Los hermanos Dardenne han elaborado una película muy en la línea de su cine social. Esta vez centran el peso del relato en un niño que se haya desubicado en la sociedad y sufre un clarísimo desamparo. Lo único que le mueve a actuar, a rebelarse, a huir, es encontrar a su progenitor, que en realidad no es quién él se piensa que es. No sólo eso, sino que siente un especial apego por su bicileta y también hará lo que sea por tenerla siempre a su disposición y poder montarla. Todo esto le ciega a la hora de relacionarse con el resto de personas que le rodean o que, incluso, le quieren y le toman cariño. Desprecia a todos los que se interponen en esa búsqueda, en esa obsesión.
El reparto al completo está excelente, pero destaca Thomas Doret que da vida al niño protagonista. Uno de los actores infantiles más impresionantes que se han visto en el cine, al menos en el papel que aquí representa. A la altura de Los 400 golpes de Truffaut, o más que a la altura, éste es el equivalente para la sociedad de hoy en día. Muy buena película y un excelente reflejo de muchos porqués. (7´75/10)