En la conversación el entrevistado sostiene que el neoliberalismo no triunfó por la fuerza intrínseca de sus ideas económicas, sino porque fue impulsado activamente por élites políticas y económicas en un contexto de crisis.
Aunque las teorías neoliberales ya existían en ámbitos académicos, no eran dominantes. Su ascenso se produjo cuando sectores de poder las adoptaron como herramientas ideológicas para justificar una reestructuración profunda del Estado y de la economía a partir de los años setenta.
La crisis económica de ese período permitió presentar políticas como la desregulación, la privatización y el debilitamiento de los sindicatos como soluciones técnicas inevitables, cuando en realidad respondían a una ofensiva de clase destinada a restaurar la rentabilidad del capital. Economistas como Hayek o Friedman aportaron un lenguaje legitimador, pero no fueron los motores reales del cambio.
Implicaciones políticas y estratégicas
Chibber subraya que el neoliberalismo se consolidó al transformarse en “sentido común”, revestido de neutralidad científica y necesidad histórica. Esta naturalización ocultó su carácter político y sus consecuencias sociales, especialmente para la clase trabajadora.
Por ello, el autor advierte que el neoliberalismo no puede superarse únicamente ganando debates intelectuales. Así como surgió de una correlación de fuerzas favorable a las élites, solo podrá ser revertido mediante organización política, poder social y construcción de instituciones colectivas capaces de disputar efectivamente el control sobre la economía y el Estado.