muerte a prácticamente todo el reparto, salvo a los dos culpables finales, lo que, si se piensa bien, hace que fuera fácil desconfiar de ellos.
Y lo peor del caso que es que todo eso no se limitaba a los sospechosos, sino también al equipo policial, que a veces era más una carga que una ayuda.
Durante diez episodios han insistido una y otra vez en el conflicto de españoles contra franceses, sin darnos un descanso y sin dejarse de tópicos. Es cierto, que gracias a eso ha habido algunos chascarrillos geniales de Vidal (el del sarandonga es maravilloso), pero a mí se me hizo muy, pero que muy pesado, incluso un poco rancio.
Sobre todo porque había que admitir que los franceses ganaban de goleada en el terreno profesional. Es curioso como los guionistas de Bajo sospecha consiguieran durante toda la serie que el equipo extranjero, los aparentemente tocapelotas y soberbios, fueran los que tuvieran más razón que un santo. Hasta a la comisaria francesa, que también era muy odiosa, había que darle la razón porque el equipo policial español no dejaba de cagarla: Víctor estaba más a flirtear que al caso, tanto él como Vidal no han dejado de meter la pata perpetrando ilegalidades que se les acababan volviendo en contra... y, de hecho, el caso no empieza a avanzar de verdad hasta que la francesa se hace cargo de él.
Por suerte, en medio de ese caos de personajes odiosos y sumamente estúpidos, hemos tenido a dos que han destacado para bien. Si Vidal se destapó como una grata sorpresa en la primera temporada, en esta lo han sabido aprovechar muchísimo mejor. No sólo ponía un poco de humor en la serie, sino que ha demostrado ser muy útil en el caso y su relación de odio con la comisaria francesa ha dejado muy buenas escenas.
El otro personaje que hay que destacar es Alain, el policía francés, que es el personaje más majo, adorable y listo de todos los que han pasado por las dos temporadas de la serie. Durante los diez episodios, Alain ha actuando de forma consecuente, siendo prácticamente el único normal y demostrando una paciencia extraordinaria, sobre todo lidiando con un Víctor que podía pasar de ser gilipollas a un intenso violento.
Y precisamente la relación entre los dos ha sido un completo acierto.
Es curioso una vez más como a los guionistas de esta serie les sale el tiro por al culata. En lugar de apoyar al equipo español, se apoya al francés; en lugar de comprar esa historia de amor tan ridícula, se compraba muchísimo más la que se establecía entre Alain y Víctor.
La verdad sea dicha: no sé por qué tuvieron que meternos con calzador la relación de Víctor con Belén. Olivia Molina es una actriz muy, muy floja que sólo tiene un registro y encima el personaje era sencillamente insoportable. Yo no sé si los guionistas confundían un personaje femenino fuerte con una intensa de la vida, que se creía más lista que nadie y no dejaba de cagarla o qué, pero Belén era el horror. De hecho, era tan desagradable que a mí nunca me ha cabido en la cabeza que se pudieran interesar por ella. Si es que pasa de gritarle a Víctor y tratarlo como el culo a estar con él. WTF?
Tampoco ayudaba que Víctor cerca de Belén era idiota y nos dieron unas escenas patéticas en grado sumo donde intentaba humillar al pobre Alain por haberse llevado él a la chica. ¿Qué es esto? ¿Una serie policiaca o Al salir de clase?
Sin embargo, Yon González y Hugo Becker funcionaban a las mil maravillas y sus escenas casi siempre molaban mucho. Además, la amistad que se va forjando entre ellos es muy chula y a mí me resultó muy bonito que Alain se saltara las órdenes de su jefa para no tener que mentirle a Víctor. Vamos, que los shippeo a muerte y que no me extrañaría, en cuestiones argumentales, que acabaran liándose. Eso sí, como en la ficción son más rancios que todas las cosas en general, seguro que no pasa. Tsk.
Pues precisamente ha sido esa camaradería entre ellos y Vidal lo que más me ha gustado de la temporada. También han tenido otros aciertos como Lidia y la historia de su hijo o lo estupendos que estuvieron Israel Ejalde y María Botto en el último episodio, además de la trama de Gonzalo de Castro.
Eso sí, si la investigación ha estado bien llevada (pese a las cagadas de Víctor, ha sido muy entretenida y siempre iba hacia delante), este año me he quedado muy decepcionada con el final. Es que ha sido una gilipollez enorme y sin sentido alguno. Cuanto más lo pienso, más estúpido me parece todo: ¿de verdad era necesario que Catherine convenciera a los demás se operar a su amigo ilegalmente? Porque, a ver, joder, que estamos en España, que va por la seguridad social y no tiene que pagar. Eso, sin contar que Catherine podía haber pagado la operación, que era una niña rica, o que sencillamente podían haber falsificado los papeles y ahorrarse tanto problema.
Luego, incluso comprando el tema de operar a escondidas y deshacerse del cadáver enterrándolo, ¿qué sentido tiene que Catherine huya acojonada perdida, creyendo que la van a matar y se tire semanas escondidas? O sea, en serio, ¿qué lógica tiene eso? ¿Y qué lógica tiene que Gorka y Sara maten a Belén y se lleven a Catherine? WTF?!
No sé, a mí me dio la sensación de que, al final, improvisaron la respuesta al misterio de Catherine Lemonier y me decepcionó muchísimo que fuera tan estupidez. O sea, Rafi está tan asustado por el bienestar de Catherine que prácticamente se mata para salvarla, cuando Catherine desaparece porque sí, porque ella lo vale. No sé, es que ni siquiera denuncia nada o tiene esa intención, ¿a qué viene ese pavor? ¿Y qué clase de médico no comprueba el puñetero expediente de su paciente antes de operarle? Vamos, que el argumento tiene más agujeros que el queso Gruyère.
Pero, vamos, pese a todos los defectos que le he visto a Bajo sospecha, la he disfrutado y ha tenido cosas buenas y ha mejorado. Por eso, me gustaría ver una tercera temporada, a ver si pulen ya lo que les falta... y me dan más Alain/Víctor porque mola mucho. Bueno, no sólo a mí, porque mi timeline de twitter prácticamente no comentaba otra cosa que las escenas entre ellos dos.
Así que reitero mi propuesta de que nos den una tercera temporada, con los españoles viajando a Francia, donde haya muertes en la típica urbanización idílica y Víctor y Alain tengan que hacerse pasar por matrimonio. No me digáis que no molaría mil.