El fracaso de la educación en particular y de la sociedad en general, es un reflejo del declive de la familia como la educadora principal. La ruina moral que padece la sociedad es preocupante, cuando no grave; se ha perdido el concepto de los límites de lo que está bien y lo que está mal, todo vale amparándose en la libertad de expresión, sin importar lo más mínimo el daño que se pueda causar al prójimo.
Y lo peor de todo es que aquellos que sobrepasan los límites son secundados y hasta perdonados. Cada vez nos parecemos más a los animales salvajes, nos movemos por instintos: aquí lo suelto y pase lo que pase me da igual. La sociedad está creando monstruos. Seguir leyendo...